Hace más de 12 años que fui invitado por un periódico digital a redactar una columna semanal sobre el segmento de plata. A lo largo de ese tiempo he redactado unas seiscientas maneras de hacer más presente y operante al “segmento de plata”. Una especie de rincón de los “jubiletas” en el que se le sigue sacando jugo a unas vidas que se encuentran en su tercera etapa. El último experimento que he realizado –que recojo en estas letras por si le interesa a alguien- ha sido matricularme en la Universidad de Málaga en el primer curso de historia. No era una total novedad. Traía la experiencia de la facultad de periodismo. Esta vez, con casi veinte años más, ha sido diferente. No por el trato de los profesores y, sobre todo, de los compañeros, que como los anteriores han sido formidables. Sino por mi capacidad mental y física bastante más mermada. Hoy he hecho el último examen. Si la cosa no se tuerce espero haber superado las diez asignaturas del curso con un rendimiento mediano, pero suficiente. Lo he celebrado con los compañeros a modo. ¿Saben por qué? Porque me he superado a mi mismo y este hecho me permite invitar a los lectores de mi quinta a ponerse a la tarea. El saber no ocupa lugar. Y el convivir con jóvenes da luz a tu vida y esperanza para aprovechar los años que nos queden. Lo mejor de todo es que cuantos me rodean lo han entendido. Lo he pasado mal a veces. Los exámenes me matan. Pero mi gente me ha animado. Especialmente las tres nietas que han comenzado sus carreras a la vez que yo. A alguna le han preguntado que quien es ese abuelo con mochila que deambula por el campus. Ellos están orgullosos de mí y yo de ellos. Estas son lo que, desde siempre, han dicho de mí cuantos me conocen: “Las cosas de Manolo”.
Mientras que el cuerpo y mi familia aguanten… seguiré haciendo experimentos. Y publicándolos.
Gracias, muchas gracias a los compañeros. Gente de dieciocho años muy bien aprovechados. Ellos lo han hecho más fácil.
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