Simitrio, una legendaria película mexicana filmada en 1960 dirigida por Emilio Gómez Muriel y protagonizada magistralmente por José Elías Moreno Padilla y mismo film que fuera objeto de reconocimiento en el Festival de CINE de San Sebastián, España, que he visto y escuchado por TV Abierta varias veces, resulta muy interesante porque tenemos a un personaje anónimo depositario de la culpabilidad general de todos sus compañeros y merecedor de castigos, como el niño SIMITIRO que ha perpetrado varias travesuras en contra del Profesor Normalista y Rural, que es un hombre ya mayor y de la tercera edad con problemas en la vista, EL Maestro CIPRIANO trata infructuosamente de castigar, porque sus compañeros ya han acordado LA HERMANDAD SIMITRIO para adjudicarle todas las culpas de las travesuras a SIMITRIO, porque cuando iniciaron las clases, los padres del verdadero SIMITRIO le avisaron a uno de sus alumnos y compañeros, que su hijo ya no iba estudiar en esa Escuela, ya que por motivos de trabajo se tenían que trasladarse a otra población.
Esta historia que nos retrata las condiciones reales de la educación rural en el México posrevolucionario, es un símil y hay cierto paralelismo con la obra de Lope de Vega, FUENTEOVEJUNA, cuando preguntan quién fue el culpable, el COMENDADOR.
Luego también llega a ese Pueblo, una inspectora de la SEP cuya encomienda era relevar y despedir al Maestro, por carecer de condiciones físicas para seguir trabajando, sin embargo el Presidente Municipal, los paterfamilias y el pueblo se oponen a tal decisión injusta y arbitraria vs un Maestro anciano, de edad avanzada, después, el Maestro se encariña de sus alumnos y sigue creyendo que uno de ellos es SIMITRIO, y lleva a uno de ellos a su casa para regalarle Zapatos y Uniforme, hasta que se entera que las autoridades municipales, educativas y del Estado deciden homenajearlo para entregarle un reconocimiento y una medalla por sus 40 años de servicio, cabalgando en su caballo y acompañado de su alumno regresan al pueblo en medio de una verdadera fiesta cívica.
Los Maestros rurales en México, fieles instrumentos propagandistas de la ideología y la pedagogía de la Revolución, habían sido poco valorados, marginados, menospreciados por la narrativa y retórica oficial que para mantenerlos controlados políticamente optó por corporativizarlos y encapsularlos en SINDICATOS MAGISTERIALES que le fueron útiles al sistema para la captura y recolección de votos en las épocas electorales, pero que fueron mediatizando y devaluando sus demandas sin responder a sus verdaderas necesidades, pero cuando al Sistema ya no le fue útil esas organizaciones magisteriales optó por desecharlas, creando nuevas para mantener su Status Quo.
Ese es el retrato social de don CIPRIANO, heróico Maestro rural, que si bien su miseria crónica contrasta con el ideal del sistema educativo de Vanguardia que tuviera en sus nobles orígenes proyectado por sus padres fundadores: la apuesta de la revolución cultural Vasconcelista, Dr. Pedro de Alba, Narciso Bassols, Ignacio García Téllez, Alfonso Reyes y Don Jaime Torres Bodet, todavía faltaba mucho camino por recorrer desde llamada Educación Socialista hasta la que se denomina la Nueva Escuela Mexicana con los valores fundacionales del pasado( Identidad con México, Responsabilidad ciudadana y Consciencia Social) pero con los retos y desafíos del siglo XXI: no solo elevar la calidad de la educación y el aprendizaje de excelencia, sino mejorar ostensiblemente las condiciones económicas y materiales del Maestro Rural( revalorización del magisterio) que para algunos sería una especie en extinción, pero que aún existen comunidades muy alejadas de las metrópolis del progreso que requieren de su noble vocación y su participación, sin soslayar el entorno urbano, en cuyas márgenes y periferias también existen enormes necesidades.
El proyecto de la nueva escuela Mexicana 2030, tiene futuro por sus bases ( Inclusivo, Pluricultural, colaborativo y equitativo) su amplio sentido humanista y su transversalidad, pero no debería quedar fallido y/o eclipsado entre el afán de adoctrinamiento electorero y los intereses de la Tecnocracia educativa que aún permean en las estructuras de la Burocracia educativa que se resisten a formar hombres y mujeres libres, cuyos directivos prefieren estar encapsulados entre los diagramas de flujo con estadísticas frías basadas en cifras anónimas y el mundo virtual de las TICs, quedando inmersos en un verdadero espejismo, tal como versaba aquella alegoría de la Caverna de Platón, “Lo que ven no es la verdadera realidad sino sombras nada más”.
Es cierto que la nueva Escuela Mexicana del siglo XXI propone recuperar la dimensión Ética y Política de la Escuela hacia las comunidades, pero también la NEM hace énfasis en la promoción de la Interculturalidad y la cultura de Paz inspirados más en el modelo de la UNESCO que de la OCDE( que busca entronizar al gerencialismo neoliberal), sin embargo no debería quedarse en una promesa sexenal como un simple catálogo de buenas intenciones, sino trascender hacia una verdadera política de Estado, con perspectiva transexenal más allá de la demagogia oficial y del ancestral atraso social que persiste en un sinnúmero de comunidades rurales y urbanas de México.
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