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¿Tiene poder el voto?

El proyecto europeo ya está delineado, repetimos, y quien crea que la extrema derecha lo puede desviar de su curso está siendo muy ingenuo
Luis Méndez Viñolas
sábado, 8 de junio de 2024, 12:02 h (CET)

Cada argumentación tiene parte de verdad y parte de mentira. O de error. No todo lo que no es verdad ha de ser producto de la mala intención. Este es el caso de: vota, que se dirime tu futuro. Pero, no, el futuro de Europa lleva mucho tiempo delineado. A no ser que logremos evitarlo, claro. Desde sus comienzos ha sido un proyecto angloamericano, con adobamientos europeos; un proyecto que se va desarrollando subterráneamente y con mucha desinformación.


El proyecto europeo ya está delineado, repetimos, y quien crea que la extrema derecha lo puede desviar de su curso está siendo muy ingenuo. Desviación que incluso dudamos sea deseada por esa propia extrema derecha (y con la cual se puede negociar cuando conviene). La Constitución europea fue rechazada; sin embargo va instilando sus propuestas, mejor o peor maquilladas. Ya desde un principio los acuerdos de Maastrich y de Lisboa debieran haber sido objetados.


Concretando: hoy por hoy la política de Europa es irreversible en tres o cuatro áreas fundamentales, y que, como decíamos, la extrema derecha no objetará. Así que menos lobos. Y quienes se opongan, por una vía u otra terminarán en la irrelevancia. He ahí el poder del monopolio comunicativo. Si hay algo que horroriza a la humanidad es la guerra. ¿Alguien hace campaña contra ella?


Estas áreas principales son:


Política exterior


Europa, entre forzada y por propia voluntad, carece actualmente de política exterior. Hará lo que dicten allende los mares. Siendo una potencia terrestre (por el momento), se pliega a políticas marítimas. Va contra su propia esencia. Creer que Macron es algo es creer en los Reyes Magos. Nunca Europa ha estado en el peligro que se dice. El verdadero peligro para Europa ha surgido de sus propias entrañas: Carlos XII de Suecia, Napoleón de Francia, los intervinientes en la guerra civil rusa (trece potencias), Hitler de Alemania, etc. Estos datos no son política, sino Historia. Como decía un historiador: hay que leer en ella el pasado y escribir el futuro.


Igual que la parte occidental aliada impuso sus reglas a los vencidos (aún subsisten en Alemania muchas hipotecas impuestas por su derrota en la Segunda guerra mundial), la parte oriental pagó la suya por su alianza con esa misma Alemania. Ya se ha olvidado que parte de Ucrania, parte de los bálticos, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Finlandia, (más la España de la División Azul, Italia y Japón), estaban del lado perdedor.


Truman, Dulles, Brzezinsky, Kennan, Mahan, Kissinger


También se ha olvidado que en vez de escuchar a Clausewitz Bismarck, Haushofer, que pensaban más en vías férreas que en vías marítimas, y que proponían una política tan inteligente como la de la actual India, “ni contigo ni sin ti, con la India”, se optó por el plan de Mackinder. El proyecto quedó claro: se movía (y se mueve) de izquierda a derecha, o si se prefiere, de Occidente a Oriente, ahora, encima, con parada final en Taiwán. Truman, Dulles, Brzezinsky, Kennan, Mahan, Kissinger, son remedos de aquel (de Mackinder) en otro continente. La estrategia del control mediante diferentes tácticas. Pareciera que Europa se ha hecho un lío con tanta doctrina americana y ha quedado maniatada por su propia cuerda, que ya no es suya.


Llegados al punto en el que estamos, es evidente que se han olvidado muchas cosas que incluso no hace mucho fueron advertidas severamente por los discípulos aventajados del maestro Mackinder. Brzezinsky y Kissinger entre otros. La cuestión es que Obama concluyó lo que nunca debería haber ocurrido, es decir, unir al Oriente, unir a las partes integrantes del pivote central del mundo. Hay algo que un país nunca debería permitirse: tener dirigentes mediocres.


Clinton, Yeltsin


Pero no hay que echarle toda la culpa. El primero en derrapar fue Clinton. La promesa a Yeltsin de que la Otan no avanzaría ni un centímetro se incumplió. No one inch. Es decir, la Otan, que había comenzado con 12 países, paso a 32 (en realidad 30, porque lo de Suecia y Finlandia fue posterior).

Sorprende que los analistas no incluyan entre sus consideraciones que la preocupación que tuvieron los EEUU respecto a los misiles soviéticos en Cuba (y como respuesta a previos misiles norteamericanos en Turquía) es extensiva a todas las potencias del mundo. Se puede escribir geopolítica poética, pero ningún país que pueda evitarlo (estamos hablando de superpotencias nucleares) permitirá misiles a diez minutos de sus principales capitales. Si Hamás es una amenaza para Israel, ¿qué no serán los EEUU, con 452 bases en Europa? (Alemania, 52 por ciento del total en Europa y del 28 por ciento en el extranjero). Al respecto, creemos que antes que Ucrania y Georgia entren en la Otan habrá una catástrofe mundial. Pero ni Scholtz ni Baerbock ni Johnson ni Albares ni Robles ni Díaz han puesto cara de entenderlo. Están en cosas más amables.


Jugando la carta más heroica en beneficio del amigo americano, ¿alguien cree que la isla EEUU pueda librarse de la hecatombe, esperando que por tercera vez el drama se desate sólo en territorio europeo? La IGM aumento 400 veces su pib. Dudamos que esto se repitiera, si ese es el cálculo.


Minsk, Estambul


¿Por qué Europa contribuyó a cortocircuitar los acuerdos alcanzados en Minsk y Estambul? ¿Qué cuentas había hecho? Que hubo acuerdos y fueron paralizados por Occidente ha sido reconocido por dos jefes de Gobierno: Merkel y Hollander. ¿Estaba por ahí la mano angloamericana pensando en servirse una vez más de la tonta Europa? Que, por cierto, todo esto comenzó en la ya olvidada Yugoslavia, a pesar de que aún queda el rescoldo de Kosovo.


Europa ya no es un proyecto social


Así que no removamos sólo el miedo a la extrema derecha, como si fuera el único peligro. Por ejemplo: muchos europeos creímos que Europa era fundamentalmente un proyecto social. Pero cada vez queda menos de ese proyecto. Tanto por voluntad de sus poderes como por imposibilidad. ¿Cómo va a haber progreso en Alemania, por ejemplo, que ha destruido la fuente principal de su desarrollo industrial, es decir, un gas barato? Esto lo han reconocido los propios alemanes. ¿Cómo va a haberlo en el resto removiendo el espantajo de la guerra con unos gastos militares que en algunos países ya oscilan entre el 2 y el 4 por ciento de su presupuesto nacional? ¿Ya se nos ha olvidado el proyecto del amigo americano de absorber la industria europea mediante exenciones fiscales y subvenciones, dado el desastre del Nord Stream?


¿Cómo, mediante una banca privada que no cree en Europa, sino en un mundo financiarizado, sin fronteras, gobernado por ella? Debería releerse y meditar el artículo aparecido en este mismo diario hace pocos días. No lo sabíamos tan crudamente: “Los billones que cuesta a Europa un banco central diseñado en beneficio de la banca privada”. ¿Este es el proyecto que nos llama a la responsabilidad?


Inmigración: brevemente: ¿seguiremos removiendo las alertas mientras fuera provocamos las causas? ¿Creemos acaso que los pueblos se dejarán perecer si se destruyen sus riquezas? Lo decía un experto de alto nivel de un organismo público: la inmigración es indetenible. Sólo se puede resolver en sus orígenes, en sus causas, en sus territorios.


La estructura


¿De verdad sabemos cuál es esta? Es un proyecto que avanza a ciegas (ceguera nuestra, no de quienes la diseñan paso a paso con nocturnidad y alevosía –no dolosa, por si acaso--), de la que no sabemos cuál será el peso de las distintas naciones y cuál su capacidad para integrarse en el propio territorio europeo.


Ni los órganos de dirección son claros, ni las competencias del parlamento europeo son suficientes, ni el acceso a ese parlamento es claro y racional. No hay nada menos incongruente que esas coaliciones creadas para formar los grupos parlamentarios. Es decir, según analistas fiables, de cada 10 leyes que nos afectan como país, seis o siete son europeas o condicionan poderosamente a las nuestras. ¿Nos quieren hacer creer que la Comisión no tiene intereses propios? ¿Nos quieren hacer creer que les preocupa el estado de nuestra sanidad, educación, pensiones, vivienda, agricultura? ¿Quizás para privatizarlas? ¿Nos quieren hacer creer que tratan igual a Polonia o Hungría que a Alemania o Francia? ¿De verdad estamos de acuerdo con el papel asignado a España desde un principio? ¿Qué festejan todos esos candidatos? ¿Su previsible impotencia?


¿Antieuropeistas?


Leído esto, se dirá, un antieuropeista. Como nuestro admirado Romain Rolland, fuimos europeístas antes de que se supiera popularmente que era eso. Pero de una Europa social y democrática; una Europa pacifista, con entidad propia, no sucursal descabezada de nadie. Hay que ser muy tonto, o tener un pasaje a la Luna, para concebir, aunque sea remotamente, una Europa como nuevo campo de batalla. Romain Rolland se dolía de que los dos grandes pilares culturales de Europa, Francia y Alemania, se destrozaran entre ellos. Hoy ni eso: ese pilar cultural ya no existe.


Hasta el lenguaje ha sido distorsionado


De extrema derecha. Hasta el lenguaje ha sido distorsionado. Un nazi, un sionista, un talibán, ¿son de extrema derecha? ¿O lo son si están a este lado y no al otro? Suponiendo que en la extrema derecha hay diversas tonalidades y contradicciones, nunca ensalzaríamos a un nazi, cualquiera que fuera su ubicación y función. Sin embargo, los parlamentarios canadienses, civilizados y liberales, sí lo hicieron. Ese nazi, jefe de campos de exterminio ¿por qué este sí era bueno? Misterio. Misterio que se agudiza sabiendo que hace poco, Zelensky alertaba en el parlamento francés contra el nazismo. Gracias. Ahora la cosa está más clara. Aunque la referencia ha sido sobre los rusos, suponemos que no habrá caído bien entre sus aliados nazis en Ucrania. ¿Lo querrán quitar por no ser ya presidente? Sería una puñalada trapera.


Sólo queda decir una cosa. Acabadas las elecciones hay que pensar que no se ha acabado la construcción de Europa. Esta puede convertirse en un modelo social (íbamos a decir recuperar, pero ya dudamos de que esa fuera la intención originaria), democrática (ahora es verticalista), federalista sin dejar inermes a las naciones, y sin pretender suplantarlas totalmente. Una Europa seria, con palabra, respetuosa de los tratados; con dirigentes de talla (¿acaso no los hay? ¿Acaso se les cierra el paso?). Un Parlamento que pueda proponer proyectos, no sólo apoyar los que les proponen. Una Europa imparcial, servidora de su propio proyecto, no instrumento de proyectos ajenos. Unos partidos europeos congruentes, no una amalgama aproximada de proyectos diversos e incluso contradictorios. Igualitarista, dentro y fuera.


Porque no nos fiamos hasta que no se demuestre que hay racionalidad en ella. Hasta ahora nada de esto está claro. Hoy por hoy, más que nada, es un proyecto privatista en manos de los menos y de sus servidores, y que antepone sus intereses a cualquier razón humanizadora.

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