Cuenta una historia bastante próxima que la bomba de plutonio destinada a destruir Hiroshima, fue transportada por un navío de guerra maldito, el USS Indianápolis.
El 16 de julio de 1945, el crucero atracado en San Francisco, California, fue rodeado por agentes del Proyecto Manhattan, miembros de la policía militar, y misteriosos contenedores de plomo colocados en cajas de madera se estibaron en el hangar del buque. Se apostaron guardias en las entradas del hangar con instrucciones expresas de tirar a matar a cualquiera que entrase al hangar sin autorización. La tripulación, incluyendo al contralmirante Charles Butler McVay III, desconocían que la carga supersecreta consistía en uranio-235 y otros componentes, y que estaba vinculada al proyecto Manhattan. Tanto McVay como los tripulantes ignoraban que con la misteriosa carga transportada se crearían las bombas atómicas que el 6 y 9 de agosto de ese año serían lanzadas sobre blancos seleccionados en Japón. Los disparadores y otros elementos se transportarán por aire. Luego de abandonar su letal carga, el Indianápolis en algún punto equidistante entre Guam y Leyte, fue localizado por radar y hundido por un submarino japonés, comandado por el capitán Mochitsura Hashimoto. Gran parte de la tripulación que naufragó fue devorada por tiburones dando origen a la leyenda de "la maldición de la bomba atómica". La maldición tuvo otras vertientes, sobre todo en los años de la "caza de brujas" del macartismo, que en su locura se atrevió a investigar incluso a los padres de la bomba atómica, como el mismo Oppenheimer. El Prometeo que robó el fuego a los Dioses para brindarle el elemento a la humanidad, quedó para siempre encadenado al hongo de Hiroshima y Nagasaki. Las brillantes mentes de quienes revelaron a la humanidad los secretos de la física cuántica, como quien abre las puertas al jardín, empezaron a ser vistos como sospechosos por opiniones alejadas del ámbito de la ciencia. Uno de los más relevantes científicos del proyecto Manhattan, Klaus Fuchs, fue arrestado por espía y despojado de su nacionalidad británica. Fuchs, que había nacido en Berlín, fue liberado el 23 de junio de 1959, luego de cumplir nueve años y cuatro meses de su sentencia a 14 años en la prisión de Wakefield. Le fue permitido emigrar a Dresde, entonces ciudad de la República Democrática Alemana. Menos suerte tuvieron Ethel y Julius Rosenberg, ejecutados en la silla eléctrica, supuestamente por filtrar datos desde Los Álamos y la universidad de Berkeley, relacionados con el proyecto Manhattan. Hoy se sabe que al menos Ethel fue apenas víctima de su pasión por las ideas radicales, que no supo callar por prudencia durante los juicios. Los cronistas cuentan que la premonición más lúcida la daría el hijo del matrimonio condenado, declarando tras la ejecución: “Los jueces del futuro mirarán este caso con una gran vergüenza”.
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