Puede que esto sea una sensación personal, pero en más de una ocasión he echado en falta el saber más de la literatura italiana contemporánea. Parece que últimamente nos ha dado por elogiar y poner el foco en las letras anglosajonas en lugar de en nuestro vecino país, cuna de escritores como Dante Alighieri, Boccacio o Petrarca.
No hace falta remontarse a los clásicos ni al Dolce Stil Nuovo para seguir disfrutando de la literatura italiana. El país con forma de bota ha sido siempre un torrente de cultura e innovación. A lo largo de su historia se ha bañado, no solo en las aguas de la Fontana de Trevi, sino también en las cascadas del Humanismo, del Renacimiento, del Realismo, del Decadentismo, del Futurismo como el que nos ofreció Giovanni Papini, o del neorrealismo de Ítalo Calvino.
Niccolò Ammaniti
En la actualidad aún resuenan nombres como Umberto Eco o Andrea Camilleri, pero ahora, gracias a la editorial Anagrama, tenemos la oportunidad de conocer más de cerca a una de sus grandes promesas literarias, Niccolò Ammaniti. Romano premiado, allá por el 2007, con el Premio Strega, máximo galardón literario que se puede obtener en Italia, gracias a su novela Come Dio comanda.
El escritor llega ahora a las librerías con su novela La vida íntima, y con ella pretende realizar un perfecto esbozo de una sociedad actual dominada por las apariencias y el fogonazo de las redes sociales. Quizá, gracias a su matrimonio con la actriz nacida en Palermo, Loredana Indovina, se haya visto convertido en un doctorado en la materia. En la frivolidad de ese mundo de la belleza y la exposición pública.
El caso es que Niccolò Ammaniti regresa con una novela que es una acertada sátira sobre la sociedad contemporánea. Su escritura directa, de frases cortas y directas como así establece el propio idioma italiano desde el Risorgimento, hacen que la narración coja una velocidad dinámica, aderezada de ese toque de tragicomedia e ironía que roza el surrealismo por situaciones ridículas e insospechadas.
Situaciones que rebajan la magnificencia de las personas idolatradas como la de ese primer ministro que se duerme en cualquier sitio y de ronquidos ensordecedores. Ammaniti nos sitúa en un mundo superfluo. Se codea con youtubers y empresarios de éxito, de niños de papá que dirigen un gabinete de prensa para un ministro habiendo llegado hasta ahí gracias a la maestría de hacerse famoso por jugar al Worldof Warcraft.
El argumento del libro se consolida por la relación de la actriz principal, María Cristina, una exmodelo e influencer que se ha convertido en la pareja del primer ministro italiano. Un rico abogado metido a político y una rubia de buen ver y de buena familia. «El líder macho dominante que escoge a la mejor hembra para infundir respeto y sumisión a los demás», escribirá el propio novelista.
Tal y como ha dicho Tiziano Scarpa, la literatura de Ammaniti es un festín de palabras, donde todas tienen un toque mágico y aquí, más que nunca, la superficialidad de las apariencias y los engaños son terreno abonado para que el autor se luzca en el manto extendido de una sociedad dominada por lo insustancial.
El autor se adentra en ese mundo sin esencia de los «niños de papá». De esos tipos adinerados que son tan proclives a la depresión por aburrimiento, como al consumo de analgésicos, a las prótesis sintéticas y al ácido hialurónico de las cremas.
Niccolò Ammaniti se ha convertido en un perfecto catedrático del mundo de internet y de las redes sociales. Tanto es así que, en varios pasajes de la novela, nos ilustra con envíos de ese WhatsApp que se ha convertido en el controlador de nuestra vida. Reproduce los mensajes de esta forma de relacionarse incluso con los propios emoticonos de alegría, besos, sorpresa, despedida…
Pero, además, se adentra en el peligroso mundo de la difusión de videos de juventud, grabados de forma inocente en un momento de francachela y alegría sin saber que podrían condicionar nuestro próximo futuro, nuestra madurez. Momentos de pasión que pueden terminar circulando por la red cuando uno menos lo espera.
Tanto es así que el autor nos relata el peligro de la Inteligencia Artificial en el mundo del porno llegando a suplantar a personalidades y celebrities en escorzos y posturas indignamente recomendables.
Todo este mundo de paranoia provocado por esa sensación de estar siempre en el foco de la popularidad se traslada al papel, por parte del autor, con la maestría bufonesca de los grandes maestros de la literatura italiana. Situaciones inverosímiles, por ridículas, que se entretejen entre momentos tan trágicos como grotescos, incluso surrealistas. Recuerda Ammaniti, en cierta manera a ese cine de Pasolini, o de Bertolucci, o más cercanamente a la comedia reorientada de Nanni Moretti, no tan subversivo, pero si con los registros sociales cimentados en la hipérbole y el exceso de simplificación.
No hemos de olvidar que Niccoló Ammaniti fue estudiante de biología y se vale de sus conocimientos para dar explicaciones médicas aclaratorias de determinados actos o situaciones provocada en la vida social por el estrés o por el miedo ante determinadas situaciones. Es como ese cuerpo neurótico de Moretti, incapacitado por la ansiedad, la duda, el miedo y el temor. Ante una escena de humillación pública.
La novela que nos ofrece el escritor italiano no deja de ser una sinuosa celebración de la vida contemporánea. De diagnósticos erróneos aderezados de pastillas, polvos de maquillaje y cremas ante el aplauso o la animadversión de la publicidad.
Quizá, como decía Moretti, el remedio a todo esto sea un sencillo consejo: beber un vaso de agua al día. Algo tan intrascendente como sublime.
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