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La politización del reparto de menores migrantes, lo hemos vivido en estos últimos meses y días, tiene un efecto nefasto en la opinión pública. Unos y otros contribuyen a crear la imagen de que España está desbordada por una ola de migración y que los recursos públicos no tienen capacidad para atender a los niños.
Por mucho que consigamos regular nuestra vida, encauzarla dentro de unos horarios, y defendernos así del desorden que nos acosa por doquier, pasamos los años, los meses y los días, sin acabar de familiarizarnos con ese transcurrir del tiempo, la medida de los acontecimientos entre un "antes" y un "después".
Según una estimación de hace unos días, el Instituto de Estadística de esta Comunidad, Cataluña se vacía de niños. El número de personas octogenarias por el contrario aumentará en un 30% en solo diez años, si Dios quiere yo estaré entre ellos. Se trata de una espectacular aceleración en línea con las proyecciones del INE para 2039.
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