Estoy harto de mandatos,
de este maldito Gobierno, que nos conduce al averno por una o por otra causa, siempre con prisa y sin pausa y encima con acritud. Tan belicosa actitud me ha vuelto más exigente y más duro y renuente ante tanta ilicitud.
Hoy me quiero desquitar, de tantos decretos leyes, pongo el carro ante los bueyes para hacer a mi manera, la obligación torticera que es el cambio de la hora. Lo acabo de hacer ahora a las ocho de la tarde que Dios a todos os guarde. ¡La calma en mi alma mora!
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