Nuestro país vivía años de tinieblas y no solo éramos sometidos por el grotesco pasado que nos respiraba en la nuca; también por quienes habían llegado al país y con su poderío y demás estrategias económicas tenían subyugada a la gente trabajadora y, a nuestra patria que debido a todo ese conglomerado de hombres que se hilaban en la corrupción y en todas sus formas posibles, habían hecho de nuestra Honduras una mal llamada «república bananera» un mote que hasta hoy día arrastramos pero que, con la suficiente hidalguía seguimos despreciando.
Era una época triste y desoladora para los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país ya que, por lo general el grueso de la economía y los empleos se movía a través de las llamadas «Fincas Bananeras» que se habían instalado en nuestro territorio y traían consigo una manera diferente de hacer negocios y de explotar al trabajador y la trabajadora. Pero todo esto no duraría mucho tiempo, puesto que; ante tanta injusticia y tratos crueles la clase obrera se alzaría como el pájaro y reclamaría desde lo más alto sus derechos laborales.
Los hechos históricos nos llevan al año 1954 pero en Honduras desde hace ya algunos años atrás, se sentía la incomodidad del trabajador y sus ganas por hacer que sus derechos tanto humanos como laborales se respetaran y todo esto lo lograrían en aquella gesta heroica del año 1954. Ese día, me cuentan mis abuelos que se juntaron los obreros junto con los artistas comprometidos y decidieron dar la batalla contra el hombre extranjero que sometía y explotaba sin compasión. Si, había que dejar el lugar de trabajo y salir a las calles, no pensar únicamente en el presente también en un mejor mañana y quizá fue la suma de todo esto lo que orilló a los trabajadores y trabajadoras a resistir en las calles y por largos días, la brutalidad policial, las amenazas de despido, el gas lacrimógeno y aquel veneno feroz que salía de la pluma de un sector de la prensa, que siempre estuvo predispuesta y al servicio de unos pocos que manejan el poder.
Hoy, «70 años después, la huelga nos convoca» porque estos años son quizá iguales o peores a los que nuestros antecesores pasaron. Es una época siniestra, la posmodernidad ha sembrado más oscuridad en nuestro territorio y nuestra gente huye diariamente, buscando un lugar en el que la utopía de la vida sea más digna para con su superación personal y sus familias. Es difícil ver a los nuestros; amigos, hermanos, tíos, primos, madres y padres salir a buscar un sueño ahora no solo americano, en alguna forma también europeo y pensar en que será difícil el camino que les espera y si llegan a ese sueño, saber que no volverán a esta tierra que un día los vió nacer, y hoy los deja a su suerte.
En un acto noble y de gran hidalguía La Casa de la Cultura de El Progreso, Yoro ha hecho un bello y sentido homenaje a aquellos hombres y mujeres y también mártires de la gran gesta heroica de 1954 y creo yo, a los que hoy en medio de la incertidumbre buscan un pedazo de paz cuando nos engulle la desesperanza. Si, nuestra Casa de la Cultura siempre cercana a los reclamos del pueblo y, a las causas sociales ha decidido mostrar al mundo entero su última gran colección, que reúne pinturas elaboradas por sus estudiantes de arte, sus talentosos maestros voluntarios y fotografías clásicas que forman parte de una colección existente en esta Casa de la Cultura que está a la vanguardia de la creación artística visual.
Esta colección de cuadros y fotografías titulada «70 años después la huelga nos convoca» tiene en su haber el trabajo incansable de muchos meses en los que se estuvo preparando para llevarla al «Día del trabajador» en Honduras, a la maravillosa y unida Radio Progreso, junto al mítico grupo de música popular y de protesta social venezolano «Los Guaraguao» y grandes artistas nacionales como Karla Lara y Mario de Mezapa. El director de La Casa de la Cultura el abogado y poeta Héctor Flores junto a su equipo de trabajo incansable movieron día a día cada caballete, pintura y fotografía para que llegara a todos los rincones de la ciudad y hoy por el mundo. El mensaje en esta preciosa colección es claro; la lucha no se detiene, se sigue en pie desde las diferentes trincheras.
A mí solo me resta aplaudir tan notable labor y decir que; ojalá en un presente no tan lejano este trabajo se pudiera replicar en cada ciudad de nuestra Honduras, para que mantengamos viva esa llama del arte y el artista hombro a hombro y codo a codo con el pueblo y aquellas expresiones artísticas, luchas sociales y demás causas que estoy seguro, en su haber traen el sudor y la lucha de los pueblos de nuestro país y por ende, han de ser para aquellos paladines que las ven, las acompañan y las perciben justas.
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