Hoy, 15 de abril, se celebra en España el Día del Niño, una jornada que nos recuerda las necesidades de cuidados, protección y los derechos de los más pequeños. Es por ello que en esta fecha queremos profundizar en un concepto y una práctica que se ha extendido desde que las redes sociales han pasado a formar parte de nuestra vida. Hablamos del ‘sharenting’.
El término ‘sharenting’, una fusión de las palabras en inglés "share" (compartir) y "parenting" (paternidad), describe la práctica de los padres de compartir contenido digital sobre sus hijos en redes sociales. Lo que comenzó como una manera inocente de mantener a familiares y amigos actualizados sobre los logros y momentos cotidianos de los niños, ha evolucionado en una cuestión compleja y multifacética.
El auge del ‘sharenting’
El crecimiento explosivo de plataformas como Facebook, Instagram y TikTok ha proporcionado un escenario global para el ‘sharenting’. Según un estudio reciente de la Universidad de Michigan, más del 50% de los padres comparten fotos y noticias sobre sus hijos en redes sociales al menos una vez al mes, mientras que un 25% lo hace semanalmente.
Esta tendencia ha llevado a una reflexión más profunda sobre los límites de la privacidad y los derechos de los niños en el entorno digital. Abogados especializados en derechos digitales señalan que, aunque compartir los momentos especiales de nuestros hijos puede parecer benigno, es crucial considerar el impacto a largo plazo en su privacidad y en cómo se perciben a sí mismos en un mundo cada vez más digitalizado.
Riesgos y consideraciones Los riesgos asociados con el ‘sharenting’ varían desde cuestiones de privacidad hasta la seguridad de los menores. Expertos en seguridad cibernética advierten que la información y las imágenes compartidas pueden ser mal utilizadas por terceros, incluyendo la recolección de datos para publicidad dirigida o, en casos extremos, por individuos con intenciones maliciosas.
Además, existe el riesgo de afectar la autoestima y el bienestar emocional de los niños. A medida que crecen, se encuentran con un historial digital preestablecido que no han consentido, lo cual puede influir en su percepción de la privacidad y en su desarrollo individual.
Normativas y protecciones legales En respuesta a estas preocupaciones, algunos países han comenzado a establecer normativas específicas. Francia, por ejemplo, ha implementado leyes que permiten a los hijos demandar a sus padres por compartir fotos de ellos sin consentimiento, pudiendo resultar en multas sustanciales.
En España, la Agencia Española de Protección de Datos recalca la importancia de proteger la información personal de los menores en el entorno digital, aunque todavía no existe una legislación específica sobre el ‘sharenting’.
Consejos para un ‘sharenting’ responsable Para equilibrar la voluntad de compartir con la protección de la privacidad de los menores, los expertos sugieren varios consejos:
- Pensar antes de compartir: Reflexionar sobre el contenido y su posible impacto futuro en el menor. - Configuraciones de privacidad: Asegurarse de que solo las personas deseadas puedan ver lo que se comparte. - Consentimiento: A medida que los niños crecen, involucrarlos en la decisión de compartir su imagen e información en línea. - Limitar la información: Evitar compartir detalles que podrían poner en riesgo la seguridad o privacidad del menor, como ubicaciones o rutinas diarias.
Hacia un futuro consciente La discusión en torno al ‘sharenting’ nos invita a reflexionar sobre el tipo de huella digital que estamos creando para nuestros hijos. En esta era de conexión constante, es esencial ponderar el deseo de compartir contra el derecho a la privacidad y el bienestar emocional de los más pequeños.
A medida que avanzamos, el diálogo entre padres, educadores, legisladores y expertos en tecnología será clave para garantizar que las redes sociales sean un espacio seguro y respetuoso para todos, especialmente para aquellos cuyas voces son demasiado jóvenes para participar en la conversación.
En el Día del Niño, recordemos que proteger a nuestros hijos también significa cuidar su identidad digital con el mismo celo con el que custodiamos su bienestar físico. El equilibrio entre compartir y proteger es delicado, pero esencial para navegar por el mundo digital con responsabilidad y amor.
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