Todos en algún momento de nuestra vida nos sentimos aturdidos por algún tipo de miedo, muchos de ellos superficiales como consecuencia, a veces, de experiencias previas que hemos vivido pero que no tienen por qué volverse a repetir, y otros que pueden influir emocionalmente y que nos pueden llegar a paralizar de forma drástica. La manera en cómo los gestionemos será determinante para acabar con un buen o mal resultado ante la manera de afrontar estos miedos.
Existen multitud de miedos, que pueden acabar en fobias, en estados de ansiedad y en trastornos mentales, pero sea de una forma u otra, hay que saber que la única manera de superarlos es enfrentándose a ellos, o sino fuera posible, aprender a convivir diariamente de una forma más o menos estable.
Habrá personas que tengan la fluidez necesaria para expresar dichos miedos y de los cuales no se sientan avergonzados pero habrá otros, que los callarán y arrastrarán derivando en un malestar general debido a ese silencio constante.
Tener miedo a la soledad, a que tu pareja te abandone, a no encontrar a nadie que te quiera… Tener miedo a que tu vida cambie de forma repentina o que nada cambie y siga exactamente igual… Tener miedo a fracasar ante las expectativas que otros nos imponen, tener miedo a que no nos valoren o a que nos quieran demasiado y no nos dejen respirar… Tener miedo a tener un hijo o a no conseguir jamás un embarazo… Tener miedo a perder el control, a que las personas que más queremos se vayan de nuestro lado… Tener miedo a no encontrar un trabajo que merezca la pena o a que nos despidan de forma injusta… Tener miedo de no salir de ese bache que nos ahoga, que nos hace tocar fondo… Tener miedo de no saber cuál es el límite o de perder directamente el control… Tener miedo de nuestros propios pensamientos o de no tener nada por lo que luchar… Tener miedo de fallar, de no poder avanzar, de fracasar… Tener miedo de que alguien nos vea llorar o de parecer demasiado débiles… Tener miedo de mostrarnos vulnerables o de dejar entrar a alguien más a nuestras vidas… Tener miedo de que les pase algo a nuestros hijos, de cómo será su adolescencia y de los peligros que entraña… Tener miedo de no avanzar en la vida, de quedarte parado, de estancarte… Tener miedo de progresar demasiado y convertirte en un déspota olvidando los orígenes… Tener miedo de no superar experiencias traumáticas del pasado o de recordar a un amor anterior o un divorcio complicado… Tener miedo de no poder con las rutinas y exigencias diarias… Tener miedo de caer en alguna adicción o de recaer en momentos de bajón… Tener miedo de no alcanzar nuestros objetivos o de pensar que no llegaremos nunca a la meta...
En definitiva, los miedos pueden irse dando según las etapas que experimentemos y es importante identificarlos y poder canalizarlos porque nadie está exento de no sentirlos. Somos seres humanos que no vivimos en una burbuja aunque, a nuestros hijos, los eduquemos de tal forma que cuando salen a la realidad, se estampan de manera abrupta con lo que existe, generando un estado de insatisfacción bastante importante. Tener miedo es algo natural, es algo innato, porque el miedo nos protege del otro, porque el miedo es necesario para la supervivencia.
Y cuando somos capaces de encontrar a alguien a quién desvelar nuestros miedos más profundos, podemos sentirnos realizados en cierta manera. Cuando tenemos tiempo para pensar es cuando aparecen y nos pueden generar determinados estados de ansiedad. Pero también, es cierto que los miedos van a estar siempre presentes y que los míos, no tienen por qué parecerse a los del otro, simplemente por el tipo de vida que cada uno ha llevado. Porque las personas somos diferentes y existen cientos de caminos. En ese trayecto nos encontraremos con algunos que saben cómo nos sentimos porque o lo están viviendo ahora o lo han hecho en el pasado y por eso, nos podrán entender mejor. Hay que saber que si un miedo nos altera la vida es porque ya está empezando a ser demasiado importante como para no prestarle atención y por eso mismo, es necesario pararse a reconocer qué está sucediendo y de qué manera nos está afectando. Por lo tanto, tener miedo es algo corriente pero sentirlo en demasía, es algo a lo que hay que prestar especial cuidado y sobre todo, no sentirse avergonzado de ello porque siempre existe una manera de poder combatirlo.
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