Un mejor control del las aguas -para el consumo y servidas- y regulaciones que ayuden a reducir el empleo de antimicrobianos en los sectores agrícola, farmacéutico y sanitario, contribuirá a disminuir el riesgo de que millones de personas mueran cada año por la acción de las superbacterias y otros microbios muy resistentes. Foto: Shutterstock/Pnuma
NAIROBI – Hasta 10 millones de personas podrían morir cada año debido a la resistencia desarrollada por superbacterias y otros microbios, cuyo combate requiere reducir la contaminación generada por los sectores farmacéutico, sanitario y agrícola, alertó un nuevo estudio de Pnuma.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), afirmó que “los mismos factores que provocan la degradación del medio ambiente están agravando el problema de la resistencia a los antimicrobianos”.
“Los efectos de la resistencia de los antimicrobianos podrían destruir nuestra salud y nuestros sistemas alimentarios”, agregó Andersen.
La aparición y propagación de la resistencia a los antimicrobianos (RAM) ocurre cuando los medicamentos antimicrobianos que se utilizan para prevenir y tratar infecciones en humanos, animales y plantas pierden su eficacia, ante lo cual la medicina moderna corre el riesgo de no poder tratar siquiera las infecciones leve.
El Pnuma pide que se refuercen las medidas para reducir la aparición, transmisión y propagación de las superbacterias (cepas de bacterias que se han hecho resistentes a todos los antibióticos conocidos) y otros casos de antimicrobianos, que ya cobran un grave tributo en la salud humana, animal y vegetal.
El documento se centra en las dimensiones medioambientales de los antimicrobianos y en la necesidad de reducir la contaminación, especialmente la generada por los sectores farmacéutico, sanitario y agrícola, junto con los contaminantes procedentes de sistemas deficientes de saneamiento, alcantarillado y residuos municipales.
Los antimicrobianos -en particular los antibióticos, los antivíricos, los antifúngicos y los antiparasitarios- son medicamentos que se utilizan para prevenir y tratar infecciones en los seres humanos, los animales y las plantas.
Esos medicamentos entran en el ambiente y en las fuentes de agua (incluidas las de agua potable) a través de las aguas residuales, los desechos, las escorrentías y las aguas negras y, por esa vía, propagan organismos farmacorresistentes y, por consiguiente, la propia resistencia a los antimicrobianos.
Factores de estrés microbiano (por ejemplo, la presencia de metales pesados) crean condiciones favorables para que los microorganismos desarrollen resistencia.
En 2019 se atribuyó un vínculo de causa directa entre 1,27 millones de muertes en todo l mundo y las infecciones por patógenos resistentes a los medicamentos; y un vínculo de asociación entre 4,95 millones de muertes y la RAM.
Según el estudio, la resistencia a los antimicrobianos podría provocar hasta 10 millones de muertes cada año para 2050, una tasa equiparable a la de mortalidad mundial por cáncer en 2020.
El costo económico de la resistencia a los antimicrobianos podría representar una caída del producto interno bruto mundial de 3,4 billones (millones de millones) de dólares para 2030, lo que agregaría 24 millones de personas a los 600 millones que vivirán en pobreza extrema en ese año, según proyecta el Banco Mundial.
La resistencia de los microbios presenta otro ejemplo de la desigualdad, pues afecta de manera desproporcionada a los países de renta baja y media.
“El informe sobre la resistencia a los antimicrobianos publicado por el Pnuma es un ejemplo más de desigualdad, en el sentido de que la crisis de la resistencia a los antimicrobianos está afectando de manera desproporcionada a los países del Sur», declaró la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Motley y su par bangladesí, Hasina Wajed, copresiden el Grupo de Liderazgo Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos.
El documento del Pnuma propone medidas para enfrentar tanto el deterioro del entorno natural como el aumento de la resistencia a los antibióticos, centrándose en abordar las principales fuentes de contaminación derivadas de un saneamiento deficiente, las aguas residuales y los residuos comunitarios y municipales.
Esas recomendaciones incluyen crear marcos sólidos de gobernanza, planificación, reglamentación y legislación a nivel nacional, aumentar los esfuerzos mundiales para mejorar la gestión integrada del agua y establecer normas internacionales sobre indicadores microbiológicos de antimicrobianos a partir de muestras ambientales.
Hay propuestas para reorientar las inversiones en ese sentido, garantizar una financiación sostenible y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) prepara una iniciativa mundial a 10 años para reducir la necesidad de antimicrobianos en los sistemas agroalimentarios.
A-E/HM - Fuente: IPS
|