A la vez drama histórico, sátira política y hasta 'thriller' ambientado en la Guerra Fría, ‘Queridos camaradas’ pone el foco en los asesinatos, a manos de las autoridades soviéticas, de un número incierto de civiles -las cifras oficiales hablan de 26, pero podrían ser hasta 90- que en junio de 1962 se manifestaban en la ciudad de Novorcheskak para protestar por el desabastecimiento y las subidas de los precios. El veterano director ruso Andrei Konchalovsky rememora la masacre de forma impactante, pero se muestra interesado principalmente en recordar los esfuerzos del gobierno para silenciarla, y en el proceso logra generar una tensión creciente a partir de las decisiones tomadas en grises despachos. De forma similar a la miniserie ‘Chernobyl’, examina de forma severa y meticulosa cómo la oficialidad reacciona ante una crisis, la agrava y luego dedica buena parte de sus esfuerzos a mantener la verdad lo más lejos posible de la luz pública.
En otras palabras, la película no pone el foco entre las víctimas sino entre quienes sobre el papel son los perpetradores; de hecho, logra que empaticemos con burócratas y oficiales de la KGB atrapados en un aparato estatal laberíntico y aplastante. Y, gracias a las notables dosis de ironía y humor negro que Konchalovsky encuentra en las siniestras maniobras del Kremlin y de sus lacayos, sentarse frente a ella está lejos de ser el tipo de experiencia deprimente que esa descripción probablemente sugiere. El cineasta ruso Andréi Konchalovski continúa explorando episodios históricos tras las estupendas 'Paraíso (Rai)' e 'Ilpeccato'. Tras haber ahondando en la Segunda Guerra Mundial y en el espíritu de la Resistencia a través de una parábola ambientada en el purgatorio y después de haber realizado un profundo e íntimo del artista Miguel Ángel, el realizador trae a la palestra uno de los acontecimientos más oscuros de la historia social de la extinta Unión Soviética con 'Queridos camaradas', Premio Especial del Jurado en el 77 Festival de Venecia. Se trata de la Masacre de Novocherkassk, sucedida el 2 de junio de 1962 y que estuvo silenciada en la historia durante 30 años.
Oficialmente, fallecieron 26 personas en la matanza, en la que el ejército soviético y funcionarios de la KGB cargaron contra manifestantes desarmados. Un desenlace fatal que comenzó con la huelga de los trabajadores de la fábrica de construcción de electromotores de Novocherkassk (NEBF), provocada por el aumento del precio de los productos básicos (leche y carne) y la reducción de salarios. Como se supo en 1992, tras la caída de la URSS, los fallecidos fueron muchos más, siendo varios enterrados en fosas comunes o tumbas falsas. Un hecho que se silenció bajo pena de cárcel (y de muerte en los casos más flagrantes). Las paradojas del comunismo
Konchalovski, quien firma el guion junto con Elena Kiseleva, narra los sucesos a modo de crónica, aunque no es tanto la matanza donde pone el foco, sino en sus consecuencias y en cómo el régimen liderado por Nikita Jrushchov buscó silenciar la masacre. Rodada con un impecable blanco y negro y una relación de aspecto de 1.33:1, que lejos de darle un aire televisivo lo convierte en una experiencia similar al de estar visionando una película antigua. Ese aura de película antigua, en la que la fotografía evoca a 'Paraíso' así como también a las últimas producciones del polaco Pawel Pawlikowski, engrandece incluso más a un filme que aspira a estar a la altura de las grandes obras maestras. Ello se logra gracias a una narración que combina drama e intriga, con una protagonista formidable, interpretada por Julia Vysotskaya, musa de Konchalovski -además de ser su cónyuge-. Ella es Ludmila Siómina, miembro del partido comunista y una burócrata del gobierno local. El poner de protagonista a una férrea defensora de los valores del partido, la cual echa de menos a Stalin -a pesar de haber sido uno de los mayores genocidas y repudiado por Jrushchov- y a aquellos tiempos en los que "las ideas se vivían y se sabía quién era el enemigo". Es interesante cómo Konchalovski aprovecha a una protagonista privilegiada que se derrumba cuando se entera que entre los desaparecidos está su propia hija, Svetlana, formando una auténtica odisea para encontrarla y llegándose a aliar con un espía de la KGB desencantado.
Un magistral ejercicio cinematográfico
Konchalovski no duda en mostrar las paradojas de un régimen dictatorial que busca la consolidación de su propio proceso de poder y que comenzó tras la muerte de Stalin en 1953 y la posterior desestanilización. A pesar de ser un período de terror, Konchalovski no solo muestra el legado podrido de Stalin, sino cómo el sistema resultaba imposible de refundar. Esto lo plasma no solo en el proceso de silenciar y confinar a toda una población, sino también en su principal protagonista, como metáfora del propio país.
Gracias a su certero pulso tanto en la acción de las protestas como en la intriga de la búsqueda de la hija y su naturaleza de drama histórico, 'Queridos camaradas' es una crónica incómoda de un hecho histórico que luchó por no caer en el olvido. Un largometraje magistral que muestra la maestría del cineasta, quien ha encontrado en los últimos años el tono adecuado, aquel que lo ha situado como uno de los directores más reconocidos del cine ruso actual.
CONSIDERACIONES FINALES:
Queridos Camaradas además de ser un film elocuente, es un documental histórico que desvela y rebela luego de 30 años, la verdadde la masacre perpetrada por el ejército de la Unión Soviética en contra de los obreros metalúrgicos en la ciudad de Novocherkassk por el verano de 1962, si bien al principio algunos oficiales habían dudado de perpetrar semejante atrocidad vs obreros en huelga que justamente demandaban incremento a sus salarios, pero lo más probable es que la orden haya venido desde los más alto del régimen, es decir del propio Secretario General de la URSS, NikitaKruschov, que para despistar había anunciado que visitaría esa ciudad para atender las demandas de los trabajadores, lo cual fue una verdadera burla, en medio de un periodo llamado de Desestalinización, es decir que la propaganda del socialismo realmente existente era solo una coyuntura en medio de la guerra fría para justificar el poder del Soviet Supremo y el llamado centralismo democrático de inspiración Leninista incluías las evidentes contradicciones del régimen.
Luego de tal suceso el gobierno soviético lo ocultó celosamente como secreto de estado, además de que una pareja cuya hija fue víctima de tal represión, fue llevada por uno de los oficiales arrepentido y renegado de la KGB a un cementerio clandestino en el que fueron enterrados extraoficialmente las victimas de ese genocidio de un ejército del pueblo en contra del propio pueblo, del totalitarismo en su máxima expresión a la tragedia social.
Es inexacto afirmar el director de este filme Andrei Konchahovsky haya enviado en esta película un mensaje para justificar el emergente poder omnipotente de Vladimir Putin actual premier de la República de Rusia, más bien esta cinta se constituye en los antecedentes de la Glasnost y la Perestroika para dar una lección de transparencia, rendición de cuentas y proyectar la necesidad de la reestructuración integral del sistema político Soviético basados en el derecho y la libertad para acceso de los ciudadanos a la información que antiguamente era reservada discrecionalmente por el estado en aras de la seguridad nacional.
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