Hace menos de un quinquenio, más del 80% votó contra la bicameralidad y la reelección de congresistas. Ese mandato fue tan fuerte y concluyente que debiera ser respetado. En Reino Unido, los que votaron en 2016 por quedarse en la Unión Europea aceptaron los resultados de un referéndum, donde perdieron con solo 4% de diferencia.
A la ultraderecha peruana, en cambio, le importa un rábano la democracia. En 2 ocasiones han querido hacer que este Congreso vote para que ellos puedan ser reelectos permanentemente y que haya senadores y diputados. Ese proyecto plantea incrementar en casi un 50% el número de parlamentarios y hacer que este tenga un presupuesto de más de mil millones de soles.
Si bien este ha sido aprobado, lo ha hecho con menos votos del 67% del Congreso, por lo que debe ir a un plebiscito. De allí que ya debiera haberse convocado a uno donde la ciudadanía se pronuncie. La nueva maniobra va a ser buscar una nueva reconsideración en 2 siguientes legislaturas. Este Parlamento, que es uno de los más repudiados de nuestra historia y también del mundo actual, quiere imponer contra lo que pide el pueblo un sistema donde ellos eternamente sigan mamando de la teta estatal.
Para que esta bicameralidad proceda no solo hay que burlar la voluntad popular, sino alterar la cuarta parte de esta constitución, con la cual la modifican tanto que dan paso a una nueva. Lo democrático sería que tantos cambios constitucionales sean debatidos en una asamblea echa para ese fin, pero se niegan a ir a una nueva constituyente y también a un referéndum donde el pueblo decida sobre ello.
Una Constituyente con plenos poderes es la única entidad que debiera definir temas como bicameralidad, reelección y, sobre todo, el derecho de los electores a controlar, mandatar o vacar a sus legisladores o cerrar a una legislatura, así como de obligar a que todos los “padres de la patria” no ganen más que un trabajador calificado.
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