Con la reciente aparición del número quince de Filigramma, la revista del Círculo de Escritores Sabersinfin, nuevamente tengo la oportunidad de reflexionar sobre varios asuntos que están detrás de la publicación.
Me queda claro que más allá del cúmulo de letras e imágenes, hay un profundo convencimiento de que algo se aporta desde esta trinchera. Que la consistencia adquirida por este esfuerzo literario ha sido gracias a la inflexibilidad de la palabra empeñada y los sueños exteriorizados.
Nadie está forzado a alcanzar lo que no es obligatorio, eso es evidente, sin embargo, cuando se prescinde de la fuerza exterior para la consecución de algo, emerge la voluntad como catapulta que empuja lo que somos a lo que podemos ser, por la ruta de la transformación que implica andar el camino.
Y hemos andado el camino quince veces o hemos transitado quince posibles caminos. Lo más seguro es que estamos frente a la combinación de ambas posibilidades. El camino nos ha enseñado, sí, somos hijos de pasar por el camino y que el camino pase por nosotros.
La vía –Filigramma–, nos transformó y con nuestras pisadas hemos hecho que la vereda sea más ella, y nosotros, los que participamos en la revista, seamos más nosotros, aunque, de algo estoy seguro, seamos diferentes.
El conjunto de lo que abordamos y descubrimos, constituye la zanahoria que nos impulsa a alcanzarla, aunque, en el fondo ya sabemos, que no la obtendremos. Por eso, podemos enumerar todas las circunstancias y condiciones desfavorables para desfallecer en el trayecto, pero quienes la hacemos posible hemos optado ver hacia otro lado.
Ver y caminar hacia la luz es también un reconocimiento de la existencia de la oscuridad y de su posible encanto. Todo esto sucede en muchas otras cosas muy dispares a la conformación de una revista, por ejemplo, en la vida diaria.
Inmersos como autómatas en la inercia del día con día, no prestamos los sentidos a percibir lo que nos permita hacer una metalectura que nos arranque de la pasividad y la apatía. Cuando nos arrancamos de la línea de automatización, se agradece que haya oasis en la celeridad desbocada.
Filigramma es uno de esos palmerales en medio del desierto, quizá desde esa postura, quienes confían en lo que estamos haciendo, intuyen o saben que en el menor de los casos favorables, nos hemos agrupado para resistir y constituir una voz colectiva desde la literatura.
En fin, recubierto de letras, comparto el enlace en el cual pueden descargar gratuitamente Filigramma número 15 (https://bit.ly/3OHavrk).
A manera de avance de lo que encontrarán, les comparto el editorial que escribí para la misma.
Recuerdos, fantasía, metamorfosis
Maravilloso es tejer entre recuerdos que conllevan fantasía y desembocan en metamorfosis. Lo es más si el tejido cunde sobre rieles de lienzos, rodamientos de colores, pinceles de imaginación, versos, conceptos, saber.
Este ejemplar de Filigramma es una gama de todo lo anterior, mezcla concebida y licuada décadas atrás. En las siguientes páginas, el lector encontrará la más reciente apuesta literaria de quienes, en cada publicación, tratan de dar un paso adelante en su búsqueda estética y existencial, enmarcada en la estupenda obra del maestro Eddy Vaskez.
La brecha que cada uno mis compañeros va abriendo en su respectivo ejercicio literario, está enmarcada en el contexto de la serie de recuerdos que Eddy ha rescatado de aquellas mañanas llenas del fresco rocío en medio de los campos oaxaqueños.
El realismo mágico llevado a la plástica por quien se ha convertido en un referente para nuevos artistas, refuerza el brillante ejercicio de investigación que comparte el científico y poeta Enrique Canchola Martínez, experto en temas que vinculan el cerebro y las hormonas.
Después de la estimulación cognitiva que seguramente provocará el texto sobre la meditación y el conectoma cerebral, hay una vuelta a los mundos crudos a los cuales nos tiene acostumbrados Leticia Díaz Gama.
Los textos breves de Luz Gabriela Balcázar y Nicholas Gutiérrez preparan al lector para la andanada de poesía diversa, que en esta ocasión, constituyen la mayor parte de la edición.
La inspiración de María Dolores Pliego Domínguez cierra la publicación con una serie de poemas provenientes de una mente corazón que se ha fortalecido en el ejercicio universitario y la exploración de la voz propia.
Simbólica resulta la portada de la revista en relación con el título de este editorial: dos mantis –muy del sello distintivo del autor–, soportan la luna. Quizá al contacto de la luna, las mantis terminen de una vez por todas convirtiéndose en ángeles o hadas, y la luna, en sol o en el ojo que todo lo ve.
Recuerdos para saber quiénes somos. Fantasía para seguir. Metamorfosis para no morir.
Hasta aquí la reproducción del texto.
Solo me resta agradecer a todas y cada una de las personas que hacen posible Filigramma, especialmente a quienes nos leen y comparten la publicación.
Muchas gracias por todo.
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