Considero que las medidas de control de los malos comportamientos en los centros educativos españoles deben ser aplicadas, en algunos casos, de forma más contundente, para que tengan el efecto deseado. Si no se hace esto, las consecuencias las soportan los docentes en sus clases. Los profesores no son policías ni psicólogos clínicos y no pueden hacer la labor de estos profesionales de la salud mental y la seguridad. Existe y está reconocido el principio de autoridad de los enseñantes, pero esto no significa que sea algo aceptado por algunos adolescentes, que están en contra de cualquier autoridad, por el hecho de serlo. La obligación de respetar las indicaciones de los docentes y no faltar al respeto son incumplidas por algunos alumnos en los centros educativos, de una forma reiterada. Por eso son necesarias las aulas de convivencia para los alumnos disruptivos, para que puedan ser derivados con tareas a las mismas en los centros educativos, ya que molestan, interrumpen e incumplen las normas de clase de forma reiterada y continua, a pesar de las correcciones y llamadas de atención de los profesores. Y si los alumnos que tienen que ir con tareas a las aulas de convivencia siguen molestando a los docentes que están en las citadas aulas, la solución es imponer sanciones más contundentes. Es el principio de acción y reacción.
Desde los equipos directivos de los centros o desde las Jefaturas de Estudios se deben imponer, en mi opinión, expulsiones del centro educativo ante comportamientos graves, como las faltas de respeto reiteradas en clase a los profesores, y malos comportamientos descritos y reflejados objetivamente en los partes de mala conducta por los docentes.
Si un grupo de alumnos es especialmente conflictivo, por causa de algunos alumnos o alumnas, se debe poder desdoblar el grupo de clase o poner un profesor de refuerzo en el aula, para que se controle mejor al grupo conflictivo.
En la mayor parte de los centros educativos existe algún grupo que causa muchos problemas, por la falta de respeto que tienen y no sirve únicamente hablar con algunos alumnos disruptivos y sus familias, ya que es necesario tomar medidas contundentes, por parte de Jefatura de Estudios. Son necesarios psicólogos clínicos en los centros educativos españoles para tratar o acompañar a algunos alumnos y reconducir sus conductas. Ante actos vandálicos de algunos alumnos o alumnas lo coherente y lógico es sancionar, duramente por parte del equipo directivo.
Los alumnos no pueden intentar acosar a los profesores con malas conductas reiteradas y con actitudes de desprecio a los docentes y que no se tomen medidas contundentes, por parte de la dirección de los centros educativos. Los protocolos para evitar el acoso protegen a los estudiantes y también a toda la comunidad educativa.
No sirven las excusas, ni mirar para otro lado y a los docentes que les corresponda impartir clase a un grupo muy conflictivo, que se aguanten y lo soporten estoicamente como puedan poniendo sanciones que no suelen ser suficientes, porque existen otras medidas más duras que si tienen efecto real y que pueden ser tomadas por los equipos directivos.
Las medidas correctoras tienen que ser contundentes, ya que si no es así los alumnos con malos comportamientos no las toman en serio y siguen con sus malas conductas. Ejemplos de medidas correctoras con mejores resultados: expulsión del centro educativo por unos días, sanción de séptima hora y pérdida del derecho de asistencia a una, dos o tres clases en las materias que sea necesario.
Los docentes se merecen, como cualquier trabajador, unas condiciones laborales dignas y no tienen que soportar estrés excesivo, por causa de algunos alumnos que se comportan mal y no cambian de conducta, porque las sanciones que se aplican, por parte de los equipos directivos de los centros educativos, no son suficientemente contundentes.
No es extraño que haya profesores en toda España que cojan la baja por no poder aguantar las faltas de respeto reiteradas y continuas, los golpes y patadas en las puertas de las aulas para entrar en las aulas y la violencia y acoso verbal y psicológico de algunos alumnos.
La prevención de este tipo de malos comportamientos debería hacerse desde las familias y desde la educación primaria, pero se está observando que no se hace suficientemente, en una parte del alumnado. Los buenos modales, el respeto y la educación se tienen que aprender en el ámbito familiar. Los profesores no son los padres. Todo el alumnado debe ir bien educado y con actitudes respetuosas a la enseñanza primaria y secundaria y esa es la labor y la responsabilidad de las familias.
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