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Vida encriptada

Nos urge el retorno de la franqueza expresiva sin necesidad de agresiones
Rafael Pérez Ortolá
sábado, 8 de junio de 2024, 10:34 h (CET)

Hablar es fácil, hacerlo con algo de sustancia es algo más complicado. No digamos, si pretendemos catalogar la realidad, lo virtual, ficciones, o las peculiares perspectivas de los individuos. Al intentarlo, penetramos en sectores resbaladizos, donde la precisión de las definiciones se derrite al menor contacto. La espontaneidad se dispersa sin control. Sin embargo, cuando se trataría de organizar las percepciones, somo muy propensos a embarullar las cosas, algo así como ENCRIPTAR las comunicaciones, alejando de esa forma los entendimientos en una gran avalancha de gran predicamento. La resistencia a estas tendencias consigue establecer algunos oasis con mejores vistas; sin que casi nunca captemos con nitidez las orientaciones emprendidas en su totalidad.

La incertidumbre de base nos obliga a tantear la indefinición a cada paso, no importa el sector existencial afectado, es nuestra servidumbre radical. La cuestión residirá en si aliviamos o empeoramos la inquietud latente. La fascinación por las novedades, los formatos del egoísmo, los forzamientos de las estructuras del poder, son FACTORES que enturbian la franqueza de las relaciones y favorecen la suma de enredos innecesarios. Para desentrañar la verdadera naturaleza de cuanto nos incumbe, serán necesarias cuantas cualidades y recursos sean accesibles, nunca serán suficientes; la dinámica vital no se detiene. El pretendido equilibrio está sometido a los continuos arrechuchos de las sucesivas actuaciones y evoluciones naturales.


Muchos han sido los empeños puestos por los teóricos y los organizadores de la vida social para sentar las bases en torno a la FELICIDAD. No obstante, ni consiguen concretar sus delimitaciones ni tan siquiera unificar los criterios centrales imprescindibles. Pues bien, lejos de centrarse en las características esenciales de cada persona, para adaptarse a sus sentimientos y vibraciones, las actuaciones han derivado por rumbos disgregados. Las posesiones se erigieron en protagonistas de dichos lances, los comportamientos gregarios avasallaron las mejores intimidades y las servidumbres técnicas arreciaron. Aquello cuya percepción circulaba por los adentros, se transformó en movidas ambientales, poco respetuosas con las vivencias personales.


No sólo ocurre con respecto a la felicidad, para cualquier asunto suelen proliferar las propuestas de los enfoques dispersos de mil ideas. Lo que también experimentamos en casi todos es su distanciamiento en relación con las inquietudes íntimas de las personas; como si la sede de las soluciones radicara en las entidades impersonales. No sé si catalogarlos de olvido, ignorancia o simple negación de la fuente radical de las vivencias personales, los PÁLPITOS intransferibles surgidos desde los adentros de cada sujeto. La invasión de dichas intimidades no suele limitarse a relatos, intuiciones o comentarios, tienden a ser doctrinarias, presionando con sus criterios globales, con escasa o nula consideración hacia las versiones discrepantes por su peculiaridad.


Mientras estamos ocupados por las actividades habituales, apenas percibimos los diversos detalles intrínsecos que las caracterizan; la intensidad de esa dedicación dificulta el registro de los pormenores implicados. Precisamente, al detenernos, cuanto sucedió ya es pasado y permite la detección de elementos que pasaron desapercibidos. Tras ese parón emerge un cierto SOMBREADO histórico, reaparecen rasgos involucrados en los hechos vividos, con toda clase de ramificaciones conectadas entre sí. Satisfactorias o preocupantes, según los trazos de sus evoluciones y las personas relacionadas. Se hunden en profundidades intrincadas; su valoración se complica por las interpretaciones de los individuos interesados.


Es evidente el progreso en los diversos conocimientos sobre los humanos, su abundancia nos abruma, sin lograr eso que siempre hemos deseado saber sobre la propia existencia. Mucho se viene tratando sobre el subconsciente, la conciencia y el inconsciente radical. La biología se enriquece en cada descubrimiento. La neurociencia y la tecnología en general resultan hasta intempestivas. De las influencias externas diríamos otro tanto. No obstante, ese variado teclado disponible, no consigue modificar la idea central sobre la esencia del individuo, es INALCANZABLE. Los chispazos y las vibraciones, representan el funcionamiento de un engranaje fantástico, cargado de enigmas y brotes insospechados.


Hasta falseamos los posibles puntos de apoyo establecidos como acuerdos básicos para la convivencia. Si las bases utilizadas para esos acuerdos no son fidedignas, no habrá manera de entenderse. Nos recreamos en la confusión de los PARADIGMAS que debiéramos considerar cruciales. La pluralidad no está reñida con la unidad de ciertos criterios, pero suelen utilizarse para destruirse entre sí, de manera absurda. La moral universal básica, queda arrinconada por las éticas particulares, y no es por desconocimiento. No digamos, cuando las libertades las convertimos en elementos coercitivos sin miramientos. O para mal, esa polarización de la identidad llevada a extremos terribles, sin valorar sus conexiones subyacentes inesquivables.


Nos interesan numerosos asuntos, informarnos de sus pormenores exige un esfuerzo notable al asomarnos a su complejidad. A las dificultades naturales para la adquisición de estrategias y saberes, se suelen añadir enredos y controvertidas justificaciones; pueden ser vistas con cierta aceptación, pero las hay verdaderamente intolerables. Nos topamos con las variadas MAGNITUDES de los medios informativos. Los grandes emporios, con sus ramificaciones y cercanía a los poderes establecidos. El pujante entramado de la publicidad. Localismos acérrimos. Y la que denomino inflexibilidad de las ideas emitidas, sin nada que ver con el pluralismo real. La madeja para destripar las verdades se torna como inalcanzable para el ciudadano.


A lo largo de las secuencias vitales, las percepciones se dificultan por las motivaciones más insospechadas, nos vemos sometidos con variados ímpetus a una serie de ATRAPAMIENTOS, que cuestionan las primeras impresiones. Su consistencia resulta una quimera por la cantidad de incógnitas subyacentes. Aunque elucubremos, el cuerpo nos tiene bien cogidos, su estructura nos mantiene a la expectativa con frecuentes sobresaltos. Podemos pensar, sí; pero no está tan claro si controlamos las maneras, incluso el carácter caprichoso de las ideas. También nos atrapa todo el contexto circundante, desde las reacciones de la gente o la presión institucional. Sin olvidar el lastre de las propias actuaciones previas.


Una cosa es ser alcanzado, embaucado, y de mayor gravedad, sentirse agarrado sin remisión por una serie de fijaciones. Es importante deducir si semejantes situaciones las provocaron acciones nuestras o por el contrario omisiones impresentables. La envergadura de la captación se reflejará en los efectos derivados. Al hecho de quedar atascado no le van a faltar nuevos retos, incertidumbres y agotamientos.


Como en cualquier privación de libertad, la cerrazón de las puertas no impide el dibujo de nuevos perfiles, bosquejan los horizontes mágicos de la SUPERACIÓN, que si en sus comienzos no pasan de sueños fantásticos, en la medida de su adaptación a las múltiples realidades accesibles adquieren rasgos de autenticidad. El pretendido carácter absoluto de problemas y soluciones, siempre tiene alguna rendija.

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