En medio de la celebración de la final carnavalera del Falla, corrió como la pólvora la noticia del atentado realizado contra una lancha de la Benemérita por unos narcotraficantes de la zona del Estrecho, con el resultado del fallecimiento de dos Guardias y las graves heridas sufridas por un tercero. Esta noticia ha abierto y llenado el contenido de todos los telediarios y las primeras páginas de la prensa española. Casi todos los comentaristas han aprovechado para arrimar el ascua a sus convicciones políticas e intentar sacar partido de esta terrible situación. Los que tenemos tiempo para pensar, procuramos leer entre líneas y sacar conclusiones que van más allá de la capa más superficial del tema. Sí observamos con atención, descubrimos los culpables últimos de esta situación que desborda a las autoridades y provoca un sentimiento de indefensión de España ante el imperio de “los malos”. Y ahora viene mi pregunta: ¿Quiénes son los malos? ¿Los que elaboran la droga?, ¿los que la trafican?, ¿los que la distribuyen?, ¿los que la consumen? Entre todos le mataron y… Si no hubiera un consumidor final toda la cadena se rompería y el negocio se iría al traste. Este último suele ser una persona que parece que triunfa en los negocios, en los escenarios, en la cultura, el deporte, la gente guapa y los ambientes Vips. Es un sujeto que presume de dominar los vicios y acaba en clínicas de desintoxicación o rehabilitación. Por el camino nos encontramos a grandes traficantes que blanquean sus ingentes beneficios con mansiones en los lugares de moda. Aventureros sin escrúpulos que son el enlace entre los países productores (cuyos gobiernos miran hacia otra parte mientras se producen las distintas sustancias). Machacantes de pie de playa que engañan su pobreza con su oficio de aguadores o transportistas, en un entorno desprovisto de posibilidades de trabajos honrados y futuro laboral. Camellos que suministran a domicilio, en discotecas o en narco-pisos y que hacen del trapicheo una profesión. Todo un abanico de personajes que son coautores del asesinato de esos pobres funcionarios que, día tras día, se juegan el cuello para hacer una España más limpia. Estos son mi buena noticia de hoy. Seguirán recorriendo las playas, los campos y las carreteras hispanas para intentar garantizar la seguridad de los ciudadanos. Con unos sueldos de segunda división y una presencia nunca bien entendida por los que, a veces, torcemos el gesto por su presencia, a la que no tenemos que temer sino agradecer. Insisto con mi idea principal de hoy. ¿Quiénes son los culpables? No habría droga si no hubiera consumidores. Menos lamentos y más vergüenza. Menos poses de condena y menos imágenes y declaraciones haciendo defensas solapadas del consumo.
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