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El estigma de la depresión

En pleno siglo XXI, este trastorno ha alcanzado cuotas alarmantes, sobre todo después de la pandemia, y en su mayoría en jóvenes
Conchi Basilio
viernes, 1 de marzo de 2024, 09:58 h (CET)

Según la Real Academia Española, la palabra estigma proviene del latín, sigma: marca o señal. En medicina el término estigma se ha empleado para indicar que ciertos diagnósticos, despiertan prejuicios contra las personas que los padecen.


De la palabra estigma, deriva el verbo estigmatizar, con lo cual cuando se estigmatiza a una persona, se le atribuyen características de forma excesiva e inadecuadas, llenas de asociaciones negativas, por tanto, se trata de forma distinta e injusta, lo cual conduce a la discriminación, haciendo el trato desigual y restrictivo, pudiendo llegar a extremos incalculables de exclusión.


Como ejemplo, algunos doctores a día de hoy, al abrir un historial y leer la palabra “depresión”, estigmatizan al paciente en cuestión, aunque la consulta pertinente trate de otras cuestiones, para ellos todo es producto de la depresión, algo que una gran mayoría de los mortales, también consideran que la depresión es un trastorno mental, cuando casi todos en algún momento de nuestra vida, pueden llegar a sufrirla.


Hay que hacer mención, que una depresión puede ser: endógena o exógena, la distinción es muy sencilla, la endógena puede ser por causas hereditarias, por sustancias etc.., la exógena se produce por hechos traumáticos, que pueden ocurrir a lo largo de toda una vida, como la muerte de un ser muy querido, un divorcio muy complicado, sufrir malos tratos, tanto físicos como psicológicos, que la propia familia le excluya de su entorno, que no le apoye en nada, sufrir acoso continuado en el trabajo, pero tener que callárselo todo para su interior, porque no tiene ayuda de nadie y solo le queda seguir aguantando, como si no pasara nada, todo ello sumado a las malas conclusiones, que suele sacar el mundo que le rodea, tarde o temprano suele romper y es cuando sobreviene una depresión, que nadie está libre de ella.


A pesar de los muchos logros durante el siglo pasado por reducir el estigma, la discriminación y los tabúes, contra las personas que sufren depresión, es lo que aún más perdura con diferencia, la mayoría de las personas tienden a catalogar lo emocional, como lo disruptivo y lo opuesto al pensamiento.


En pleno siglo XXI, la depresión ha alcanzado cuotas alarmantes, sobre todo después de la pandemia y en su mayoría en jóvenes.


Según un estudio en el 2007 sobre estas discriminaciones, el 79% ocurrieron hacia los pacientes. En algunas ocasiones los síntomas, son mal interpretados como origen de depresión, especialmente en personas que han pasado por diversos hechos traumáticos y que a su vez han sido pasto de las lenguas de personas allegadas, todo esto puede generar una barrera, en muchos aspectos de la vida.


El estigma no solo se da entre las personas, si no también en Instituciones y muchos más apartados.

A día de hoy, la depresión está presente sobre un 53% de la población y considerada como la enfermedad del siglo XXI. Siempre se presupone que una persona que pasa por una depresión, es el resultado de una debilidad de la personalidad o debilidad de carácter, nada más erróneo.


Se ha comprobado, no hace mucho, que la cantidad de personas diagnosticadas con depresión, que no tienen depresión, supera la cantidad de personas con depresión que no están diagnosticadas.


Lo más importante es saber con certeza, cual es el origen y la raíz del problema, a partir de ese momento, mantenerse siempre positivo, no bajar en ningún momento la autoestima, seguir hacia delante, mentalizarse de que si se puede y que todo tiene solución menos la muerte.


Distinto seria si te dejas vencer por la apatía, si te retraes o te victimizas, la vida hay que hacerle frente con mucho optimismo, con esperanza y sobre todo pensar que, de una forma u otra todo tiene solución, pero nunca dejarse vencer por nada ni por nadie, mucho menos por lo que hablan o dicen los demás, cuando no tienen ni tan siquiera información de la verdad.


También se ha constatado, la persistencia de prejuicios entre los profesionales de la medicina, hacia la depresión.


Tener depresión exógena es algo pasajero, si se trata adecuadamente, pero en ningún caso es una enfermedad mental grave, solo ocasionada por hechos traumáticos que han sucedido en la vida de la persona en cuestión, quien esté libre de culpa, que se ponga en sus zapatos y que intente caminar, cuando tropiece y se hunda, que se levante de nuevo, si puede.


HABLAR ES MUY FACIL.

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