La tiranía a la que hago alusión no tiene nada que ver con la que ejercieron los tiranos en la Grecia antigua, ya que en aquella época se trataba del poder absoluto, normalmente unipersonal, ejercido por el gobernante que había accedido al mando de una ciudad (las polis griegas) mediante la violencia, derrocando por la fuerza a los anteriores gobernantes y que ocupaba el poder no por el derecho, sino que lo dentaba por la fuerza
Al emplear ese vocablo me estoy refiriendo a aquel que abusa de su poder, superioridad o fuerza.
Hoy los españoles estamos, por desgracia, padeciendo esa situación por la actitud totalmente cerril, empecinada y tozuda de un político, sin que se vislumbre, a corto plazo, la más mínima posibilidad de que salgamos del atolladero en el que nos encontramos con los consiguientes perjuicios que esta situación de inestabilidad acarrea a España, y, como consecuencia a cada uno de nosotros.
Nuestra Patria está sufriendo, los españoles soportamos, la injustificada tiranía de Pedro Sánchez que está haciendo todo lo posible para que no se forme un gobierno, negándole el pan y la sal a Mariano Rajoy.
Éste ha aceptado la encomienda del Rey para que busque la posibilidad de constituir un equipo de gobierno que rija nuestros destinos y que procure continuar por la senda de la bonanza que ya hemos comenzado a andar, pero a la que le queda aún mucho camino que recorrer
Alberto Ribera parece que ha suavizado su actitud después de la reunión con Rajoy, y que casi está dispuesto a no oponérsele frontalmente.
Pero, aunque se abstuviera o votase a favor de la investidura de Mariano Rajoy éste no cuenta con los suficientes escaños como para gobernar.
Podría hacerlo si Pedro Sánchez no votase en contra o le prestase su apoyo, pero éste sigue empecinado en una postura testaruda o ¿acaso vengativa porque él fracaso en su intento?
Lo realmente cierto es que, por el momento, no existe posibilidad de llegar a acuerdo alguno, aunque Rajoy no pierda las esperanzas, sin embargo ha dejado entrever que, si no tiene apoyo suficiente, declinara presentarse a la investidura.
Pedro Sánchez con esta posición, que podríamos llamar ruin y mezquina, nos tiene a todos los españoles bajo la férula de su tiranía, y casi con la certeza de que nos hará pasar otra vez por las horcas caudinas de unas terceras elecciones con el gasto que suponen y el desencanto y la patente comprobación de que, si tal ocurre, el único responsable es él.
Hasta el mismo Felipe González, consciente de la urgente necesidad de que España no esté más tiempo sin un Gobierno ha dicho: “Hay dejar formar gobierno, incluso si Rajoy no se lo merece”.
Bien que Sánchez continúe en esa testaruda negativa y ya veremos qué resultado obtiene en otras elecciones. Tiene el dudoso honor de haber llevado a su partido a los peores resultados de su historia. Esperemos a ver qué le deparan los casi inevitables terceros comicios.
Puede que los ciudadanos, aún los de su propio partido, conscientes de que la responsabilidad es exclusivamente suya, le paguen con la moneda que se merece y llegue a perder hasta la Secretaría que ostenta.
No es admisible que proceda con esa actitud tiránica y nos tenga sojuzgados a quienes le pagamos para que se comporte con la altura de miras de un hombre de Estado que es de la que carece.
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