Pilar Rahola comienza su escrito Dios, así: “Podría hacer mío el dilema de García Marquez, cuando aseguró que le desconcertaba tanto pensar que Dios existiese como que no existiese. A pesar de que Jean Anouilh, rebuscando en las entrañas, añadió que lo más terrible de Dios es que no se sabe si es truco del diablo. Lo cierto es que la gran pregunta de Nietzsche, “es el hombre nada más que un fallo de Dios, o es Dios solamente un fallo del hombre”, se mantiene eternamente abierta, especialmente cuando la barbarie extiende su maldad y cuesta entender el horror después de la tragedia. La pregunta que se hacían los judíos en los campos de exterminio “donde está Dios”, y la misma que deben haberse hecho todos aquellos que han sufrido, en su propia carne la maldad extrema”. La confusión en que se encuentra Pilar Rahola la sigue expresando cuando escribe: “No creo que hacer una pregunta como ésta, en tales circunstancias, tenga respuesta posible, lo cual no evita que la pregunta se formule una vez y otra, como la letanía de la desesperación”.
Encontrándose Pilar Rahola en el mar del desconcierto, sigue escribiendo: “Personalmente estoy convencida de que Dios es una idea humana, un clavo en el que agarrarse para aceptar la inevitable finitud de la vida, y les aseguro que este convencimiento es una pesada piedra en la propia mochila. Pero este convencimiento no me ha impedido –probablemente envidiar- a los que tienen un fe sólida en Dios, cuando esta fe fortalece su humanidad”.
Quisiera creer que la envidia que Pilar Rahola siente por los que tienen una fe sólida en Dios que fortalece la humanidad de los que la tienen, sea sincera. Si fuese así, estaría a un paso de obtenerla. Antes, pero, debería desprenderse del concepto plural que tiene de Dios ya que habla de “dioses luminosos” y “dioses del mal”, finalizando su escrito con estas palabras:”Para terminar, feliz Semana Santa a todos los dioses de la luz y a los creyentes que los honran”. El concepto de la pluralidad de dioses lo ha heredado de las mitologías griega y romana, dioses que ciertamente fueron hechos con los vicios y pasiones de los hombres que los diseñaron. Sólo hay un Dios nos advierte el primer versículo de la Biblia: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”. Este Dios creador afirma que todo lo hizo bien. También nos dice el texto inspirado por el Espíritu Santo que un ángel creado por Dios quiso destronar al Creador de su trono, sublevándose contra su autoridad, lo cual le convirtió en Satanás y, éste, poseyendo a una serpiente hizo caer a Adán en la trampa de la desobediencia a Dios, con lo cual se introduce el mal en el ser humano, de ahí los “dioses del mal, estos truenos de muerte que inspiran el odio y a la violencia”, al decir de Pilar Rahola.
Dios que no quiere dejar abandonado al hombre al trágico destino en que se encuentra por propia decisión, declara: “Y pondré enemistad entre ti (la serpiente) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya, ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón” (Génesis 3:15). Esta es la primera profecía que anuncia la muerte de Jesús para que el hombre pueda recuperar su amistad con Dios perdida en la desobediencia de Adán. En palabras de Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Si Pilar Rahola desea saber la verdad sobre el problema del mal, si desea desprenderse de la confusión que impregnan sus palabras debe empezar a buscar. El Señor promete que el buscador sincero encontrará la luz que hará desaparecer la incertidumbre.
“En estos tiempos de días oscuros…qué debemos hacer con estos dioses del mal, estos truenos de muerte que inspiran odio y violencia”? Debemos frenar su actividad.
Le pregunto a Pilar Rahola, ¿le preocupa verdaderamente la proliferación del mal que se hace en Nombre de Dios? Si le importa de verdad y la afronta sin prejuicios, escuchará lo que Dios tiene que decirle. Si presta atención a Cristo que es la luz del mundo, dicha luz resplandecerá en su corazón y la confusión que le acompaña creada por las tinieblas espirituales que lo envuelven, desaparecerán y las dudas que la embargan desaparecerán.
La declaración de Dios: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” no es creída y se la sustituye por la atea que afirma que la creación es obra de un azaroso Big Bang y una imprevisible evolución. Esto no es lo que enseña la Biblia, libro inspirado por el Espíritu Santo que es el Espíritu de verdad: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19,20). Pero el ser humano en su obstinación no quiere reconocerlo: “Profesando ser sabios se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (vv. 22,23). Este cambio no autorizado tiene sus consecuencias: “Y como no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (v.28). Acto seguido el texto da una lista de cosas impropias que viéndolas hacen que la periodista se pregunte: “¿Dónde está Dios”? El detalle es el que sigue: “Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (vv. 29-31).
La epístola a los Romanos se escribió hace 2.000 años y describe con detalle la sociedad actual. ¿No debería ser un motivo de reflexión para todos aquellos que verdaderamente están preocupados por la situación caótica en la que nos encontramos y que no se sabe como poder salir de ella?
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