Se la bufa. Al cuarto tenor se la sopla, se la trae floja, le importa un comino-bledo-pimiento-rábano y demás hortalizas, le resbala, se la pela, se la trae al pairo, se la suda, la vale lo mismo que un carajo, se la repampinfla, le es indiferente, hace oídos sordos, como si le hablan en sueco, con él no va el tema, y a él qué más le da, se lo pasa por el forro de las narices y, ya que estamos, de las gónadas y/o cascarrias, a la derecha del Padre está él, a la izquierda también, él es el Padre, es santo y trino, urbi et orbi para la plebe de sus partes, el líder supremo manda y el resto no vale un colín.
Hermanos, disfrutemos lo votado. Hay que triturar la Constitución para no perder el trono celestial. El sátrapa pactará con lucifer, belcebú, satanás y su cohorte de íncubos o súcubos (lo mismo es carne que pescado, al fin y al cabo, es cacho) con tal de gobernar. Escupirá sobre la unidad de la nación, miccionará sobre las fuerzas armadas y defecará poemas en la puerta de Zarzuela hasta que España se desintegre en independientes reinos de Taifas. Todo le vale. Y todo le vale, porque todo pasa y todo queda, pero lo nuestro (lo tuyo, lo mío y lo de los españoles, raza a extinguir) es pasar, pasar andando camino y sin poner la vista atrás.
Su objetivo es claro y si no lo consigue, algunos siervos del estado tomarán el pavo o las uvas contando votos de las urnas. Pues es palmario, ya que la jugada salió bien, el rebaño votó en vacaciones, votará en fiestas, toca repetirla. Su excelencia es el boyero, el rehalero y nos sacará a rumiar, a ramonear cuando le plazca, que para eso ejerce de santo padre, ¡oh, Pedro II!, sumo pontífice, vicario de Cristo, en línea de infinitos gigas con Dios, su limpiabotas.
Y aquí nos hallamos todos (menos él y sus palmeros), borregos y ternascos, apocados pusilánimes, necios sin sangre ni orgullo, a comulgar con las hostias como ruedas de molino que le apetezca repartir al todopoderoso Sánchez. No rechistamos, entramos dóciles al pesebre a recibir latigazos a cambio de pienso y agua turbia. Sonreímos y damos las gracias mientras perdemos hematíes a cascoporro. El timador triunfa y todo un país muere.
Resistentes que los hay. Aceptad el consejo de otro díscolo, atrincheraros con lo que tengáis, fortalecer vuestras debilidades, proveeros de existencias, que la fiesta continúa y viene ahora, arrasando en parrillas, el plato fuerte. Esto no ha hecho más que comenzar…
¡Ah! Se me olvidaba, mil perdones. Id comprando un ejemplar de la Constitución, encerrarlo en cajón de siete llaves y enterrarlo. Hacerlo antes de que los acólitos del megalómano felón y sus colegas separatas quemen en verbena pública todos los ejemplares de la Carta Magna. Se avecina una borrasca del copón…
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