Es una práctica que viola los derechos fundamentales de las niñas y mujeres, ya que pone en grave riesgo su salud física y emocional, por lo que es importante un trabajo de sensibilización y formación en las comunidades que lo llevan a cabo, partiendo del conocimiento de sus ritos e identidades, así como un trabajo de legislación.
La mutilación genital femenina es una práctica cultural nociva, llevada a cabo principalmente en su origen, en 30 países de África y Oriente Medio, que vulnera los derechos humanos de mujeres y niñas, en el que sus raíces están basadas en la desigualdad de género.
Según estudios de UNICEF (2016) se estima, que más de 200 millones de mujeres y niñas vivas han pasado por la mutilación genital femenina. De ellas, más de la mitad vive concentrada en tres países: Indonesia, Egipto y Etiopía, y alrededor de 44 millones son menores de 15 años. UNICEF también calcula que, cada año, más de 3 millones de niñas se encuentran en riesgo de ser mutiladas, y calcula que en España viven mas de 55.000 mujeres y niñas procedentes de países en los que la ablación es habitual.
En nuestro país, la mutilación genital femenina está tipificada como delito de lesiones desde 2003 en el Código Penal de 1995 (art. 149) y castigada con pena de prisión de 6 a 12 años e inhabilitación de la patria potestad en el caso de menores. En el año 2005 se aprobó la normativa que permitía la persecución extraterritorial de la mutilación genital femenina, y aunque en 2014 se aprobó una reforma restrictiva de la justicia universal (Ley Orgánica 1/2014).
La mutilación genital femenina es una prácticaque vulnera los derechos humanos y una forma de violencia contra la mujer, con implicaciones sanitarias y psicosociales entre muchas otras, viola el derecho de niñas y mujeres a la integridad y afecta directamente a su salud física, sexual, reproductiva y psicológica, perpetuando las desigualdades de género en la sociedad.
Hablamos de una práctica milenaria muy arraigada en diferentes etnias e identidades, que, según cifras recientes de la Organización Mundial de la Salud, cada año se realiza a dos millones de niñas y adolescentes en 28 países, la mayoría de ellos africanos. En estos países la mutilación femenina está vinculada a una serie de mitos y leyendas que la mantiene viva. Existen zonas donde se llega a creer que si una niña no es circuncidada antes del casamiento su marido morirá e incluso que esta le garantiza la fertilidad o llegando a equipararse como una medida de protección del VIH.
Por ello el trabajo de los profesionales en los países de origen está en el conocimiento de estos argumentos paradesarrollar mecanismos y planes de sensibilización e información, ya que la mayoría de las comunidades que la practican, no relacionan las consecuencias físicas que tiene en las mujeres que la sufrieron de niñas. Estas vías son necesarias para desterrar las falsas creencias e informar sobre las consecuencias de la mutilación genital a las comunidades origen.
Médicos, asociaciones y entidades del tercer sector que trabajan con este tema para la abolición de la ablación y la infibulación, coinciden en que más allá del daño físico producido en el cuerpo femenino, el trauma psicológico es mucho más grave.
En la mayoría de los casos, este acto se produce en condiciones sanitarias paupérrimas y de forma brutal, es practicado por mujeres mayores sin conocimientos médicos, las herramientas que se utilizan para esta práctica son muy rudimentarias, al igual que pequeños elementos cortantes que las niñas suelen compartir habitualmente y que esto puede propiciar el contagio de numerosas enfermedades, y sin anestesia, lo que trae como consecuencias dolores, infecciones, sangramientos, picores y descargas vaginales durante toda su vida. Por lo que muchas de estas niñas mueren, y otras debido a las complicaciones tienen grandes dificultades en sus futuros partos. Francia se encuentra a la vanguardia en la legislación para evitar la ablación femenina en posibles víctimas y personal de la salud asociados con la ginecología, están obligados a informar a las autoridades ante casos de ablación y existe una red de control articulado por los centros sanitarios, colegios y trabajadores y trabajadoras del sector social. La aplicación de la ley en este país resulta un elemento disuasorio e incluso un juez puede prohibir la salida del país a unos padres, ante la sospecha de que se va a practicar la circuncisión femenina, en el país de origen de estos.
Para trabajar este tema es muy importante el trabajo de sensibilización y formación en las comunidades que llevan a cabo la mutilación femenina, es muy importante el conocimiento de sus mitos y ritos, así como trabajar una legislación efectiva en el mundo occidental.
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