Quema de bosques tropicales en la isla de Sumatra, en Indonesia, para establecer plantaciones de palmeras. La agricultura vegetal y ganadera es el primer impulsor de la deforestación en las regiones tropicales, y desde las Naciones Unidas se promueve la adopción de planes nacionales para detenerla en los próximos años. Imagen: Peter Prokosch / Pnuma
BONN, Alemania – Solo ocho de los 20 países que más deforestan en los trópicos han cuantificado objetivos para el propósito mundial de detener la deforestación hacia el año 2030, de acuerdo con un informe presentado en la Conferencia sobre el Cambio Climático que se realiza en esta ciudad alemana.
“Después de que no se cumplió el objetivo de 2020 fijado por los líderes mundiales de reducir a la mitad la pérdida de bosques, debemos asegurarnos de que el de 2030 no corra la misma suerte”, dijo Dechen Tsering, director interino de la División de Clima en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Frenar la deforestación figura en los planes nacionales de acción climática, también conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC en inglés), con el objetivo de adaptarse y mitigar el cambio climático.
El informe “Aumentar la ambición, acelerar la acción”, fue elaborado por Onu-Redd, como se conoce al programa de colaboración de las Naciones Unidas para reducir las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal.
Un total de 65 Estados y otros socios se adhirieron a ese programa, con la atención centrada en 20 países con grandes extensiones de bosques en las regiones América Latina, África y Asia-Pacífico. El documento revela una brecha importante en la protección, gestión y restauración de los bosques en las NDC actuales, presentadas entre 2017 y 2023, porque no cumplen con la ambición global de detener y revertir la deforestación para 2030.
Si bien 11 de las NDC contienen objetivos cuantificados relacionados con la forestación y la reforestación, mitigar el cambio climático requiere primero reducir la deforestación, ya que se necesitan muchos años para capturar el carbono perdido al deforestar un área equivalente mediante la forestación y la restauración.
Para armonizar aún más los esfuerzos nacionales, también es crucial que las NDC integren las estrategias nacionales existentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la deforestación y la degradación forestal, que 15 de los 20 países han adoptado.
El texto recordó el papel de los bosques en la regulación de los ciclos hidrológicos, la amortiguación de las temperaturas extremas, la prevención de eventos climáticos extremos y la protección de la biodiversidad y la salud humana.
Consideró que, sin embargo, las tasas de deforestación global continuaron en los últimos años, a pesar de una reciente disminución en Brasil.
La agricultura es señalada como la principal causa de deforestación, en gran parte por la fuerte demanda internacional de productos básicos como la soja, la carne vacuna y la palma aceitera. También la falta de políticas efectivas y aplicadas sobre el uso de la tierra contribuye a las altas tasas de deforestación. Por ejemplo, las altas tasas de deforestación en la Amazonia brasileña entre 2019 y 2022 se atribuyeron a la reducción de las políticas ambientales y a la falta de aplicación de las que existían.
El informe insta a los países, especialmente aquellos con una extensa cubierta forestal, a incluir objetivos concretos y mensurables sobre los bosques antes de la 30 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) prevista para efectuarse en 2025 en Belém do Pará, en Brasil.
La conferencia de Bonn es la que corresponde a mitad de año en camino a Bakú, sede de la COP29 a finales de 2024.
“Los planes de acción climática, previstos para 2025, deben tener objetivos ambiciosos, consistentes, detallados, específicos y viables para la conservación, restauración y uso sostenible de los bosques”, planteó Tsering.
Eso incluye “aprovechar las políticas ambientales nacionales existentes y, al mismo tiempo, mejorar el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales, que son los administradores de primera línea de los bosques”, agregó el responsable del Pnuma.
El informe destaca que “una acción firme e inmediata” en la protección de los bosques necesariamente debe ir acompañada de un apoyo financiero predecible y a escala para los países con gran riqueza forestal.
A-E/HM - Fuente: IPS
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