La historia debe tocarme los nervios. Mi corazón debe empezar a latir cuando escucho la primera línea en mi cabeza. Empiezo a temblar ante el riesgo. –Susan Sontag
Escuchar lo que dice la tierra, nombrar al cielo y ver el firmamento en una simple copa de agua. Todo se relaciona y se siente la conexión de las cosas en un parpadeo o al escribir con el alma aquello que creemos descubrir en la cotidianidad, al pasar de los años. Lo único que tenemos, en realidad, es tiempo, esa es nuestra mayor ventaja y desventaja. Desde el comienzo de la historia se ha tenido la necesidad de mostrarle a los demás, al mundo, pensamientos y sentimientos, que, finalmente, como seres humanos compartimos a lo largo de las diferentes etapas de la vida.
Las palabras fluyen hasta llegar al río de todas las existencias, en la hora y lugar exacto. En el lienzo del recuerdo evocamos todo lo que hemos perdido, para imaginarlo de nueva cuenta y darle vida. A veces entre lo más simple encontramos la luz de las ideas, con el fin de reconstruir el camino y seguir. La música de la evolución entre toda la oscuridad sólo propone una palabra: invención.
Tanto nuestros antepasados como los seres humanos más vanguardistas y digitales de este siglo han sentido al tomar en sus manos, ya sea en una pluma, lápiz, teclado o mouse la chispa de la creación, el flujo de energía lleno de inesperada felicidad y éxtasis; escribir es como un rayo que electrifica lo más oculto del ser para hallar un escape, una puerta diferente y única hacia lo desconocido. En otras palabras, sentimos que verdaderamente existimos a través de esa explosión e implosión de imágenes, hay una sensación de completud y fisicidad, un balance imaginario, casi como si las semillas (las letras) germinaran en un jardín secreto, que, de repente, en un chasquido emergen en flores visibles y sensibles al tacto del otro.
Todo comenzó en una pintura rupestre, luego pasó a la corteza de árbol o caparazón de tortuga, hueso, tablilla de barro, pergamino, papiro, papel hasta llegar en forma de píxel a las pantallas. La escritura ha sido y es el corazón del progreso de la humanidad. En el libro, El papel: técnicas y métodos tradicionales de elaboración, de Josep Asunción, se tiene como primera referencia histórica al chino Han Hsin (247 a 195 a.C.), quien aprovechó los tejidos de seda para formular un tipo de superficie plana en la que se pudiera escribir.
Más tarde, en el año 105 d.C., Tsai Lun creó otra variedad de papel más resistente con redes de pesca, corteza de morera, ramio, cáñamo o bambú y fibras vegetales extraídas de trapos. La primera fábrica de papel se origina en la historia del Turquestán mongólico, esto representó una revolución importante para la distribución del conocimiento y el saber. En forma paralela, en distintas partes del planeta, la expresión tenía que hallar su complemento. La esencia humana se preservó en el Mediterráneo gracias al papiro, en América el alma de lo sonidos tuvo su nicho en el papel precolombino y en Lejano Oriente el papel, tal cual es en la actualidad, llegó para dejar huella.
Se cuenta que en una batalla entre chinos y musulmanes, en el año 751 en Samarkanda, el secreto de cómo se elaboraba el papel pasó a los oídos de los musulmanes y el auge de su producción tuvo un inicio avasallador, ya que los árabes no perdieron el tiempo e instalaron molinos de papel en Asia Menor y Norte de África. Su aportación a esta invención compartida fue la confección de tamices de malla metálica, el uso de pastas de almidón de harina de trigo como encolante y el reciclado de trapo.
Rápidamente, a través de la península ibérica, el papel dio un gran salto a Europa para su expansión, durante la dominación musulmana en Toledo. En años posteriores a 1189 se esparció la producción del papel en Francia, Italia, Alemania, Inglaterra y a finales del siglo XVI a Rusia, a Estados Unidos y a Suecia. Para el año de 1798, el inventor francés Nicholas Louis Robert construyó la primera máquina formadora de papel desde el proceso de producción antiguo, años después, en 1803, los hermanos Henry y Sealy Fourdrinier la mejoraron y les dieron su nombre a las máquinas. Pero fue hasta 1850 que el primer proceso químico para producir pulpa tuvo su origen. Actualmente, los países principales que son líderes en la producción de papel son China, Alemania, Estados Unidos y Canadá.
Jennifer Bringas Botello, en su artículo “Historia y generalidades del papel”, define el papel “como un material elaborado con fibras naturales en forma de hoja flexible” y dependiendo de la producción de pulpa se distinguen varios tipos de papel, por ejemplo, hay “papel de trapo”, “papel de pulpa mecánica, química o semiquímica”. El papel se caracteriza por tener una estructura porosa y se le conoce también como “un conjunto de fibras que forman una red”, con tres dimensiones (largo, ancho y espesor).
La invención del papel logró a su vez que la imprenta de Gutenberg, creada en la década de 1440, acelerara el progreso y el pensamiento humano. Las primeras páginas impresas en latín son más que tesoros, que guardan en sí el poder de descubrimiento y una realidad que deslumbró aquella época, por la alfabetización masiva, la aparición de los diarios, las contribuciones a la ciencia y la educación, entre muchos otros aspectos a los que contribuyó su llegada y expansión.
Al principio, como tal, el papel y la imprenta fueron dos luces que provocaron casi un tsunami de invenciones, sin embargo, no todo es bueno. El planeta está siendo afectado por la producción masiva de papel, dejando una huella profunda de conocimiento, pero también de contaminación. De acuerdo con el portal de National Geographic, se estima que cada año hay una pérdida considerable de superficie forestal, por la tala de árboles, lo que afecta los ecosistemas y provoca la extinción de la fauna. Nuestro deber y reto, es reciclar toda la cantidad de papel posible, se dice que “una tonelada de papel reciclado puede salvar 17 árboles adultos”.
Queda en nuestras manos hacer algo por la madre tierra, ¿cómo? Modificando los hábitos que tenemos y siendo empáticos con las generaciones futuras. Recuerda que las pequeñas acciones pueden lograr grandes cambios. Afortunadamente, en la actual era digital existen bastantes alternativas para cuidar el planeta. Entre los fundadores de esta nueva manera de ver el mundo, que vivimos día con día a partir de los programas informáticos que benefician la comunicación y la publicación digital, está Charles Geschke, el padre del PDF (Portable Document Format), quien fundó Adobe en 1982. Los software están transformando el camino, pero, siempre, sólo y únicamente, el tiempo nos dirá hacia dónde nos dirigimos.
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