I
Quince minutos antes de la una de la madrugada y ni una sola línea escrita en la pantalla. Las notas minimalistas de Max Richter se escuchan al fondo. Los minutos avanzan, el segundero del viejo reloj de pared no tiene piedad conmigo. Intentos y más intentos, pero la pantalla sigue en blanco.
II
Falta menos para la «hora de las brujas». Según algunas creencias, la «hora de las brujas» es a las tres de la mañana, periodo en el que se supone aparecen y son más poderosas las criaturas sobrenaturales. Algunos creen que en ese momento son más efectivos los encantamientos y los conjuros. Me aferro a esa idea, acudo a uno de mis poemas oscuros para llenar con algo la superficie del monitor.
III
03:00 am. sácame de tu vientre / aunque traiga conmigo algunas vísceras / arráncame como única opción de este desvarío / ya afuera revisa con detenimiento las heridas / verás que nunca es tarde para sanar / cuando se tiene fe en la luz / que entra por la rendija de la caverna / en plano emergente / repón las proteínas perdidas / restaura uno a uno los tejidos / activa la contingencia / aúlla si es preciso / es entendible cuando el dolor alcanza el culmen / porque las plaquetas venden cara su presencia / quizá la Inmaculada nos alimente con su botón izquierdo / bebe la hiel en función de vinagre / derrite el acero punzante de la lanza / que presta intentará penetrar el costado / expulsado de la comodidad de tu regazo / exploraré otros planos / viajaré por el sendero oscuro / sobre suelas de piel curtida con blasfemia / no intentes seguirme / no hay máscara que resista el juicio / ni mortal que sobreviva a la tortura de fuego / sácame de tu vientre / toma tus alas / tus astas o lo que sea / y márchate no voltees / o te quedarás sin sombra y sin nombre (Sácame de tu vientre. APR. Septiembre, 2023)
IV
03:03 am Las luces apagadas, todo está en silencio. El estudio apenas iluminado por el monitor LG.
V
Despierta antes de que se active la alarma. Otra noche sin poder dormir bien. Lo primero que hace es ir al estudio. Mira la pantalla encendida, lee y se persigna. Ella sabe que no está loca, ni es su imaginación. Cierra los ojos y empieza con la cada vez más frecuente oración: Crux Sancti Patris Benedicti. Crux Sácra Sit Mihi Lux. Non Dráco Sit Mihi Dux... Lentamente abre los ojos. El poema sigue ahí.
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