Sin ir más lejos, ayer me llegó una versión de esta canción del prolífico músico mejicano Agustín Lara, que estrenó Ana María González en 1941. Después, a lo largo de los años, nos han llegado una infinidad de interpretaciones de la boca de todo tipo de cantantes: melódicos, líricos, rancheras, etc.
Confieso que soy un apasionado de toda clase de música. Pero hace años que no me gusta casi nada de lo que surge en estos tiempos. En especial todo lo que tiene que ver con el rap, el “perreo” y la música que presentan tipos estrafalarios con pinta de narcotraficantes. A lo largo de los compases de esta canción se van desgranando ese momento que ha marcado toda nuestra vida. Me permito transcribirles el texto, que no tiene desperdicio: “Solamente una vez, amé en la vida Solamente una vez y nada más Una vez nada más, en mi huerto brilló la esperanza La esperanza que alumbra el camino, de mi soledad Una vez nada más, se entrega el alma, con la dulce y total renunciación Y cuando ese milagro realiza el prodigio de amarse Hay campanas de fiesta que cantan en el corazón”
¿Qué me dicen ustedes? Estoy seguro que todoslo hemos vivido en algún momento y que disfrutamos recordándolo “solo una vez”. Si le quieren poner música, en Internet he podido encontrar hasta 29 versiones. Desde Pavarotti hasta Elvis Presley. Desde Bing Crosby hasta Nat King Cole. Desde Raphael o Julio Iglesias hasta José Carreras. Y un montón de cantantes mejicanos que la bordan. Mi buena noticia de hoy es que aun nos quedan los recuerdos. De momentos únicos, de boleros susurrados, de letras de canciones que se entienden y llevan un mensaje, de músicas orquestales que te retratan paisajes. Para eso tenemos todo un año, a partirde mañana, para volver a vivirlo compartiéndolo con un presente lleno de esperanza. Feliz año 2024
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