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El caso Lobato - o caso Fiscal General, Moncloa, PSOE, Lobato- es de esos fallos en la matriz que demuestran que los partidos políticos son mafias que se aúpan al poder del Estado para controlar un territorio, campar a sus anchas y hacer lo que sea, delitos incluidos, con tal de destruir a su enemigo -otra mafia que opta a sustituirla- y mantener ese poder.
Ana trabajaba en una gran empresa desde hacía cinco años. Su carrera era prometedora, y su esfuerzo había sido reconocido con varias promociones. Pero todo cambió cuando llegó un nuevo jefe de departamento. Lo que comenzó como comentarios aparentemente inofensivos sobre su forma de vestir, pronto se convirtió en insinuaciones incómodas, invitaciones insistentes y, finalmente, amenazas veladas cuando Ana rechazó sus avances.
En el argot madrileño hay una palabra para designar a aquellos que hacen el “primo”, y el “panoli”; pues bien, no quisiera que por un exceso de caballerosidad, de fairplay o de condescendencia con el adversario político, el PP de Núñez Feijóo deje contar las atrocidades que comete el Gobierno de Pedro Sánchez. Vox tiene claro que va a contar y a denunciar cada barbaridad, cada atrocidad, cada charlotada de Sánchez.
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