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Por favor, que venga la Troika

Cuando se deja un país enfermo, pasa lo que pasa
Antonio Moya Somolinos
sábado, 13 de febrero de 2016, 00:55 h (CET)
Los males de la política española vienen de atrás. En 2011, con la mayoría absoluta, el PP tuvo la oportunidad de hacer una política liberal, pero hizo justo la política que no se le pedía, una política socialdemócrata, debido a sus complejos timoratos, a querer ser de izquierdas sin serlo, a su miedo a ser de derechas y en último término a su ausencia de principios salvo el objetivo único de perpetuarse en el poder.

El resultado han sido cuatro años perdidos: Ausencia de una reformas estructurales en la Administración, en el modelo territorial, en la reforma constitucional que aboliera la ley sálica en la monarquía, en la liberalización de la sanidad y la enseñanza. En una palabra, ausencia de adelgazamiento del Estado, lo que supondría la consiguiente reducción drástica de impuestos y el correlativo enriquecimiento del pueblo, que supondría mayor emprendimiento y más riqueza y empleo.

Todo esto por no mencionar la verdadera traición al electorado en materia de aborto. A lo que he mencionado hemos de añadir que a estas alturas la mitad del empleo en España es precario, que la prima de riesgo vuelve a subir peligrosamente, que la deuda pública ha subido astronómicamente y que en este trimestre tenemos que pagar unos 400.000 millones de euros que no se sabe de dónde los vamos a sacar porque los inversores se están yendo en bandadas a la vista del panorama político tan oscuro en el que la sombra de Chavez se proyecta cada vez con mayor nitidez.

Dentro de la multitud de corrillos, conversaciones, contactos y negociaciones a que se dedican los políticos desde hace casi dos meses, hay quienes ven como única solución un pacto PP-PSOE-Cs, pero me parece que no advierten la precariedad de tal solución. Si el PP no ha sido capaz en cuatro años y con mayoría absoluta de llevar a cabo una política liberal, que es la única que habría sacado adelante al país del atolladero asfixiante en que estamos, mal podrán llevarla a cabo un grupo heterogéneo de políticos, en su mayoría no liberales, cuyo único objetivo es que no gobierne Podemos. No me imagino al PSOE, ni solo ni en coalición, llevando a cabo políticas liberales, que están en las antípodas de su ideario.

A mi modo de ver, una coalición PP-PSOE-Cs para lo único que serviría es para prolongar la agonía de una política decrépita, y para poner en bandeja, dentro de unos meses o a lo sumo dos años, la mayoría absoluta en manos de Podemos, puesto que si hay algo que está en la raíz de la situación actual es que la inmensa mayoría de los españoles están totalmente hartos del PP y del PSOE, y de sus corrupciones respectivas, aunque los de Podemos apunten iguales maneras.

Quizá lo ideal sea que antes de que eso suceda, la situación económica del país llegue a un extremo tal de deterioro que seamos intervenidos por la troika. Sería lo mejor que nos podría pasar. Quizá era lo mejor que nos podía haber pasado hace cuatro años, si no fuera porque Rajoy consiguió convencer a los de Europa de que con un superficial maquillaje quedaba la cosa arreglada. Bien que ha ocultado el gallego que ese maquillaje ha sido a costa de elevar, nada más y nada menos que a un billón, la deuda pública, lo que supone más o menos decir que “el que venga atrás, que arree”, hipotecando para dos generaciones la economía nacional mientras él tiene la caradura de colgarse medallas diciendo que ha salvado al país.

Quiero recordar que cuando Franco murió en 1975, dejó al país con una deuda pública exactamente igual a cero pesetas. Que cada cual saque consecuencias. Cuando se deja un país enfermo, pasa lo que pasa.

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