Superado su período de solipsismo, Sánchez impulsado una vez más por el llamado síndrome de Pontius, (citado en 1820 por el psicólogo estadounidense Charles Graham Pontius) y consistente en «una distorsión en la percepción del peligro que tendría su origen en el exceso de adrenalina de la persona afectada», se presentó ante la sociedad dispuesto a iniciar la cruzada contra la «máquina del fango» y los creadores de bulos mediáticos.
Sin embargo, tras las elecciones catalanas, Pedro Sánchez se habría despertado con un inesperado cisne negro que podría acabar con sus días de vino y rosas en la Moncloa.
El término “cisne negro” designa a un «acontecimiento inesperado e impredecible que produce consecuencias a gran escala y que es explicable solamente a posteriori», y en el caso de Sánchez, ese cisne negro habría adoptado la forma de jaque de Puigdemont a Sánchez tras las elecciones catalanas.
Así, en un atrevido e inesperado enroque corto, Puigdemont le habría lanzado un jaque a Sánchez quien se verá obligado a sacrificar su torre para evitar el jaque mate y perder la Presidencia del Gobierno en la jugada.
El enroque corto de Puigdemont consistiría en sellar un acuerdo de legislatura con Sánchez que incluiría la abstención del PSC catalán en la sesión de investidura de Puigdemont quien saldría elegido Presidente de la Generalitat con los votos afirmativos de Junts, ERC y CUP.
Asimismo, dicho acuerdo incluiría la concesión por el Gobierno central a Cataluña de un Convenio Económico similar al de las Haciendas vasco- navarras e importantes inversiones en las infraestructuras catalanas a cambio del apoyo expreso de la formación de Puigdemont a Sánchez en la aprobación de los Presupuestos del 2025 así como dejar en suspenso el tema del referéndum de autodeterminacion hasta el 2026.
Ambos políticos habrían adoptado los principios de la inteligencia maquiavélica, que se distingue por una extraordinaria capacidad para encontrar las debilidades ajenas y utilizarlas en beneficio propio así como de realizar acciones complejas que pueden no ser entendidas en un principio por sus votantes pues sus metas se proyectan hacia un futuro mediato (Declaración de Independencia de Catalunya y la III República española). Dado que el objetivo confeso de ambos dirigentes es detentar la Presidencia del Gobierno y la Generalitat, podríamos asistir al sacrificio de la torre Illa para salvar al rey Sánchez.
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