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​España, tres o cuatro asuntos

Uno en el noreste (Cataluña); otro en el sur, más allá de las fronteras (Marruecos) y un tercero, más simbólico, arraigado en la esencia del país
Luis Méndez Viñolas
sábado, 13 de abril de 2024, 11:00 h (CET)

España se enfrenta a tres o cuatro asuntos de complicada solución. Decimos asuntos para no resultar tóxicos. Uno está situado en el noreste del territorio nacional (Cataluña). El otro al sur, fuera de nuestras fronteras (Marruecos). El tercero, el más preocupante, está en-clavado en el espíritu mismo del país. Este asunto no se puede desligar de la repercusión que puede tener una configuración desafortunada de Europa. Pasemos al primer asunto:


Cataluña


Una nación es un buque en el océano. Se puede compartimentar para evitar que una grieta en el casco provoque una inundación general. Lo que no se puede es trocear el casco. ¿Tiene una parte derecho sobre el destino del resto? Si alguien va en un trasatlántico ¿puede provocar un incendio en su camarote porque ha pagado un billete? Ya hemos visto demasiados separatismos y sus posteriores consecuencias para desear jugar a la ruleta.


Por otra parte, negamos el carácter superior de los separatismos: no hablan de igualdad, sino de diferencias; diferencias que llegan al racismo. No exageramos: Oriol Junqueras, líder de ERC, escribía en Avui ( 2008) lo siguiente: «los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles, y más con los italianos que con los portugueses» (https://www.elcatalan.es/las-diferencias-geneticas-entre-espanoles-y-catalanes-que-oriol-junqueras-difundia). Hay escritos más crudos, como los de Heribert Barrera. Puestos a decir tonterías: ¿proximidad con los francos o con los visigodos tolosianos entrando en la romana Barcelona? Y esos italianos ¿no son acaso descendientes de nuestros ancestros romanos?


En definitiva, una situación en la que parece que la opinión pública (o publicada, como muy bien se dice) tolera mejor que se hable de levantar fronteras donde no las hay, a que se apuntalen las existentes.


Seguimos: ¿por qué ha de legitimarse un derecho que perece inmediatamente en la nueva nación, creando, además, ciudadanos de segunda categoría, tal como ha ocurrido en tantos otros lugares?


Hay vías de agua que cuando se abren no se pueden taponar. Las fronteras siempre son problemáticas. ¿No tenemos ya suficientes como para que creemos otras nuevas? Y cuidado con ese globalismo que quiere anularlas multiplicándolas primero. Confilegal habla de un magnate que está en esa labor “con su red global de ONGs y ‘think tanks’ locales y globales”: (https://confilegal.com/20180427-fue-el-financiero-soros-y-no-rusia-quien-influyo-en-el-conflicto-de-cataluna/). ¿Una noticia suelta de un diario alarmista? Veamos otro medio: https://www.elconfidencial.com/espana/2022-10-25/guardia-civil-ubica-soros-app-blindar-nuevo-referendum-cataluna_3511853/. Los ciudadanos separatistas ¿saben realmente dónde quieren meterlos? Nos consta que muchísimos separatistas de otros lugares hoy saben que nada era como creían.


Marruecos


Marrueco, solo, no tendría tantas ínfulas. Pero tiene buenos compañeros. Diario Siglo XXI, entre otros, recoge la preocupación de los canarios: “…maniobras militares que el reino alauí ha iniciado en aguas frente al archipiélago y que se prolongarán hasta el próximo mes de junio. … El despliegue de varios buques marroquíes en aguas del Sáhara hizo saltar todas las alarmas en Canarias, cuyo Gobierno manifestó su preocupación por las que procedía a delimitar su mar territorial hasta 12 millas náuticas y la zona económica exclusiva (ZEE) de 200 millas náuticas…”. Varios diarios afirman que puestos en contacto con Defensa y Exteriores no obtuvieron comentarios. Sí de los pescadores españoles expulsados de la zona. ¿Ni eso se negoció en el pasado?


A pesar de que la UE criticó la acción de Marruecos, lo preocupante es que estamos diplomáticamente solos. No podemos acercarnos a Argelia porque EEUU-UE se enfadan. No podemos enfrentarnos a Marruecos porque EEUU se molesta (aunque Marruecos hace negocios con quien quiere, como debe ser; por ejemplo, con Rusia, incorporándose a una zona de libre comercio con este país, más Egipto, Túnez y Argelia. https://www.huffingtonpost.es/global/rusia-mete-marruecos-nuevo-proyecto.html). Italia, por su parte, que también hace negocios con quien quiere, negocia con Argelia y se beneficia del petróleo argelino que nosotros hemos perdido por el asunto del Sáhara.


Los españoles


Frente a todo esto, no caben malabarismos, sólo hay una solución: tomar conciencia de esa soledad y decidir por nosotros mismos, como hacen Marruecos o Italia. Pero esto requiere del apoyo de un pueblo unido y consciente de sus problemas; un pueblo dispuesto a defender sus derechos frente a injerencias injustificables (lo que sucede con España no es necesidad, es abuso). No hay otro poder. Estamos en el extremo de Europa, aislados, y encima con una situación geoestratégica que despierta todo tipo de apetencias foráneas. ¿Pretenden aprovecharlas descuartizándonos?


Pero lo españoles, lamentablemente, no somos conscientes de la importancia de esa unión vital (nos atrevemos a afirmar que menos que ningún otro pueblo de la UE). Los españoles, simpáticos de por sí, promovemos la buena onda. Y esa buena onda (acrítica) nos tiene enclaustrados entre cuatro paredes: la de la teledemolición, la de las fiestas (fiesta la que tenemos con un 2 por ciento de vivienda social frente a una media del 20 por ciento en la UE), la del sexo y la del deporte. Por techo un suficiente “yo voy a mi bola”. Y por suelo el hedonismo y un empoderamiento sin poder alguno; ni siquiera para el pataleo.


Sin embargo, necesitamos bajar de las nubes, es decir, preocuparnos por la administración del estado del cual depende nuestro bienestar (no diremos dignidad porque no es lenguaje hedonista). Se abre una época de tiburones (es un decir, se cazan más de cien millones al año) y habremos de asumir la realidad; tanto más cruda cuanto más retrasemos la asunción del problema.


Los partidos deberían estar en esta labor de cohesión, pero no es así. Prima una divergencia superficial, falsa, que maleduca; que promueve el egoísmo frente a las acciones colectivas. Se habla de la nación y luego se antepone la comunidad autónoma; quizás queremos ser europeos porque no sabemos ser españoles. Y no estamos diciendo lo que parece: no proponemos una unión artificial en lo que sea, sino recuperar la autenticidad como recurso clarificador. Si no se dan contenidos verdaderos, el ciudadano responderá con evasivas artificiales. Sacamos la bandera nacional para el futbol. Si aplicáramos el mismo entusiasmo, conocimiento, ingenio, a los asuntos de nuestro país, seríamos un pueblo aventajado. 


Estos días han estado cargados de incoherencias, por no decir otra cosa. Esto prueba que los partidos no han asumido la realidad. Suena a chiste, pero no es exagerado.


Por parte del gobierno, Margarita Robles afirmaba el otro día que Europa apoyará a Ucrania para que gane su batalla “por los valores de la democracia” (https://www.diariosigloxxi.com/texto-s/mostrar/545450/robles-afirma-europa-apoya-ucrania-gane-batalla-valores-democracia). Pero una cosa es la geopolítica, devenida en geoestrategia, la necesidad si se quiere, y otra muy distinta la democracia. Que cada cual defienda lo que le parezca, pero que no nos presente formas patológicas como ejemplo de democracia. Lo que faltaba, que rebajáramos el concepto de democracia a ese nivel; porque ¿no era ese país, no hace mucho, uno de los más corruptos del mundo? 


Por su parte, Alejandro Fernández, (candidato del PP en las catalanas) dice que Israel “defiende la democracia y los valores occidentales”. Idem. ¿Qué valores, qué democracia? Otro conflicto para un español que busque claridad y desee votar con coherencia en las próximas elecciones europeas: un frente amplio formado por cristianos, sionistas (Jesús fue el más influyente y, en consecuencia, el más dañino de todos los falsos profetas. Mishneh Torah); socioliberales; socialdemócratas como Nicolas Schmit (candidato único de la PESen la UE y nieto de una de las primeras víctimas de la invasión nazi a su país); batallones azovianos; anti-extremas derechas; extrema derecha netanyahuista; verdes; corporaciones e industrias bélicas, etc.


La cuestión es que esa UE que necesita genios para salir del atolladero en la que la han metido unos políticos poco brillantes, ¿a quienes presentan o apoyan para renovarse? En lo que respecta a España, el PSOE (como eurodiputado en cabeza) a Borrell. El PP, como candidata europea del PPE, a Úrsula von der Leyen. Es decir, que unos no son conscientes de la situación en la que estamos y los otros no se dan por enterados. Séneca, un meridional, no un orgulloso nórdico, decía que ningún viento es favorable a quien no sabe hacia dónde navega.


Sumar, por lo que parece, ha hecho del medio un fin. Su proyecto es una negociación permanente entre una miríada de grupos cada vez más exiguos (reparto de ministerios, elecciones gallegas, elecciones vascas, europeas…). Podemos, por lo visto, sin otra candidata o candidato que no sea una Irene Montero enclaustrada en una visión parcialista de los problemas de España, y en ocasiones decisivas, contradiciendo a su secretaria general. Sea teatro, sea descoordinación, ambas posibilidades son malas.


¿La extrema derecha? No creemos que escape a la tónica general, que es la del teatro.

En definitiva, unas fuerzas políticas sin una cosmovisión propia y sin saber qué vientos hemos de aprovechar como país. Hoy por hoy, España carece de formulaciones propias en un mundo cambiante, para bien o para mal, pero en el cual no se puede seguir con enfoques superficiales, sumisos, contradictorios, y, sobre todo, sin respaldo interior. Que te voten porque no hay más remedio es grave.


Hablábamos al principio de una configuración desafortunada de Europa. Sí, cuidado con una UE que pretenda fortalecer las instituciones burocráticas de (no en) Bruselas y multiplicar las regiones a costa de las naciones. Cuidado con unos Feder aumentados. Hoy por hoy no sabemos realmente cuál es el proyecto europeo. Si el del servicio a las grandes corporaciones, o el de naciones que no desean ceder su soberanía. Cuando hablamos de esta, no significa oposición a una confederación de naciones. La Europa que hoy lidera es bastante menos social que las partes que la integran. Cuidado con un proyecto ultraliberal que nos convierta en el limes del imperio. No olvidemos el consejo: hay amistades letales.

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