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Los mandarines del nuevo orden mundial

El incontenible avance de una cultura que amenaza desperdigar las esquirlas de sus conflictos por todo el orbe
Luis Agüero Wagner
miércoles, 21 de junio de 2023, 08:56 h (CET)

Dice un conocido aforismo que se presume de lo que se adolece, y el secretario Blinken lo confirmó en Pekín, donde se reunió con los líderes chinos esbozando una nerviosa sonrisa ante sus impasibles antagonistas en la geopolítica mundial.


A pesar del esfuerzo estadounidense, todo parece indicar que sotavento señala destinos diferentes al pretendido por Washington en regiones bajo influencia de distintos bloques, incluida Europa. En ese contexto, la embajada de Francia en Paraguay emitiò una circular anunciando la realización de una cumbre esta semana en París, para tratar un ineludible nuevo pacto financiero mundial, mientras el embajador de la Federación Rusa criticó en un evento para conmemorar su fiesta nacional del 12 de junio, el irrespetuoso trato de la política exterior estadounidense a otras culturas, en clara alusión a la intromisión norteamericana en las recientes elecciones paraguayas.


Con más de 1100 millones de hablantes, el chino mandarín no solo es la principal forma hablada del chino, también es la lengua con mayor número de hablantes nativos seguido por el español, y es uno de los basamentos de mancomunidad entre China continental y la repùblica de China en Taiwán, la única que mantiene relaciones con Paraguay.


En ese contexto, este miércoles 21 de junio se inician oficialmente clases de chino mandarín bajo auspicio de la Embajada de Taiwán en el Centro de Institutos Aeronáuticos de Enseñanza, una escuela de posgrado que funciona en la Fuerza Aérea Paraguaya.


Taiwán tiene relaciones oficiales no diplomáticas con la Unión Europea y al menos 47 países más que, aunque reconocen a la República Popular China, mantienen oficinas económicas, comerciales o culturales en Taiwán. Estas relaciones no son intergubernamentales ni son oficialmente diplomáticas o políticas.


El Gobierno estadounidense había sido aliado del Kuomintang durante la Segunda Guerra Mundial y no reconoció inicialmente la legitimidad de los comunistas. En otras palabras, siguió apoyando a Taipéi.


Sin embargo, en 1971 los miembros de la ONU reconocieron la legitimidad de la República Popular. Esa misma década, con la Guerra Fría de telón de fondo, China y Estados Unidos se acercaron y la embajada estadounidense terminó trasladándose de Taipéi a Beijing.


En el marco de esta política de "Una sola China", Estados Unidos reconoce el planteo de China de que Taiwán es parte de ese país, pero nunca ha admitido oficialmente el reclamo sobre la isla que tiene 23 millones de habitantes.


La ambigüedad estadounidense en el tema tiene como objetivo mantener un control sobre el enfrentamiento al disuadir a China manteniendo abierta la posibilidad de una respuesta militar estadounidense. Al mismo tiempo, se pretende privar a Taiwán de las garantías estadounidenses que podrían llevarlo a presionar por su independencia oficial. El objetivo es preservar el status quo y evitar una guerra en Asia, y ha funcionado, permitiendo a Washington caminar por la cuerda floja de las relaciones con ambas partes.


Sin embargo, la tensión ha llegado hasta la remota Sudamérica, donde analistas han avizorado una próxima disputa comercial cuyo eje podría ser la hidrovía Paraguay-Paraná. Un acuerdo entre Estados Unidos y Paraguay ha sido puesto en entredicho, y en agosto tomará las riendas de este país sudamericano un nuevo gobierno que ganó las elecciones a pesar de tener en contra a la embajada norteamericana de Asunción.


Todo parece indicar que el Tio Sam tendrá que transpirar bastante para contener el avance sin prisa ni pausa, de los mandarines del Nuevo Orden Mundial. LAW

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