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La vida de un pensionista es, sin duda, un reflejo del esfuerzo y la dedicación de toda una vida laboral. A menudo se habla de la jubilación como una etapa de descanso y disfrute, pero la realidad puede ser mucho más compleja, especialmente cuando las políticas y las decisiones económicas afectan directamente a su bienestar.
Hoy en día hablar de las personas mayores es situarnos en una realidad objetiva. Están llamadas a vivir desde ya en plenitud, pero han entrado en la jubilación y tienen menos ocupaciones, se sienten encerradas en sus pequeños mundos personales.
Hace más de 12 años que fui invitado por un periódico digital a redactar una columna semanal sobre el segmento de plata. A lo largo de ese tiempo he redactado unas seiscientas maneras de hacer más presente y operante al “segmento de plata”. Una especie de rincón de los “jubiletas” en el que se le sigue sacando jugo a unas vidas que se encuentran en su tercera etapa.
Nos hemos acostumbrado a hablar del “emérito” de una forma peyorativa y, casi siempre, con una malévola segunda intención. En mi “segmento de plata" de hoy voy a romper una lanza en favor del verdadero sentido de dicho término y la excelente conexión con nuestra labor como jubilados “en servicio”.
Evidentemente, las pensiones no pueden subir menos que el IPC anual, porque la subida es del cómputo medio del año anterior y en febrero de cada nuevo año el coste de la vida ya se ha incrementado más, y los jubilados tienen que esperar a que transcurra el año, para que se revaloricen sus ingresos.
El sistema público de pensiones está en constante evolución, desde la reforma que comenzó a abordarse en 2013, y este 2024 no iba a ser menos. La edad de los españoles y las españolas que se quieran jubilar este año con el 100% de la pensión aumenta hasta los 66 años y 6 meses para aquellos y aquellas que hayan cotizado menos de 38 años. No obstante, continuará en los 65 años para los que hayan superado esa barrera.
La Renta Vitalicia Inmobiliaria es una solución factible para las personas mayores de 65 años. Cuando se llega a la edad de la jubilación, es momento de disfrutar de la vida y descansar con un soporte económico basado en la pensión. Sin embargo, también existe la posibilidad de garantizar un cobro mensual a través de la renta vitalicia inmobiliaria, pero ¿qué es exactamente y cuáles son sus garantías?
La mayoría de los asalariados van a dejar de trabajar en cuanto puedan, llega la deseada jubilación para muchos y temida para otros. Hay que tener en cuenta que la jubilación no es un regalo, sino una compensación justa por el esfuerzo realizado y los años cotizados. No obstante, la perspectiva de dejar la vida laboral no es igual para todo el mundo.
El veneno contra las pensiones públicas desarrolla mutaciones para sobrevivir como el covid-19. Ahora hay una cepa nueva: “que los nuevos jubilados cobran más que el salario más frecuente”. Pero los anticuerpos denuncian, frente a las noticias interesadas -si uno no tiene su mente extremadamente envenenada-, que en verdad lo que pasa es que los nuevos trabajadores sufren tal grado de explotación que sus salarios no superan las pensiones de los nuevos jubilados.
El edadismo es una forma de discriminación social por cuestión de edad que afecta a muchas personas mayores. Se trata de la puesta en práctica de un uso inadecuado del lenguaje en lo referente a dicho segmento de población. Una forma de hablar y de escribir que va minando nuestra mente basándose en lugares comunes y prejuicios.
Voy a romper una lanza, por los hombres jubilados, que no saben lo que hacer cuando llegan a ese estado.
Parto de la base de que no me refiero a ese tipo de “timados” que lo son por pasarse de listos. Aquellos que adquieren bienes de dudosa procedencia o inversiones con intereses desorbitados que de entrada “cantan la Traviata”. Trato de reflejar ese otro grupo de personas de buena voluntad que han llegado a ese maravilloso segmento “de plata” que acoge a los que, una vez acabada la vida activa, se disponen a disfrutar de los ahorros y de la merecida jubilación.
La Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) ha celebrado en el Congreso de los Diputados el acto “El reto de la longevidad hoy: de la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. El objetivo ha sido reflexionar sobre los retos sociales de la longevidad y la necesidad de hacer políticas transversales, además de solicitar la aprobación de la Convención Internacional de Derechos de las Personas Mayores.
Hablo en plural porque son distintas las cantidades que estos perciben y diferentes para cada uno de ellos, y así mismo también ellos son desiguales, pues proceden de disímiles categorías profesionales. Por las mañanas suelo con asiduidad escuchar la radio y oír lo que se manifiesta en cada emisora, según sea de la distinta tendencia política que la patrocine. Hoy escuchando una percibí que estaban hablando sobre las pensiones de los jubilados.
Para mí no es nada nuevo. El vivir en las afueras de la ciudad y el precio desorbitado de los aparcamientos, hace años que me ha convertido en un ferviente usuario de los servicios públicos. Encima, mi ayuntamiento ha creado unas tarifas muy económicas para los “jubiletas”.
Han saltado las alarmas. Los primeros en rebelarse en esta España desnortada de hoy, han sido los mayores (que no ancianos) que se sienten desprotegidos e inermes ante el olvido e incluso indiferencia en esta sociedad de hoy, cada vez más tecnificada y desgraciadamente más deshumanizada.
La Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España -UDP- ha solicitado a la Real Academía de la Lengua que se estudie la posibilidad de incluir el término “edadismo” en la próxima actualización del Diccionario de la lengua española, con el objetivo de concienciar y dar visibilidad a la discriminación por edad que sufren muchas personas. la ONU ha calificado esta discriminación como “una sigilosa pero devastadora desgracia para la sociedad”.
Junté las manos, agaché la cabeza, mordí los labios, cerré los ojos… Era el momento deseado, que siempre quise no llegara… Todos me dieron la enhorabuena, algunos, simplemente, por mero roce, otros por mucha convivencia. Recogí un pequeño cuaderno, único material propiedad personal; en él estaban todos los contactos que fueron, pero que no sé si el tiempo borrará.
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