La sequía y los fuertes vientos potenciados por el cambio climático propiciaron las condiciones ideales para los voraces incendios forestales que se desataron la semana pasada en la isla hawaiana de Maui, en donde gran parte de la histórica localidad de Lahaina fue arrasada totalmente por las llamas. Hasta el jueves, el número de muertes ascendía a 111, aunque se anticipa que esa cifra aumentará de manera significativa a medida que avance la ardua y lenta tarea de buscar restos humanos entre los escombros de las miles de hectáreas de terreno que han sido consumidas por el fuego. La cifra total de fallecimientos podría superar los 1.000. Los incendios comenzaron el 8 de agosto, apenas unos días después de que finalizara el julio más cálido registrado en la historia de la humanidad y pocos días antes de que se pronunciara sentencia en un histórico caso relacionado con la crisis climática que tuvo lugar a unos 5.000 kilómetros de distancia, en Helena, la capital del estado de Montana. Allí, 16 jóvenes montaneses, de entre cinco y 22 años, interpusieron una demanda contra el estado de Montana por violar su derecho constitucional a un “medioambiente limpio y saludable”. Tras casi dos años y medio de litigio, la jueza de Montana Kathy Seeley falló a favor de los jóvenes demandantes. En la fundamentación del dictamen, la jueza declaró que la ley de Montana que promueve de manera agresiva el uso de combustibles fósiles en detrimento del clima era “inconstitucional”.
Vixay Phonxaylinkham estaba de vacaciones con su familia en Lahaina cuando se desataron los incendios. Desde un refugio situado en la isla de Maui, Vixay dijo a la agencia de noticias Reuters: “[El desastre] se nos hizo patente cuando vimos las llamas, y tuve que pensar rápido. Teníamos que huir [del fuego]. Dejamos nuestro vehículo; y mi esposa, nuestros cinco hijos y yo nos adentramos en el océano. Encontramos una tabla y nos aferramos a ella. [La situación] era sumamente surrealista. Todo a nuestro alrededor estaba en llamas, se producían explosiones, los automóviles estallaban, las brasas volaban en todas direcciones. No podíamos respirar. No había aire”.
Han surgido innumerables relatos de personas que se lanzaron hacia las llamas para rescatar a un familiar, un amigo o una mascota, y que acabaron perdiendo la vida en ese muro de fuego avivado por el viento, con temperaturas de hasta 1.000 grados Celsius.
Kaniela Ing, ex miembro de la Cámara de Representantes de Hawái y actual director nacional de la coalición Green New Deal Network, dijo a Democracy Now!: “Nací y crecí en Maui. Soy Kānaka Maoli, nativo hawaiano de séptima generación. Nuestra isla está en llamas. Nuestra localidad más histórica fue devorada por los incendios forestales. Cientos de personas han sido evacuadas y hospitalizadas. El número de muertos está subiendo y la gente está buscando a sus seres queridos en este momento. […] Maui es una isla tropical. Se supone que no deberíamos tener incendios forestales”.
Kaniela Ing agregó: “La localidad de Lahaina suele caracterizarse como una ciudad turística, pero las personas que viven allí —que deberían estar en el foco de la atención— suelen ser algunos de los nativos hawaianos más arraigados que he conocido. […] Son realmente los guardianes de la cultura ancestral […]. El fuego funciona como un símbolo trágico del punto culminante de esta trayectoria, [un recordatorio] de dónde terminará todo si se insiste en la explotación [de los recursos naturales] como un modo de vida “.
Esta explotación de los recursos naturales fue un elemento central en la argumentación que los jóvenes de Montana presentaron exitosamente durante el juicio. Durante esa misma semana en la que la jueza Seeley emitió su fallo y prohibió a Montana aplicar sus leyes favorables a los proyectos de combustibles fósiles, el estado se encontraba lidiando con 43 incendios forestales activos, avivados por fuertes vientos y temperaturas récord que rondaron los 40 grados Celsius.
Julia Olson es fundadora y abogada principal de Our Children ’s Trust, un estudio jurídico sin fines de lucro que representa al grupo de jóvenes que inició la demanda. En conversación con Democracy Now!, Olson expresó: “Montana es uno de los estados de nuestro país que tiene leyes que lo obligan a fomentar el desarrollo de los combustibles fósiles y la energía basada en combustibles fósiles en un momento en el que enfrentamos una emergencia climática. Sus leyes también demandan que el estado haga caso omiso de las consecuencias de [la explotación de estos recursos] y de cómo las emisiones de gases de efecto invernadero contribuyen a la crisis climática. Por lo tanto, estos jóvenes invocaron la Constitución de Montana, que no solo salvaguarda el derecho a un medioambiente limpio y saludable, sino también los derechos a la dignidad, la salud, la seguridad, la felicidad y la igualdad ante la ley”.
Julia Olson y Our Children’s Trust tienen demandas similares en proceso en varios estados, incluido Hawái, así como el caso conocido como “Juliana contra Estados Unidos”.
“En 2015 presentamos un caso contra el Gobierno federal […] por el papel activo que este desempeña en el desarrollo de la crisis climática. […] El Gobierno de Biden, el fiscal general, [Merrick] Garland, y la procuradora general, [Elizabeth] Prelogar, están luchando con uñas y dientes, al igual que lo hizo el Gobierno de Trump, para detener este juicio”. Según informa el medio digital The Lever, en uno de los escritos que presentó recientemente en el caso “Juliana contra Estados Unidos”, el Gobierno de Biden argumentó que “no existe el derecho constitucional a un sistema climático estable”.
Al igual que los nativos de Hawái y los residentes de Maui, los jóvenes demandantes de Montana, Hawái y de otros lugares del país discrepan al respecto. La crisis climática no es una amenaza inminente; ya llegó.
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