Más de una vez he escrito sobre algunos personajes, cuyas actuaciones, aunque no me hayan sorprendido, porque ya no sorprende casi nada, me han llamado poderosamente la atención. Y mucho más aún, cuando esos personajes eran inteligentes, de buena formación cultural y profesional y aparentemente estables emocionalmente.
Es el caso del actual ministro del Interior, Fernando Grande Marlasca. La verdad es que, después de analizar su biografía, parece mentira que el Grande Marlasca de los años de judicatura sin contacto alguno con la política, sea tan diferente al ahora político que entró a formar parte de este nefasto Gobierno. Como juez persiguió a los malhechores de Eta lo que le costó la amenaza de la organización de la serpiente, y con ello se ganó el respeto y el agradecimiento de las víctimas.
Su vida privada parecía estable; se identificó como homosexual, se unió sentimentalmente aun filólogo llamado Gorka Arotz, y viven en Chueca. Se puede decir que, desde que Pedro Sánchez lo nombró ministro, (acto que muy entusiasmadodedicó a su compañero), el perfil de Grande Marlasca ha ido perdiendo puntos cada día. Da la impresión de que se olvidó totalmente de lo que fue y se haido maleando tanto que sus acciones sólo van encaminadas a cumplir los deseos de Sánchez que a su vez son las órdenes de Podemos, Bildu, separatistas y lo peorcito del mundo antidemocrático.
Qué pena ver a un juez ejerciendo de ministro del Interior, mintiendo a cada momento y actuando tal cual Pablo Iglesias, Irene Montero, Adriana Lastra, Ávalos, y demás comparsa. Rebajándose ante las exigencias de los herederos de Eta y acercando todos los presos adónde ha pedido Otegi Ha cometido, en fin, tantos actos contrarios al buen gobierno (indignos de un antiguo miembro de la judicatura) que va camino de enfangarse hasta donde sea preciso con su actuación torticera contra el glorioso cuerpo de la Guardia Civil y especialmente yendo -personal e injustamente- “a la caza” del coronel Pérez de los Cobos.
Estoy seguro de que si viviera su padre (el policía nacional Avelino Grande), se llevaría las manos a la cabeza al ver lo “pequeño” que ha quedado su hijo.
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