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Los grandes inversionistas que dominan el mundo con sus títeres, los políticos

¿Acaso alguien cree que lo de Ferrovial es una casualidad?
José Luis Ortiz
sábado, 15 de abril de 2023, 11:11 h (CET)

Marioneta


¿Qué pasa cuando los gestores de inversiones más poderosos del mundo controlan el destino de un país? La pregunta es inquietante, pero desafortunadamente no es una hipótesis. Los grandes gestores de inversiones han tomado el control de los gobiernos de todo el mundo, y están determinando a quién se le da acceso al dinero, cómo se invierte y cómo se distribuye. Esto ha tenido un efecto profundo en la forma en que los gobiernos funcionan y los intereses de sus ciudadanos. Estos gigantes financieros tienen mucho control sobre los gobiernos, ya que tienen acceso a enormes cantidades de dinero. Estos fondos pueden usarse para influir en la política y las decisiones gubernamentales, para financiar campañas electorales o para comprar empresas estatales a precios muy bajos.


Esto les permite tomar el control de sectores clave de la economía, como el transporte, la energía y la financiación. Además, los gestores de inversiones también tienen acceso a datos privilegiados sobre las finanzas nacionales que les ayudan a predecir el futuro de un país con mayor precisión que los gobiernos locales. Esto significa que pueden anticipar los movimientos de una moneda antes incluso de que el gobierno actúe. Esta información les permite hacer jugosos negocios con su dinero, a costa del bienestar económico del país.


El poder de los grandes gestores de inversiones tiene un profundo impacto en la vida de la gente. Esto se ve claramente en la reciente crisis financiera global, en la que los fondos más grandes se beneficiaron enormemente mientras que muchas personas perdieron sus ahorros. Esto refleja la desigualdad creciente entre los ricos y los pobres, que ha sido exacerbada por el poder desproporcionado de estas empresas. Lo que es aún más preocupante es que estas empresas son cada vez más las que determinan las políticas gubernamentales. Los líderes políticos, de cualquier signo y bandera, adoptan medidas que favorezcan a estas compañías, sin importar el bienestar general. Esta es una tendencia preocupante y hay que tomar medidas para detenerla si queremos evitar un futuro sombrío para nuestro mundo.


No exagero y para ello me centro en España con datos objetivos. Estos fondos soberanos y gestores de inversión tienen en España. Los datos que voy a ofrecer son totalmente clarificadores de lo que sostengo. En España el PIB era de 1,5 billones de euros y estos gestores en 2023 tienen casi 50 billones de activos en España y controlan entre el 7,02 % y el 15,20 % de empresas como el Banco Santander, el BBVA, Iberdrola, el Corte Inglés, Ferrovial. Una larga lista de empresas similares son parte de sus intereses y controlan el 90 % del IBEX en España.


¿Acaso alguien cree que lo de Ferrovial es una casualidad? No, en absoluto, es un mensaje muy directo a ciertos interlocutores, los políticos sus títeres.


Grandes ventrílocuos que introducen su mano por los cuartos traseros de sus títeres, los políticos, para sus espectadores que no son otros que la humilde sufridora sociedad contemplen el reality  show de la vida.  A cambio les acaricia su ego y su vanidad para que cumplan su cometido y finalidad.


Como siempre regreso a la historia. ¿Sabéis quiénes facilitaron el éxito de Hitler en su segunda campaña electoral antes de la mayor y dramática sucesos de la historia mundial como fue la II Guerra Mundial? Los que apoyaron directamente fueron empresas como Coca Cola, Henry Ford e importantes bancos del momento que se encontraban del lado de los aliados en el conflicto que acabo con las libertades y la vida de casi 48 millones de personas en el mundo.

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Desde los presocráticos (la vida es “estar despierto”, Heráclito del Efeso), con más el cristianismo ejercitado como sistema bifronte universal de ideas (cuerpo y alma) y la cultura judeocristiana, sobre todo en Occidente, el sujeto desde que nace busca su destino, se rebela contra la muerte y aprecia su cultura como una forma de luchar contra el final irreductible.

 
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