Las imágenes viralizadas por las redes sociales de adictos deambulando por las calles del barrio de Kensington en la ciudad norteamericana de Filadelfia como si fuesen personajes de la serie The Walking Dead, han levantado la voz de alarma sobre el uso no terapéutico del fentanilo, como droga de consecuencias terribles. Tanto es así que la ONU la ha declarado como la más mortífera del mundo.
A este barrio se le considera la zona cero de la depravación, la inmundicia, la violencia, pero sobre todo del fentanilo, la apodada droga ‘zombi’, una terrible pesadilla en los Estados Unidos, que está alcanzando proporciones casi epidémicas con miles de muertes. Pero esta situación no solo se circunscribe a Filadelfia, en ciudades como Nueva York, San Francisco o Baltimore ya son la principal causa de muerte por sobredosis.
Pero la amenaza se extiende. De hecho, Alemania y España copan el podio de los países donde más se consume esta droga, según informes de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Aunque es cierto, que en España predomina su uso terapéutico en un alto porcentaje, es decir como analgésico. Ni punto de comparación con la situación que se vive al otro lado del Atlántico.
Incremento desproporcionado
Las escenas de los adictos por las calles de Kesington, que se han emitido repetidamente en los últimos meses en programas de actualidad e informativos de cadenas de televisión de todo el mundo, son realmente espeluznantes.
Muchos de los que por allí vagabundean, adeptos a este opiáceo, viven y duermen a la intemperie, improvisan sus refugios con cartones o tiendas de campaña y consumen fentanilo a la vista de todos. Pero aunque esto pudiese parecer un fenómeno reciente, no lo es tanto. Desde hace años los adictos a la heroína se la han inyectado por sus calles sin esconderse, pero ahora el fentanilo, mezclado con otros estimulantes, es el estremecedor protagonista.
Los fallecimientos por sobredosis en los últimos tres años en EEUU sobrepasan las 150.000 personas en todo el país, aumentando 50 veces en la última década. Un dato aterrador. Y como suele ocurrir en estas situaciones afectan mayormente a las minorías más desfavorecidas, sobre todo a hombres y mujeres de raza afroamericana.
En España el crecimiento ha sido mucho menor, pero aún así, la Agencia Española del Medicamento y el Ministerio de Sanidad señalan que se ha multiplicado por ocho el consumo en el último lustro aunque sea de forma esporádica, pasando del 0,3% al 2,2% en población entre 15 y 64 años, solo superado en Europa por Alemania.
El uso mayoritario del fentanilo en nuestro país continúa siendo terapéutico, bajo supervisión médica como analgesia para pacientes con dolor crónico, oncológico o no, pero se ha convertido en el tercer opioide más utilizado y ya se han empezado a atender casos de sobredosis en hospitales.
El potente efecto adictivo
La peligrosidad del fentanilo reside en la potente adicción que provoca, siendo entre 50 y 100 veces más potente que la morfina y la heroína. Aunque se utiliza como sedante, su uso como droga de contrabando genera aletargamiento, relajación y desconexión del entorno.
Este opioide se encuentra de manera natural en la planta de la amapola, pero la manipulación perniciosa en laboratorios lo convierten en una potentísima droga letal, debido al añadido de sustancias psicoactivas. El fentanilo segrega dopamina y sus efectos son inmediatos: alivio del dolor, sedación y sensación de bienestar, alterando la percepción de las emociones. Y esa avalancha de dopamina que llega al cerebro provoca euforia extrema, placer y relax, lo que lo hace sumamente adictivo.
¿Y por qué se conoce como la droga ‘zombi’? Por los movimientos de las personas que la consumen, que se conoce con el nombre de disquinesia y que alteran su actividad muscular, efectuando movimientos involuntarios, espasmódicos y anormales, que se asemejan a los realizados por los zombis.
En altas dosis produce confusión, alucinaciones auditivas y visuales, delirios, mareos y nauseas. Y ya en casos extremos reduce tanto la cantidad de oxígeno que llega al cerebro, lo que se conoce como hipoxia, que conduce a un estado de coma o la muerte.
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