Junté las manos, agaché la cabeza, mordí los labios, cerré los ojos… Era el momento deseado, que siempre quise no llegara… Todos me dieron la enhorabuena, algunos, simplemente, por mero roce, otros por mucha convivencia. Recogí un pequeño cuaderno, único material propiedad personal; en él estaban todos los contactos que fueron, pero que no sé si el tiempo borrará. Miré a mi alrededor, me levanté, fui al baño, me contemplé en el espejo, remojé el rostro y salí a la calle, pensativo. Paré un momento; llamé a casa. “¿Ya?, sí; ¿qué tal?, bien; ¿Estás contento?, no sé; hablamos”.
Encontré a un amigo. Se alegró de mi nueva estación. Me dio un consejo de buen psicólogo: “Ahora, no vayas, todos los días, a pasear por el parque con jubilados porque volverás a casa con una enfermedad nueva o con algún año mental más”. Tomé nota.
Como soy creyente, aunque un poco desorientado, me acerqué a mi iglesia interior y hablé un rato con el “Hermano Rafael”, San Rafael Arnaiz (trapense de Dueñas). Le comenté mis proyectos: “Mantener los contactos con aquellos que admitieran jubilados, pasear con mi esposa, estar cerca de las necesidades de mis hijos y nietas, leer historia, escribir mis opiniones de la vida por si sirviese para algo y pensar… pensar…”
Se me olvidó decirle que también quería hablar con él todos los días, aunque sólo fuera un momento. Comencé a rodar la jubilación con cuatro ruedas, con corta visibilidad, con pastillero medicinal, mensual… semanal… diario… por horas…
A-Todo iba a las mil maravillas, hasta que un día me costó recordar el título de una película, que tenía mucho interés en ver. No lo di importancia, pero poco después me costaba escoger la palabra adecuada al escribir alguna cosa; tenía que acudir a Google y preguntar o buscar… me empezaba a mosquear… De vez en cuando miraba a algunas personas y les saludaba pero, hablando, no recordaba su nombre… En fin, comencé a darme cuenta que la bajada era lenta pero era bajada.
Remedio A -Visto el panorama, me propuse actuar y buscar el camino adecuado para bajar, dominando las vertientes: Leía menos pero señalaba las palabras que quería ver en el diccionario. Después de leer unas hojas, buscaba y estudiaba las palabras seleccionadas. Todos los días buscaba TRES números de teléfono de amigos o conocidos, indicando su nombre. Los apuntaba en un “cuaderno de examen”; al día siguiente tenía que escribir los mismos en el apartado “control día” Más tarde añadía TRES números más y sus titulares Al día siguiente, debía escribir enel apartado “control día” los SEIS números y nombres marcados. Así cada dos o tres días. Mi esposa o alguno de mis hijos me hacían,de vez en cuando, algún examen sobre las series anotadas. También comencé a memorizar la PRENSA. Como solía oír las noticias, decidí ESCRIBIR las TRES más importantes de cada día, en un cuaderno al que puse el nombre de PRENSA DIARIA.
B- Dominada, en parte, la pendiente, cuando paseaba me iba comiendo la cabeza por el hecho de que cada vez me llamaban menos amigos; cada vez el teléfono sonaba menos; mis whatsapp comenzaron a no ser leídos y mucho menos contestados; el correo electrónico sólo recibía propaganda… Mi cabeza y la depresión comenzaron a caminar de la mano.
Remedio B - Esto había que solucionarlo, porque una depresión te puede llevar al barranco y con la edad puedes resbalarte y caer a lo más profundo, por eso comencé a ESCRIBIR, si no como diario sí como mensajería, que yo mismo, pasados unos días me respondía rememorando historias pasadas ya casi olvidadas; así comenzó un diálogo entre dos, YO y MI HISTORIA.
Alguna vez las lágrimas querían regar mis mejillas… yo las dejaba… me reconfortaban… me daban fuerza para seguir, sin pensar en el fin sino en las vivencias compartidas con muchas personas.
C-Despacio, muy despacito, fue apareciendo el DESPISTE, ¿He cerrado la puerta?,¿He apagado la luz?, ¿Cogí las llaves?, ¿Mañana es fiesta?, ¿Dónde he dejado las gafas?... Yo mismo procuraba dominar la situación. “No importa”, me decía, “no tengo nada que hacer, iré comprobando” Más tarde me enfadaba conmigo mismo y pagaban el pato los más cercanos a mí. No admitía el DESPISTE, No admitía que la soledad, lleva consigo la indiferencia y ésta la falta de interés; el regalo final, el DESPITE de la propia realidad, de la que pasamos olímpicamente.
Remedio C –Me acostumbre a memorizar cuatro o cinco cosas corrientes: PUERTA, LUZ, LLAVES, GAFAS, CALENDARIO… Cada vez que iba a cambiar de sitio o actividad, antes, repetía esas palabras y mi mente, peregrina, escogía la adecuada, haciéndome prestar atención “in situ”. No me ha ido mal. El único problema es que cuando mi esposa me pregunta las cinco palabras clave, alguna vez le digo la antigua alineación del Atlético de Madrid o del Barcelona… Esto pasa raras veces, ¡Ojo!
D-Aparecía la primavera. Paseaba con mi perrita campera. Iba dando vueltas a la cabeza, preguntándome varias cosas: Si es verdad aquello de “Condenados a vivir”, ¿tiene algún sentido el camino recorrido, si no está asegurada la meta?; La honradez, la fidelidad, la abnegación, la renuncia ¿tienen razón de ser si no existe un futuro sin fin?; Si la Fe da ilusión, si la Esperanza da serenidad, si la Caridad se apellida prójimo ¿Por qué la Iglesia envuelve en burocracia las creencias? ¿por qué los vaivenes adaptativos de la Jerarquía religiosas? La DUDA suele abrirse camino fácilmente entre personas que buscan “el buen camino” en una glorieta con cinco salidas… Una vuelta… otra vuelta… y más vueltas…
Remedio D – Cerrar los ojos y recordar aquello que nos decían de pequeños: “Yo no puedo explicaros el misterio de la Trinidad (tres en uno), o crees o no crees”. Si crees creer, pide auxilio en tu oración… si DUDAS, pide auxilio por si acaso…
Todo con tranquilidad porque con una jubilación tan azarosa y complicada da lo mismo el final… Ya está pintado, enmarcado y aplicado. Por eso… TRANQUILIDAD… SOÑAR… ESPERAR… JUBILADOS los hay de todo tipo… JUBILACIONES todas son parecidas.
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