La literatura es una búsqueda constante, un camino que parece llevarnos a otro y dejarnos en una especie de espiral que nos punza, pero que también nos da algún rayo muy leve de eso —que por necesidad humana— llamamos esperanza. Entonces de esa larga búsqueda surgen los hombres de literatura; que forjan a temperaturas ardientes o heladas la palabra y martillan el verso en la piel, en la lengua o en algún rincón oscuro de la memoria.
Hay escritores, que creo yo, han hecho del oficio de escribir un mundo paralelo, una realidad adictiva en la que nos sumergen y de la cual se va volviendo difícil salir. Todo esto, quizá no suceda porque este submundo sea incómodo, más bien es porque el hombre, a veces, necesita separar sus huesos de la monotonía y la enfermiza rutina.
El día de hoy, nuestro entrevistado es el poeta, editor y promotor cultural Roberto Oropeza originario de Bolivia. Un escritor que ha decidido contarnos un poco sobre su producción artística, las calles por las que ha recorrido junto a la poesía y la ardua labor literaria que desempeña en su país. Sin más por agregar, los invito a que pasen a conocer un poco del talento literario que emerge en nuestro entrevistado el día de hoy.
¿De dónde es Roberto Oropeza? —De Cochabamba-Bolivia
¿Desde que edad nace el interés por el oficio de escribir en Roberto Oropeza? —No hay una edad en específico, pero un momento importante fue en el colegio, tenía algunos amigos que empezaban a escribir textos, y eso de alguna forma, me impulsó a seguirlos.
¿Tenía pensado ser poeta desde un principio o había barajado otras opciones literarias? —Ninguna opción, ni siquiera la poesía, solo se dieron las cosas.
¿Qué o quién le motivó a dedicarse a la expresión artística? —Como dije, amigos del colegio que leían y escribían textos. También está el hecho de interesarme por la música. Esos aspectos contribuyeron de alguna forma.
¿Cuántos libros ha publicado y sobre que temas versan? —Cuatro, creo que todos quieren explorar muchas cosas: la euforia, la pérdida, el duelo, la contemplación y la convivencia.
¿Podría contarnos cómo surge su primer poemario? —Fue una colección de textos que venía escribiendo desde hace mucho, no tienen un hilo conductor en específico, pero fue una buena forma de animarse a hacer algo. Lo considero necesario para lo que vino después.
¿Qué poéticas cultiva Roberto Oropeza en su obra? —Creo que mucho de lo que hago tiene que ver con mostrar u ocultar, ir a lo borroso o empañado. La descripción de algo que nunca se sabe por completo qué es.
¿Es difícil ser escritor en la posmodernidad? —No lo sé, no me considero escritor de la posmodernidad.
Ante la amenaza de las IA sobre la obra de los escritores y la literatura. ¿Qué medidas cree que podemos tomar para contrarrestar estos abusos? —Ninguna, más bien fomentarlos. No considero a la IA una amenaza. Creo que se pueden establecer nuevas conexiones que inevitablemente tendrán su componente humano.
¿Cuáles son sus libros y autores favoritos? —Los poemarios de Mary Ruefle (Mi felicidad) y Mari Jo Bang (Teoría de la catástrofe), además de David Foster Wallace, Roberto Bolaño y Jack Kerouac en narrativa. Dentro los nacionales están Mónica Velásquez, Juan Malebrán y Claudia Michel
¿Podría contarnos sobre los aportes de la literatura Boliviana que se está produciendo en la actualidad? —Creo que la literatura boliviana va intentando alinearse con las tendencias globales como por ejemplo el gótico latinoamericano. Lo cual puede jugar a favor y en contra.
¿Qué podría rescatar de este viaje literario que ha emprendido? —Que me salvó de otras vidas y me privó de muchas.
¿Cree que hay cosas que se pueden mejorar en el mundo literario. Cuáles serían? —Ninguna. El mundo, y el literario dentro de ello, es como es. Con sus desventajas y chances.
¿Qué piensa su familia de este camino literario. Alguna vez le dijeron mejor dedícate a otra cosa? —Siempre, para ellos fue un error, de alguna forma para mí también lo es. La vida en sí es un error.
¿Cómo cree que puede hacer un escritor para adaptarse a los cambios en esta era digital? —Escribiendo y no dejando de hacerlo, los tiempos siempre serán adversos para uno; pero solo resta seguir y completar el ciclo.
Es bien sabido que usted codirige la revista literaria La ubre amarga, un proyecto literario de alto valor y compromiso con la literatura mundial. ¿Cómo surge este proyecto? —Ubre Amarga la codirijo con Juan Malebrán. Creo que surge como una respuesta a la falta de revistas literarias, sobre todo de poesía, en mi país. Gran parte de lo que hacemos se debe a las insuficiencias que existen. No tenemos tiempos ni fechas límites y eso nos permite llevar la página a nuestro ritmo.
Recientemente usted se alzó con un galardón en un certamen literario. ¿Podría contarnos cómo fue ese momento para usted? —Fue un momento de confirmación a las apuestas literarias que hago. Un espaldarazo que viene bien.
¿En cuáles librerías o plataformas digitales podemos adquirir sus obras literarias? —En las páginas web de las editorialesYerba Mala Cartonera(Bolivia) y Vísceras(Chile), que son las dos casas a las cuales pertenezco
¿Qué significa la literatura para Roberto Oropeza? —El arte de perder con estilo
¿En la escritura tiene algunas influencias literarias o ha cultivado un estilo personal? —Un poco de ambos, me gusta mucho escribir usando la reescritura y a partir de eso trabajar y poder encontrar mi voz. No encuentro a ambas cosas incompatibles.
¿Cómo cree que podemos dentro de la sociedad, inculcar la pasión por la literatura en nuestra juventud? —No como una obligación sino como una alternativa, considero que últimamente falta pasión para todo, una desidia mundial en la que todos estamos inmersos.
¿En alguna ocasión ha pensado en dejar de escribir y dedicarse a otro oficio? —Todos los días, pero siempre vuelvo de una u otra forma.
¿Qué le diría a los chicos y chicas que están tratando de acercarse a la literatura y quieren dar sus primeros pasos en la escritura? —Que escriban pero sobre todo que lean mucho, ese es el primer paso. La escritura vendrá o no, después. Lo importante es leer.
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