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Estadísticas

He podido introducirme en los vericuetos del CIS y sus esperadas (y denostadas) conclusiones a través de sus encuestas
Manuel Montes Cleries
martes, 25 de octubre de 2022, 11:02 h (CET)

Siempre se ha dicho que existen tres niveles de mentiras: las mentirijillas, las mentiras gordas y las estadísticas. En ese orden. 


Yo añadiría un estadio superior: las encuestas. No es que obligatoriamente sean tramposas. Es que son muy manejables por aquellos que las preparan. Estamos hartos de observar diferencias muy apreciables entre sus resultados (especialmente los políticos) en función del partido que las subvenciona. La más corriente es aquella que publican los medios con referencia a los asistentes a un mitin o una manifestación. Los interesados dicen una cifra bastante inflada y los contrarios hablan de un número cinco veces menor. Tenemos que buscar un guarismo intermedio para conseguir una cantidad más aproximada.

     

Todo este preámbulo me sirve para ilustrar mi buena noticia de hoy. Se basa en que, debido a mi curiosidad, he podido introducirme en los vericuetos del CIS y sus esperadas (y denostadas) conclusiones a través de sus encuestas. Sus resultados son a veces extraños o a veces reveladores. Lo importante es que nos sirven para entender por donde andamos y por donde dicen que caminamos.

    

Por ejemplo: con respecto a la situación económica de España el 16,7% de los encuestados dicen que es buena. A continuación el 59.9 % manifiesta que la suya personal es buena. ¿A quien le hacen las preguntas? Con el pago de impuestos si que esta la mayoría de acuerdo. El 70% dice que debemos seguir el mismo criterio impositivo en todo el territorio nacional y que los ricos tienen que pagar más impuestos que los pobres. ¡Faltaría más!

      

Con referencia a los problemas que tenemos en España consideran que el más importante es la crisis económica, el segundo el paro, el tercero los problemas políticos en general y en cuarto lugar la sanidad. (En quinto lugar se refieren al gobierno y a los partidos políticos, que estimo que son los que tienen que intentar solucionar esto). O los encuestados, o los que realizan las encuestas, olvidamos hablar con más atención de las crisis de valores, de los conflictos generacionales, la inmigración, la vivienda, el papel de los medios de comunicación. Etc.

     

Cuando el estudio se detiene en los políticos surge ya el maremágnum. Los encuestadores barren para casa. Pero la encuesta nos permite comprobar que no conocemos a la gran mayoría de nuestros próceres. Un centenar de ministros, ex ministros y similares son unos perfectos desconocidos para el españolito de a pie.

     

Otra buena noticia que me apresuro en resaltar. El 98.9% de los encuestados ha ido a la escuela y tan solo un 0.2% es analfabeto. Un 48 % han completado los estudios de grado medio y más del 43% los de grado superior. Proliferan los másteres y los estudios de posgraduado.

     

La siguiente encuesta que me ha sorprendido es la que recoge las creencias. Un 56% de los encuestados se define como católicos, de los que solo un 18.9% se considera practicante. De los que así se consideran el 14.2% cumplen el precepto dominical.

      

Para terminar. El 50% de la muestra esta casado, el 33%, soltero, el 7.3% viudo y el 9.5 separado o divorciado. De los ingresos mejor no hablar. Un buen porcentaje de mileuristas y similares y un sorprendente 18.8% con más de 3.000 euros de ingresos mensuales.

     

Estamos con el agua al cuello pero somos un gran país. No excesivamente bien dirigido pero con una gente currante y emprendedora. Se cree menos en el matrimonio y se practica poco. Hemos pasado del nacional catolicismo al nacional pasotismo. Con una religión dominante basada en los signos externos y mucho folklore. Vivimos una ruptura generacional que, por otra parte, ha existido desde siempre.

     

Mientras estaba elucubrando sobre estos temas he descubierto que las estadísticas no son tan embusteras. Tan solo tenemos que saber huronear en ellas. 

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Escribo esta reflexión en medio de una situación de agobio personal e intransferible. A cualquiera de los lectores le puede parecer una nimiedad, producto del capricho de una mente senil. Se trata de que me tengo que someter a cuatro exámenes finales en el plazo de diez días. Ya han pasado los dos primeros. Esta próxima semana tendré los otros dos.

 
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