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Josefa Romo, Valladolid

El tesoro divino del verano

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Este verano de 2024 se debe reservar ropa de invierno y de otoño: se esperan temperaturas muy altas y breves caídas fuertes. Aún así, podemos hablar de “divino verano”, al decir de una campaña catalana de visita de templos en este tiempo estival.


El vocablo divino lo entendemos en sentido religioso; pero su semántica presenta, también, otras acepciones: maravilloso, excelente... Esa palabra encierra el sentido de felicidad e ilusión, de excelente y primoroso. En sentido religioso, cuando se habla de la Divinidad, nos referimos a Dios, de quien procede la paz y todo lo bueno más allá de lo imaginable. San Pablo escribió: “ ni el ojo vio, ni el oído oyó ni el corazón humano puede imaginar lo que Dios tiene preparado para los que lo aman ” 1 Cor 2, 6).


El verano se presenta como un tiempo apropiado para acercarse a lo divino, a lo sobrenatural;  para ahondar en el sentido de nuestra vida,  en lo íntimo del alma en busca de nosotros mismos y de nuestro Hacedor, con quien podemos encontrarnos ya, aquí,  si, en silencio, nos ponemos frente a la Verdad.


Este puede ser un tiempo de descanso o de ajetreo, de provecho o desperdicio, de crecimiento interior o de aburrimiento.   Estos meses, los niños suelen pegar un estirón sensible, y los mayores podemos hacernos fuertes y sabios si sabemos aprovechar el estío con buenas lecturas, con viajes que ilustran y descansan el espíritu, con un mayor trato familiar y social, con lecturas positivas, con deportes  y buenos paseos relajantes. En fin, el verano es un tiempo para crecer y ahondar, para revitalizarnos física y espiritualmente.


Ahora se estila, en muchos jóvenes, visitar países y zonas de vulnerabilidad humana, para comprender y dar de los bueno que se tiene: la alegría y la esperanza, la fe y el amor. Y vuelven llenos, cargadas sus alforjas espirituales, más humanos y reflexivos, más maduros y muy felices. Casi siempre lo hacen integrados en grupos religiosos de acción misionera y caritativa, buscando el progreso de personas y de pueblos, y el resultado es que sienten que reciben más que dan.  

El tesoro divino del verano

Josefa Romo, Valladolid
Lectores
miércoles, 3 de julio de 2024, 08:35 h (CET)

Este verano de 2024 se debe reservar ropa de invierno y de otoño: se esperan temperaturas muy altas y breves caídas fuertes. Aún así, podemos hablar de “divino verano”, al decir de una campaña catalana de visita de templos en este tiempo estival.


El vocablo divino lo entendemos en sentido religioso; pero su semántica presenta, también, otras acepciones: maravilloso, excelente... Esa palabra encierra el sentido de felicidad e ilusión, de excelente y primoroso. En sentido religioso, cuando se habla de la Divinidad, nos referimos a Dios, de quien procede la paz y todo lo bueno más allá de lo imaginable. San Pablo escribió: “ ni el ojo vio, ni el oído oyó ni el corazón humano puede imaginar lo que Dios tiene preparado para los que lo aman ” 1 Cor 2, 6).


El verano se presenta como un tiempo apropiado para acercarse a lo divino, a lo sobrenatural;  para ahondar en el sentido de nuestra vida,  en lo íntimo del alma en busca de nosotros mismos y de nuestro Hacedor, con quien podemos encontrarnos ya, aquí,  si, en silencio, nos ponemos frente a la Verdad.


Este puede ser un tiempo de descanso o de ajetreo, de provecho o desperdicio, de crecimiento interior o de aburrimiento.   Estos meses, los niños suelen pegar un estirón sensible, y los mayores podemos hacernos fuertes y sabios si sabemos aprovechar el estío con buenas lecturas, con viajes que ilustran y descansan el espíritu, con un mayor trato familiar y social, con lecturas positivas, con deportes  y buenos paseos relajantes. En fin, el verano es un tiempo para crecer y ahondar, para revitalizarnos física y espiritualmente.


Ahora se estila, en muchos jóvenes, visitar países y zonas de vulnerabilidad humana, para comprender y dar de los bueno que se tiene: la alegría y la esperanza, la fe y el amor. Y vuelven llenos, cargadas sus alforjas espirituales, más humanos y reflexivos, más maduros y muy felices. Casi siempre lo hacen integrados en grupos religiosos de acción misionera y caritativa, buscando el progreso de personas y de pueblos, y el resultado es que sienten que reciben más que dan.  

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Karl Jaspers fue un gran filósofo alemán y un psiquiatra. Nació en 1883 y falleció en 1969 a los 86 años. Fue profesor de filosofía en Heidelberg hasta 1937. Entre sus obras destacan Psicopatología general publicada en 1913 y Psicología de las concepciones del mundo de 1919.  Su obra principal es Filosofía en tres volúmenes. También un libro sobre Nietzsche y más obras.  Poseyó una gran sensibilidad ética.

Amanece. Run Run se fue pa’l norte. En un carro de olvido antes del aclarar, sentado en una piedra se puso a divagar, que sí, que esto, que lo otro, que nunca, que además, que la vida es mentira, que la muerte es verdad. Ay, ay, ay, de mí. La cosa es que una alforja se puso a trajinar sacó papel y tinta y un recuerdo quizás sin pena ni alegría, sin gloria ni piedad.

 
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