No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo. Alejandro Dumas. Creo que es la palabra que menos me gusta del diccionario. Su sola mención consigue ponerme nervioso y hacerme perder la paz. Sin embargo estimo que es necesario y que hay que convivir con él. Pero esto no quita que sea el peor mal de la humanidad y la causa de casi todos los conflictos que suceden por el mundo. Todas las guerras que hemos sufrido hasta ahora, incluidas la de religión, tienen un motivo final relacionado con el “mardito parné”. Los pertenecientes al “segmento de plata” lo tenemos mucho más claro. Con nuestras pensiones, más o menos “sustanciosas”, tenemos la posibilidad de atender a los pagos habituales y permitirnos algún caprichito en forma de “vituallas” especiales, o de viajes del Imserso. Peor lo tienen los políticos en activo. Cuando leemos su obligatoria declaración de bienes, observamos con estupor la escasa diferencia entre aquello que poseen y las deudas en forma de hipotecas que tienen contraídas. El último dato que me ha impactado, ha sido la escasa capacidad económica de la esposa de nuestro Presidente del Gobierno. Tan solo mantiene un saldo de apenas cinco euros en sus dos cuentas bancarias. Me ha recordado aquel día en que Lola Flores, aludiendo a la necesidad de pagar a Hacienda una deuda millonaria, nos pidió al resto de los españoles que aportáramos “una peseta” por cabeza. La esposa de nuestro presidente no nos ha pedido nada, pero creo que está pasando por un momento económico difícil y cuenta con toda mi solidaridad. Como comprenderán, todo lo anteriormente dicho no es más que un poco de guasa para distender el ambiente demasiado cargado por tanta ida y venida a los juzgados. Supongo que la familia del Señor Sánchez contará con los bienes económicos correspondientes a su estatus laboral y personal. Si volvemos a nuestra situación de jubilados, una especie de paz económica invade nuestras vidas. Sabemos siempre lo que vamos a percibir y lo que podemos gastar. No tenemos temor a las inspecciones de Hacienda porque nuestras cuentas son transparentes. Una especie de paraíso. Paraíso de tercera… pero paraíso. Le doy la razón a aquellos que sueñan con la jubilación. Para nosotros se ha acabado la desazón pecuniaria. Nuestra presidenta consorte aun tiene mucho que bregar.
|