Llegó el lunes 29 de abril de 2024. Y, como “todo pasa y todo queda”, pasaron los cinco días de la ignominia sanchista y nos quedó Sánchez al desnudo, el Puto Amo (Puente dixit), pero más cateto y dictador que nunca. Me baso, naturalmente, en sus propias manifestaciones de corte tan populista, como las de Maduro, López Obrador y compañía. Pero hoy solo quiero fijarme en lo que este plagiador debe representar para sus conmilitones. Tomo para ello la expresión que me sirve de título: “El Puto Amo”. Que al no haber sido cuestionada por Sánchez ni por ninguno de sus ministros, debe ser “moneda corriente” en el lenguaje coloquial entre ellos. Si es así, permítaseme que haga algunas consideraciones al respecto. A mi juicio decir “soy el amo” puede entenderse como chulería y prepotencia; por eso se suele decir soy el propietario o dueño que tienen connotaciones más amables. Pero si alguien dice que es “El Puto amo” queda bien claro que, además de un grosero, quiere transmitir una autoridad exorbitante. Pero si el que habla es un tercero que llama al superior “El Puto Amo” parece muy clara su sumisión incondicional y obediencia infinitas. Negro panorama tenemos. Renuncio a elucubrar sobre “La Puta Ama”. No estoy preparado para ello.
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