Se estrena en España la película Nefaroius (2023), que provoca muchos comentarios, en mi opinión porque: por un lado es un tema “extraordinario” que mueve a la curiosidad, como es el de las posesiones; y por otro, porque es una interpretación “tradicional” que choca con la visión de una cultura de hoy, donde esa doctrina tiene rechazo; así, está servida la polémica entre esas dos visiones que chocan entre sí, en lo que respecta al demonio, lo tradicional y la cultura actual.
Si hubiera sido cine fantástico, sería más bien aburrido por falta de efectos especiales (y los que vayan a buscar el género de terror se aburrirán). Es cine realista en un ambiente fantástico, y esto hará que la encuentren una película estupenda, los que piensen que la sociedad tiene falta de fe y que debería volver a ser cristiana. E irán contra ella, los que piensen que hay que actualizar esos modelos trasnochados, pues si el demonio actúa, lo hará no solamente sobre personas sino sobre estructuras sociales, y como diría C.S. Lewis en su obra “Cartas del diablo a su sobrino”, la gran estrategia del demonio en nuestros días es hacer ver que no existe.
La película tiene por tanto unos diálogos muy amplios, siguiendo la novela, en los que se va tocando toda la doctrina tradicional sobre los endemoniados. Las posesiones demoníacas y exorcismosson temas que han sido explorados en diversas culturas y religiones a lo largo de la historia. Muchas creencias antiguas presentaban al Demiurgo o un principio del mal que iba contra Dios o el Bien.
Para los griegos como Platón, los daimono demonios en el sentido de “genios” inspiraban a los filósofos como Sócrates en ciertos arrobos místicos. Y es que los griegos no tenían unos principios del mal, sino que los mismos dioses eran buenos o caóticos según el momento. En la fe cristiana, se define claramente que el demonio es solamente una criatura que se opone a Dios con una fuerza muy relativa, y en cambio Dios es bueno y misericordioso y que no es suya ninguna fuerza maligna. Esta creencia en la posesión demoníaca fue reforzada en el ambiente judío, y Jesús hace muchos milagros de expulsar demonios, algunos eran posesiones, y otros quizá fenómenos entonces no explicados (ahora con los avances médicos podemos interpretar que algunas de esas curaciones podían ser enfermedades mentales como epilepsias, que entonces no estaban catalogadas y podían parecer cosa del demonio). Milagros y curaciones de Jesús son pruebas de credibilidad sobre su acción divina. En cambio, en otros casos son claramente posesiones por el contexto, como cuando el demonio huye de la fuerza de Jesús, o le responde a sus preguntas. El caso más clamoroso, es cuando responde el endemoniado: “me llamo Legión, porque somos muchos”, y Jesús los manda a una piara de cerdos, que se caen por un barranco. Endemoniado es cuando un ser maligno o demonio ha tomado el control del cuerpo de una persona. Varias tradiciones religiosas, como el cristianismo, el islam y algunas culturas paganas, tienen una gran literatura sobre muchos casos.
En algún momento de la historia vemos la acción del maligno en el mundo, podemos decir que han estado endemoniados líderes que siendo mediocres en algunos años han hecho mucho daño como fueron Hitler o Stalin, mientras les fueron comunicados esos poderes demoníacos, y una vez retirados, se quedaron sin esos poderes, como fue la caída de Hitler, o en el caso del sistema URSS la caída del muro de Berlín después de un derrumbamiento del poder interno.
Pero sin duda, hay una larga tradición de personas sencillas que por razones que desconocemos, han sido poseídas por el demonio, y las vemos en el Evangelio. Otras, han sido por afán codicioso o de posesión de un amor, como han contado muchas historias en el medievo, y en España quedan muchos puentes con el nombre de “el puente del diablo” por esos tratos de vender el alma al demonio.
La Iglesia enseña que la doctrina sobre la acción de Satanás no es de temor a esas posesiones extraordinarias, pues si en el corazón hay amor no hay cabida para nada malo, incluso en el caso de una acción diabólica no hay culpa en ella si la persona tiene su corazón puesto en Dios. Por eso, la doctrina cristiana enseña que la oración y confianza en el amor de Dios nos lleva a la seguridad de una esperanza que nos hace vivir aquellas palabras de Jesús: “no tengáis miedo” pues con él “hemos vencido al maligno”, y rezar el padrenuestro (“no nos dejes caer en la tentación”, o según alguna traducción “que no caigamos en poder del Maligno”); y el Avemaría, pues la devoción a María es segura: ninguna persona que acuda a su protección, invocando su auxilio, queda desamparada de la salvación (como se dice en la oración “Acordaos…”); de ahí que se ha popularizado la devoción de las tres Avemarías por la noche y el escapulario, que recoge la tradición carmelita de que arropados en la protección maternal de María, ella nos conducirá de su mano al cielo en el momento de la muerte.
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