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Poco más allá de la luna de miel ha durado el matrimonio, de conveniencia, entre la derecha extrema y la extrema derecha. Fue un enlace de conveniencia pero también de intereses, al fin y al cabo, unos y otros tienen la misma partida de nacimiento: el franquismo, al que ni los de la gaviota carroñera ni los del saludo brazo en alto han querido renegar.
Últimamente me pregunto más que nunca sobre la utilidad de escribir artículos como este. El ambiente de las últimas semanas, donde solo valen los gritos y los mensajes cortos que avivan las emociones, te invita amablemente a hablar más bajo o, directamente, a optar por la mudez. No hablar del tema, a veces, aporta más que sí hacerlo.
Los discursos realizados en esta investidura seguramente han confundido a muchos españoles: todos resultaban convincentes hasta que el replicante de turno destruía tal impresión. Quizás operaba la sensación de que las palabras presentes no se correspondían con las gestiones pasadas. Otra cosa que sorprende es que se plantee un referéndum separatista y las cosas no se muevan un ápice.
Se la bufa. Al cuarto tenor se la sopla, se la trae floja, le importa un comino-bledo-pimiento-rábano y demás hortalizas, le resbala, se la pela, se la trae al pairo, se la suda, la vale lo mismo que un carajo, se la repampinfla, le es indiferente, hace oídos sordos, como si le hablan en sueco, con él no va el tema.
En cada contienda electoral al cierre de los colegios electorales los medios de comunicación hacen públicas unas encuestas, llamadas “a pie de urna”, aunque muchas, o la mayoría, se realizaron días antes de la jornada electoral. A partir de estos datos el personal empieza a hacerse ilusión pensando que las cosas no van tan mal para los “suyos” y que los contrarios van por debajo de las expectativas que la campaña presagiaba.
El PIB vasco, que era del 7% en relación con el de España, ha bajado al 6%. La industria vasca parece estancada. Bildu lidera la intención de voto. Y el PNV, liderado por los mismos desde hace años, Iñigo Urkullu, Andoni Ortuzar, Aitor Esteban y otros, sigue con sus pactos en Madrid. Desde la presidencia autonómica, no ampliaron horizontes allende fronteras y solo aparece lo que da Madrid.
En las pasadas elecciones autonómicas y municipales los españoles les hemos entregado a la derecha (PP y Vox) un mandato para que lo cumplan y es que gobiernen en España, porque ya estamos hartos de las trapacerías del PSOE (entiéndase Pedro Sánchez y su camarilla de conmilitones).
Cuando se ejerce el poder de forma absolutista y dictatorial, se suele perder la perspectiva de la realidad y los límites del mismo. Quien así lo administra, puede llegar a creerse invulnerable, sobre todo si acostumbra a presentarse como adalid de la justicia y regenerador de todos los males que atentan a los más desfavorecidos.
Hace unos días se ha recordado aquel fatídico 24 de Enero de 1977 cuando terroristas de extrema derecha entraron, con nocturnidad y la cara tapada, en el despacho laboralista que CC.OO tenía en el número 55 de la calle Atocha de Madrid y asesinaron a cinco personas.
El Gobierno alemán ha anunciado "una bajada de impuestos de 10.000 millones para combatir la inflación", mientras en España, Pedro Sánchez "se niega a deflactar el IRPF y sigue aumentando el número de asesores y enchufados".
Pasadas las elecciones en Castilla y León empezamos a pensar que el demonio no es Unidas Podemos ni el permanente fraude socialista, que también, sino el predicador de embustes y zafio retorcido, don Teo. Precisamente, en sus intervenciones y mentiras, con la aquiescencia de algunas asistentes de su partido, casi todas mujeres, ya se trasluce la imagen que Cayetana Álvarez de Toledo demuestra a las claras en «Políticamente indeseable».
El pasado sábado tuvo lugar el juramento al cargo de miles de concejales y concejalas, alcaldes y alcaldesas, personas de a pie que en un momento determinado de su vida decidieron dar un paso a la arena, a veces movedizas, de la política local, esa que encuentra en la proximidad con la ciudadanía la mayor de las alegrías pero también la dureza de la incomprensión de quienes desde las calles y plazas públicas en muchas ocasiones no entienden de la colisión entre el querer y el deber, entre el ánimo de ayudar a todas las personas que tocan las puertas de los consistorios y las obligaciones que en muchas ocasiones en forma de marco legislativo marcan el quehacer diario de las personas servidoras de lo público desde el acta capitular.
Mucho nos tememos que, lo que se empezó a estropear en nuestra nación como consecuencia del resultado de los comicios del 28 de abril próximo pasado, debido a la victoria de las izquierdas y el desmoronamiento del centro derecha que, si queremos ser objetivos, deberá esmerarse, cargarse de paciencia y prescindir de sus intentos de parecerse a sus adversarios políticos.
Cuando de un granero se sacan granos y no entran otros nuevos, al granero le pasa lo que a las huchas: si sacas y no metes…mal asunto. Pues eso mismo le ha sucedido al Gobierno de Castilla y León; no se ha renovado, se han tirado años a la bartola, veían imposible que el PSOE tocara poder y ya lo ven. ¿Se acuerdan de Pedro y el lobo? Pues también sirve el ejemplo.
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