Hace unos días se perdió una hermosa perra negra de ojos azules que, aunque con dueño, se dejaba mimar por mi hermana y yo. Se llamaba o llama Huesita y era de carácter muy dulce, algo retraída y muy especial. El ánimo se me vino muy abajo, pregunté al propietario de una casa rosada abandonada que estaba cerca de dónde vivía Huesita y me dijo que dentro no pudo quedarse encerrada porque les robaran todas las ventanas y puertas interiores. Fue una pena no haber podido sacar más de él. Yo quería entrar dentro de la casa, pero él, Darío Vázquez, nunca tuvo tiempo para mí. Puse carteles anunciando su desaparición y rastreé campos y todo para nada. Huesi desapareció y ni rastro nos quedó del motivo de su ausencia entre nosotros desde comienzos de enero de 2016.
Es frustrante y paralizante, hasta traumatizante, pues se les llega a querer mucho a los animalitos del planeta, aunque no sean tuyos, es lo mismo pues ellos son tus grandísimos amigos del alma, sinceros y complacientes, verdaderos y tristemente inocentes, inmaduros y bondadosos. Buenos para el endulzamiento de la vida y la alegría.
Mejor no pensar lo que le pudo haber pasado, la mataron los perros del drogadicto del edificio marrón del Parque Perrilloú, si la atropelló un coche en la Avenida Das Mariñas, se envenenó o quedó encerrada y sin salida en un espacio determinado. Jamás sabré lo que le pasó y sin ser mal considerada, juro que me gustaría ser por unos instantes como Jesús para saberlo. Mismo le pido que me informe de lo sucedido, pero mi gran hermano no me responde y lamentablemente carezco de poderes para convencerle de que realmente necesito saber lo que le paso a Huesa.
Dios que lo sabe lo silencia y yo tan solo sé que ella, la damita negra tan coqueta, no está ya y ni siquiera supe que ese domingo sería el último día que la vería tan espléndida y maravillosa perra, llena de cariño, del real, hacia mí.
Huesa, espero, deseo que te encuentres bien dónde quiera que estés y no hayas sufrido si se te acercó caprichosa la muerte en forma de mujer cariñosa y fea, ansiando llevarse tal hermosa duquesa, peluche, doncella fina y gran compañera. Dios te cuide. Lo pasé muy pero que muy mal, lo peor no saber lo sucedido.
En ocasiones el hombre se encuentra en este tipo de situaciones caóticas y desesperantes, con escasos recursos para proceder de la mejor manera y encontrar soluciones a los problemas, y he de ser sincera, jamás te recuperas. Jamás es jamás.
Pero tienes que seguir viviendo. Tú aún caminas con tu cuerpo actual por este mundo vagabundo y todavía tienes mucho de que defenderte.
Lo primero: La muerte de los que se van antes o desaparecen sin dejar rastro. El mundo es de este modo y yo nada puedo hacerle. Estoy de manos atadas y sé que a pesar de ello debo sonreír, continuar, despertarme y moverme lo más igual posible que los días que estoy francamente bien.
Cansada hasta los riñones de hacer pensar que lo supero, ¿saben qué?, debo de seguir disimulando y así tal vez, hasta yo llegue a creérmelo y dé por sentada la base de que todo puede superarse.
Pero si no puede, sí que debe intentarse. Sí al cambio y a la dura labor de pasar página. Los historiales de investigación seguirán abiertos, pero quizás, para no rellenarse jamás y mi mente seguirá en blanco y dándole vueltas al asunto.
Explico con lo que cuento un caso doloroso que te desanima e interna en la vida del ateo, mismo. Pero debemos seguir siendo creyentes, debemos seguir teniendo fe en que lo que perdimos, volverá a nosotros.
He aquí algunos conceptos que se deducen:
No es precisamente, el perder el ánimo por existir, el desear la muerte o pensar en el suicidio.
Hay mucha gente que sobrevive sin el llamado “ánimo por la vida” y por no desear morir, a pesar de carecer de ánimos, se agarran a todo lo que pueden, para seguir con una existencia aparentemente digna, o bien, ingresan en el mundo del mendigo que sobrevive alcoholizándose, que van a los comedores sociales y piden alguna limosna en las esquinas o entradas de los grandes negocios, o mismo de las cafeterías.
Perder la ilusión por vivir, es algo serio, un problema porque estás “muerto en vida” y esa situación es muy triste para ti.
Lo peor, creo que es un mal bastante irreversible, que solamente con tu inteligencia y sabias estrategias, podrás mejorar. También con los consejos de los viejos.
Suele suceder después de una cadena de situaciones que te sacuden y roban la dignidad, una serie de injusticias sin remedios, un bofetón fuerte del destino, una situación patética de abandono o una gran frustración que no superas.
Para recuperarte, te aconsejo paciencia y tomarte una semana para reflexionar sobre el asunto:
Lunes: busca las raíces de tu problema. He dicho raíces porque tiene que haber varios motivos a su alrededor.
Martes: piensa en el motivo de esas situaciones del pasado que hicieron tanto daño en tu alma de ángel que clama al cielo.
Miércoles: no pienses en nada. Es día de descanso y de estar con la mente en blanco. Descansa, relájate y tómate un refresco.
Jueves: retrocede a las situaciones de conflicto y recrea otra respuesta por tu parte, a los estímulos que te hicieron mover de determinada manera.
Viernes: piensa en lo que perdiste, pero también en lo que ganaste al perder.
El buen perdedor debe levantar bien alto la cabeza y no acobardarse nunca. Perdiste un amor, pero ganaste otros que te aprecian de verdad. Perdiste el trabajo, pero acabaste tu carrera cinematográfica. Estrellaste tu coche nuevo, pero salvaste la vida. Te robaron en la casa, pero no estabas en ella y tu perro salió ileso y con su hueso en la boca. Te descubren una mala enfermedad, pero tiene solución, y así con todo.
Sábado: pide a Dios que te ayude a ser positivo a 120kmts por hora.
Domingo: comienza una nueva vida con renovados ánimos por vivirla, venga de la forma que te venga.
Esta semana será la de la curación, si bien no definitiva, si lo será primordial para renovarte y encontrar salidas a tu situación de desánimo.
No te encontrarás jamás del todo bien, como si nada te pasara, pero te aseguro que mal no vas a estar e incluso te inundará una paz sin precedentes y ya no sobrevivirás, sino que vivirás felizmente.
No te dejes derrotar por la desdicha, los problemas, utiliza la reflexión para curarte, comprender, y finalmente vencer y vivir, realmente vivir, que es de lo que se trata, esperando sonrisas del destino, abrazos del futuro, besos del porvenir. Protección divina.
No caigas en el error de no cogerte esta semana libre porque es fundamental para el psicoanálisis y la búsqueda de una efectiva solución. Sólo necesitas una semana con lo que dé de sí. Apunta en un papel todos los recuerdos que te vengan a la cabeza y que te hayan derrotado. Los papeles, no los tires, es posible que necesites volverlos a ver varias veces antes de tu mejoría real.
Todos lo notarán. Ahora querrás vestirte mejor y salir a tomar café por las tardes, sonreirás a tu familia y el trabajo se te hará liviano y lo harás con amor. Algunos incluso te envidiarán porque has vencido al desánimo, que no es cualquier cosa. Es la pérdida del alma con capacidad de reacción y motivación y sin embargo, seguir con ella tristemente habitando tu cuerpo y llenándolo de sombras apocalípticas.
Hay que animarse, descalzarse y correr sobre la arena, cerca de la playa y viendo volar las gaviotas, mover la cola tu perro, el saludo de don Gregorio Valero, las empedradas calles de tu pueblo granadino o de cualquier parte con encanto, las olas de las playas cercanas, los rizos del mar, las profesoras de yoga, el sonido de un piano.
Animarse es ilusionar los rostros que nos habitan, las voces que pueden salir de nuestro interior, las acciones que pretendemos realizar con vistas de mejorarlo todo a nuestro alrededor. Es dar un paso al frente, de cara a la meta, con esperanza en un mundo mejor.
La falta de ilusiones es la muerte, los seres que no te quieran no te darán motivos para la vida y con esa acción buscarán tu fin.
Muchos serán los que nos desanimen, porque nos quieren reducir el tiempo de la vida, por eso mismo debemos ser nosotros los que busquemos motivaciones a nuestro existir.
Lo primero que recomiendo yo es tener una mascota. Ellos siempre tirarán de ti hacia arriba aunque estén enfermos y tengas que cuidarlos. Un animal en casa es un seguro de vida, pues son terapéuticos y eliminan o alivian el estrés. Incluso lo curan.
Vale también seleccionar bien tus amigos/as. Que sean de tu confianza para no llevarte decepciones, y toma el hábito de hacerle a ellos favores. De este modo sabrás que volverán a ayudarte.
Confía en tu familia cercana, va a ser raro que no deseen lo mejor para ti, pero si no es el caso, planifica tu vida e independízate lo antes posible.
No envidies las conductas pecaminosas del otro, si has decidido llevar tu alma al cielo debes desear lo justo, la decencia, lo bueno.
No rectifiques tampoco las conductas al otro, déjalo seguir caminando, pero su destino no está nada claro porque después de todo, Dios está ahí y lo vigila.
Haz bien tu trabajo, pero no hagas el trabajo de otros porque te hará mucho mal y traerá contratiempos.
Haz obras caritativas y enmienda tus errores, superando tus fracasos y frustraciones, tu impotencia e ira por no poder hacer un mundo mejor y más a la medida de tus demandas de felicidad.
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