Ombligos de Venus. Los conocí, parecen cactus sin pinchos, de ahí no sale la miel, pero que bonitos son, ombliguitos verdes, de grupo en grupo divididos, gruesitos y con textura y sin picarme. Son buenos, dulces y agradables, los conocí en el Monte de San Pedro, quien me diera volver a verlos para contar sus hojitas.
Miel de arena y mar salada, miel deseada y los ombligos no me la dan, miel sin penas, miel del alma, miel que te quiero miel. Y yo sigo rezando. Dios, que haya algo mejor para mí, que algo mejor me suceda que lo que me puebla, que el tarrito de miel azul bienvenidito sea. Pero que algo mejor haya que me saque de las penas. Pero que la miel no se acabe, aunque lo demás, no sea.
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