¿Qué sientes cuando fracasas? ¿Cuáles son los discursos que operan en tu mente después de un momento de fracaso? Antes de comenzar, reflexionemos sobre el peso de una palabra: memoria. Se revela cuando se nos induce a recordar, directa o indirectamente, momentos importantes de nuestra vida. Cuando experimentamos choques entre fuerza y debilidad, miedo y coraje, vemos muy bien las marcas de estas interacciones. ¿Cómo defines el peso de estas palabras en tu vida?
A partir de los distintos tipos de convivencia, la naturaleza humana sufre muchas mutaciones, empezando por cambios en sus concepciones sobre la vida. Dependiendo de lo que recibas de estas relaciones interpersonales, es posible que queden marcas en ti, es decir, que se generen recuerdos traumáticos. Tus pensamientos se verán afectados por una gran ebullición de conflictos, esta gran descarga de asuntos no resueltos o no resueltos puede generar falta de atención y concentración en tus rutinas en general.
Puedes adoptar creencias positivas o negativas dependiendo de lo que tengas dentro de ti, en este contexto vivirás una constante batalla interna, resultado del dolor del fracaso. Estas creencias generarán diferentes sentimientos divergentes, porque se originan en las causas o efectos del fracaso.
Ante estos escenarios de tanta hostilidad psicológica, respetar las pérdidas, pérdidas o resultados negativos de las personas. No sabes en qué momento emotivo se encuentra, no sabes si es capaz de soportar el peso de este incidente. Tampoco sabes si serás la última persona en escuchar los testimonios de esta persona. Un fracaso puede generar nuevos fracasos, ¡así que mucho cuidado de no ser la persona que contribuye a que ella se comprometa algo consigo misma! Si lo haces, ¿cómo será tu conciencia?
Todos los recuerdos traumáticos son el resultado de todo lo que experimentamos y/o presenciamos a lo largo de nuestra vida. Los recuerdos traumáticos impulsan varias variables y sucesos psicofísicos y de comportamiento que impactan no solo nuestras relaciones interpersonales sino también nuestros resultados. Por eso, cada persona expresa su fracaso de una manera diferente. Todo lo que experimentamos permanece en nuestra memoria, grabado en los detalles más profundos.
Lo que realmente presenciamos es la presencia o ausencia de la relación entre nuestros padres y entre ellos y nosotros, además de todas las experiencias de nuestros familiares y amigos. ¿Quién no recuerda los momentos en los que fue testigo de conflictos entre padre, madre u otro miembro de la familia? ¿Quién te dio el no más doloroso y por qué te dolió tanto?
Por este motivo, es en la infancia donde se producen las peticiones más constantes y, al depender de sus padres, los niños se encuentran atrapados entre los límites del sí y del no. Es en esta etapa cuando se ponen en práctica muchas negociaciones, sin embargo, dependiendo de la cultura familiar se puede notar mucha permisividad, rigor o indiferencia. Es de esta realidad que se puede recordar la clásica expresión que dice: “a mí no me importa, como me importó”. Cuántos niños se mueven entre su padre y su madre, en un juego intenso, donde ninguno de los dos toma una posición clara hacia el niño. ¿Cómo puede este niño desarrollar las referencias que le permitan evaluar, juzgar y definir con claridad el rumbo de su vida?
La edad adulta llama a la puerta y comienza a vivir los reflejos de este período, la infancia. Esta misma persona puede tomar decisiones aleatorias o ser incapaz de adoptar posiciones claras y firmes. Al fin y al cabo, tienes fuertes limitaciones en cuanto a madurez emocional que te permita avanzar, progresar y prosperar en tus relaciones y en tus logros materiales.
Muchas actitudes o acontecimientos traumáticos que un niño vive o presencia en el entorno familiar dan lugar a muchos modelos mentales. Se forman en el cerebro y se manifiestan como escenarios bien elaborados dotados de colores, notas aromáticas, muebles, escenas humanas, dibujos, pinturas, tipos de plantas, animales, registros de habla, texturas, alimentos, bebidas, tipos de ruidos, sonidos. , entre otros.
Por lo tanto, al tener contacto con algunos de estos dispositivos de activación sensorial de la memoria traumática, la persona en cuestión puede reaccionar explosivamente o ser consumida silenciosamente por el estrés postraumático, la angustia, el resentimiento, la falta de perdón, entre otros. Estos escenarios son activados por los campos sensoriales de las memorias traumáticas, que se han insertado en la mente, convirtiéndolos así en territorios conocidos los mapas mentales.
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