Tengo entre las manos un pequeño volumen de poesía, “Asimtomàtic”, versos escritos por Joan Carles Martí y editados por la editorial valenciana “Vincle”.
Joan Carles y yo nos conocemos desde hace años, desde los años 80 del pasado siglo, él era un joven universitario que ya se movía en el mundo de la comunicación y yo un cuarentón desubicado y buscando mi lugar en el mundo mientras iba emborronando cuartillas. A los dos nos unía un amor y un deseo, el amor común por nuestra tierra, el País Valencià, y el deseo de conseguir lo mejor para los valencianos y nuestro estimado País. Esperábamos cambiar el mundo, y el mundo algo ha cambiado aunque desde hace unas semanas parece que los pocos cambios conseguidos están en peligro ante el ascenso e invasión de los bárbaros. En uno de sus poemas Joan Carles Martí define líricamente lo que nos pasó “Voliem canviar el món abans que el país”, tal vez nos equivocamos. Ahora él, periodista de raza, después de haber pasado por distintas trincheras, es el subdirector del diario Levante-EMV, donde yo semanalmente escribo una columna sabiendo que mis escritos tienen difícil cambiar ni tan siquiera el País.
Àngels Gregori comienza su prologo diciendo “Explica Marta Pessarrodona que la poesía es un streptease amb els lectors”, es lo que ha hecho Joan Carles Martí con sus versos recogidos en “Asimtomàtic”, desnudarse ante quienes se acerquen a la lectura de sus reflexiones hechas verso. Unos versos que, seguro, en más de una ocasión le han servido para vencer el miedo a la enfermedad, el cáncer, que hace cinco años le llevó a repasar su vida desde la infancia cuando el fallecimiento de su bisabuela es su primer encontronazo con la muerte “la primera topada amb la mort/ va ser precisament la besàvia/ y desde entonces, escribe, sabe cuando vienen las malas noticias.
Las palabras liberan el miedo, escribe en otro de sus versos, él, que sueña con batas blancas desde que le operaron, seguramente de niño, de las anginas. Las largas horas hospitalarias len hace ver al personal sanitario como ángeles “Els àngels porten bates blanques i socs de color/ un somriure de gegant humanitat professional”, y versos más abajo escribe su recuerdo para el Dr. Peset Aleixandre, que ahora da nombre al hospital donde le tratan y que fue fusilado por el franquismo triunfante.
En sus versos Joan Carles Martí dibuja su trayectoria humana y también la profesional. No olvida lo que supuso para muchos el noctambulismo por las calles del viejo Carme de València “Els garitos del Carme foren aules/ de formació continuada i diversa” o aquel viejo Café Lisboa de la calle Cavallers donde unos y otros hicimos muchas guardias nocturnas “Doctorat a la lluïdora barra del Lisboa” También la profesión tiene una rincón en este “Asimptomàtic” “la redacció era una fira persa/ d’espècies amb sosa càustica” recuerda su paso por Girona, donde dirigió el Diari de Girona y donde fue padre “A la riba de l’Onyar/ van sorgir els dos amors infinits”.
Este es el primer poemario de Joan Carles Martí, gran lector de poesía, y eso se nota en estos versos que nos llevan a pasear por un trozo de su vida. Joan Carles, historiador de formación, es un gran lector que nos habla de su pasión por las letras “La relació amb les lletres/ has estat sobrevinguda/ com un bon dinar inesperat/ Trobarse ben a gust entre llibres hauria de desgravar”.
Este libro es un pequeño tesoro, pequeño por su tamaño y grande por su contenido, que editado cuidadosamente por Vincle lleva dos prólogos de dos buenos poetas como son Àngels Gregori y Carlos Marzal, éste nos dice que “los poetas pueden considerarse como criaturas amenazadasque intentan juramentarse contra el destino mediante maquinaciones verbales” Y, a veces, como ahora, las maquinaciones vencen al destino y lo hacen cambiar a mejor. Yo solo les pido que como cantaba Moustaky “Soyez bon pour le poète le plus doux des animaux” Lean a los poetas y sean buenos con ellos porque son los más dulces de los animales.
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