De acuerdo con el último informe difundido por Crédito y Caución, la deuda soberana de los países en desarrollo ha incrementado de forma significativa su riesgo de impago. Los problemas de endeudamiento de los países más vulnerables se han visto afectados por la pandemia global, la invasión rusa de Ucrania, las interrupciones de las cadenas mundiales de suministro, la inflación global o la subida de los tipos de interés. En los últimos tres años se han registrado 18 impagos de deuda soberana, lo que supera el total registrado en las dos décadas anteriores. De acuerdo con las estimaciones de la aseguradora de crédito cerca de 20 países que reúnen los requisitos para obtener préstamos del Banco Mundial se encuentran en alto riesgo de crédito.
Antes de la pandemia, los Estados elegibles para la Asociación Internacional de Fomento del organismo internacional se beneficiaron de las favorables condiciones monetarias mundiales. Debido a los bajos tipos de interés, muchos emitieron bonos por primera vez. En comparación con los tipos de interés nacionales, los tipos de los eurobonos eran más bajos, pero el cambio a estos bonos internacionales también hizo a estos países más vulnerables a las variaciones en la confianza del mercado, aumentando el riesgo de refinanciación y de tipo de cambio. Este cambio de sentimiento del mercado se produjo con la pandemia y, posteriormente, con la guerra de Ucrania. La mayoría de los países en desarrollo perdieron su acceso al mercado internacional de capitales y tuvieron que hacer frente a un fuerte aumento de los costes de endeudamiento.
De acuerdo con las estimaciones contenidas en el informe, los costes del endeudamiento público de los países de rentas bajas aumentarán hasta un 40% entre 2023 y 2024, consumiendo una parte significativa de los ingresos públicos. Aunque se prevé que la relajación monetaria se inicie este año, el entorno de tipos de interés no retornará a niveles prepandémicos. Con más de un tercio de la deuda de estos países financiada a tipos variables, el número de países que entren en una crisis de deuda puede aumentar en los próximos años.
Aunque el G20, junto al FMI y Club de París, ha adoptado un marco común para ayudar a países en vías de desarrollo ante crisis de deuda, la aparición de nuevos actores y las variaciones en la composición de la base de acreedores está provocando que los países que afrontan una crisis de deuda tengan más difícil encontrar una solución que en el pasado. El informe analiza en detalle las últimas negociaciones de reestructuración, que se han vuelto más complejas, se alargan en el tiempo y a veces ni siquiera llegan a iniciarse por dos cambios sustanciales.
En primer lugar, la cuota de China dentro del grupo de acreedores bilaterales ha aumentado considerablemente. China no participa en el Club de París, que facilita la coordinación entre acreedores bilaterales públicos, y aplica a los deudores problemáticos su propio enfoque. Se muestra poco dispuesta a aplicar recortes, requiere a los prestatarios a mantener la confidencialidad de los contratos de préstamo o reestructuración y aboga por soluciones bilaterales en lugar de sumarse a un enfoque multilateral.
En segundo lugar, la emisión de bonos ha hecho que se duplique la proporción de acreedores privados en la deuda pública. Cuando los tenedores de bonos forman parte de una reestructuración, la situación se vuelve aún más compleja, ya que son varios los que tienen que ponerse de acuerdo sobre las condiciones y, bajo el marco común del G20, cualquier propuesta de los tenedores de bonos negociada con el gobierno deudor está sujeta a la aprobación de los acreedores oficiales.
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