El BCE se reúne este jueves para fijar el ritmo de su política monetaria por primera vez en 2024. Para decidirse, el BCE estará atento a la tasa de inflación y, en particular, al perfil de la tasa salarial. En efecto, esta última influye claramente en el perfil de los precios de los servicios, que es la partida del índice de precios a la que más le está costando desacelerarse significativamente.
Sobre este aspecto concreto, el BCE se ha mostrado prudente. Señala que los últimos datos sobre el perfil de la tasa salarial son ligeramente superiores a lo previsto. Además, sigue habiendo muchas demandas salariales, sobre todo en Alemania, por lo que podemos confiar en que los salarios volverán a la senda seguida por la inflación. Sin embargo, esto es lo que cabría esperar normalmente si nos fijamos en la historia de Estados Unidos. La inflación es un tema importante para el BCE, pero en el pasado, la actividad económica ha desempeñado un papel importante en la dirección tomada por el BCE.
Tras la recesión, y al menos hasta la pandemia, la economía de la zona euro no se vio impulsada ni por la política fiscal ni por generosos aumentos salariales. Los bajísimos tipos de interés del BCE eran una forma de mantener solvente la demanda.
Ese tiempo ha pasado, la actividad es ahora débil y el estímulo exterior se ha reducido, como sugiere la caída del comercio internacional. Por consiguiente, a falta de estímulos fiscales, y dado que debemos ser más autónomos en la expansión de nuestra economía, la única solución para apoyar el crecimiento y el empleo es bajar los tipos de interés. El BCE no lo hará en la reunión del jueves, pero es lo que hay que hacer para evitar un mayor riesgo para la actividad.
------------------ Comentario económico de Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis IM)
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